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Ø Goya en la modernidad.
Extensos y múltiples son los territorios del arte, sin embargo, todos tienen un punto en común: un génesis del que, para poder hablar, no sólo es necesario contar con elementos suficientes –historia del arte, su desarrollo, arte contemporáneo y nuevas tendencias, etcétera-, sino estar en él. Dicho de otra forma, hablar de arte desde el arte.
Este pensamiento ha sido el desarrollado por el filósofo y crítico Jorge Juanes, quien en una serie de libros editados por Itaca se ha dedicado a esclarecer los territorios de lo que ha sido una pasión: el arte.
El último volumen pertenece a Goya, el primer artista moderno que concibe su época como una nueva forma de violencia y destrucción.
“Goya y la modernidad como catástrofe” fue presentado, en Puebla, por Arturo Acuña, Julio Eutiquio Sarabia y el propio autor.
Aunque la siguiente es una entrevista al respecto, Juanes no deja de hablar de la contemporaneidad, pues Goya y la circunstancia lo requieren.
ROSANA RICÁRDEZ. Hablemos de Goya. ¿De dónde surge la inquietud de explorar a Goya y de hablar de él dentro del territorio del arte?
JORGE JUANES. Yo estoy en el territorio del arte en general, como parte de esa exploración amplia que va a abarcar a muchísimos artistas, corrientes, épocas. Espero condensar mi indagación y lo que pienso sobre el arte occidental en cuatro volúmenes. Dentro de ese paquete grande de interrogaciones sobre este arte, y concretamente sobre el moderno y contemporáneo, es donde lógicamente una figura como Goya tiene que estar. Porque con él –casi es un consenso- empieza el arte moderno. Es el primer artista propiamente moderno, de la historia. Donde concentro mi atención es en la modernidad.
Un artista como Goya es importante porque es el primero que ve en la modernidad una nueva forma de violencia y destrucción. Originalmente cree que la modernidad es liberación y que va a sacar a los hombres de sus postraciones, del oscurantismo, del sometimiento a creencias esotéricas y finalmente esclavizantes, pero se da cuenta que en realidad tras las fórmulas salvíficas y emancipadoras de la modernidad y de la Ilustración se esconde un nuevo proyecto de dominio.
No es un pintor precoz, es un artista que empieza a hacer su obra fundamental a los 40 años y diría: a partir de 1790, “Goya es Goya”. Antes hacía tapices, exploraba con la estética rococó, estaba haciendo carrera para hacer pintor de la corte, pero cuando se suelta se entrega al capricho de la invención y comienza a hacer cuadros que no son por encargo sino para sí mismo y para la pintura. Empieza Los Caprichos y de ahí en adelante ya no se detiene hasta su muerte. Una obra verdaderamente exuberante y que es un parteaguas en la historia del arte.
En ese sentido, cualquier estudioso del arte contemporáneo y moderno tiene que vérselas y dirimir su aparato crítico con la obra de Goya.
Por otro lado, lo estudio por razones familiares. De alguna manera mi padre era un admirador de Goya, siempre decía: Jorge, mi pintor es Goya, tú lo sabes. No me convenzas de otro pintor.
Fui a Fuentedetodos, a su casa, también para escribir este libro me metí un poco en sus orígenes, de dónde viene. Y viene de un pueblo perdido, que no existe en el mapa, o que hoy existe por Goya. Una persona de pueblo, con una formación muy relativa, que se hace a trompicones en la vida y llega a ser el pintor más importante de su época y uno de los más importantes de la historia.
Me interesaron muchas facetas: la persona, cómo alguien desde abajo es capaz de abrirse paso y alcanzar las cumbres que alcanza Goya.
No es fácil.
Contra muchas cosas...
JJ. Contra muchas cosas e incluso contra la gran incomprensión de sus compañeros, sus amigos, que son los ilustrados españoles, pues no entienden su pintura, porque los ilustrados españoles tienen la vista en Francia, en el neoclasicismo, en David, en los artistas de la revolución francesa. Parecería que un artista revolucionario tendría que comulgar con el neoclasicismo y Goya piensa todo lo contrario, que justamente el neoclasicismo es una posición conservadora.
Al tratar en su obra temas determinantes como la violencia, el poder, la corrupción y lo que sucede en su entorno, ¿podría considerarse a Goya un artista contemporáneo?
JJ. La respuesta es contundente: Sí. Y prueba de ello es que si ves artistas contemporáneos, tanto en cine como en artes plásticas, están usando imágenes de Goya. Se ha convertido en un referente de imágenes para expresar la barbarie contemporánea. En sus imágenes contundentes y trágicas se encuentra el antecedente de lo que podrían ser las imágenes que anuncian a la modernidad como una nueva forma de barbarie. Podríamos decir que él está en quienes lo tienen por cómplice, ahí tenemos una reviviscencia: Goya revive a partir de aquella gente que ve en él un aliciente, hay una incitación de imágenes para representar el mundo contemporáneo.
Ha cambiado mucho el mundo desde la perspectiva del arte desde 1700 hasta estos días. Y, en ese sentido ¿qué se puede ver en el arte contemporáneo?
JJ. Desde luego que ha cambiado. Goya hizo un momento de transfiguración de la pintura que, a su vez, tendrá otro momento en Picasso quien, a partir de las “Señoritas de Aviñón” se convierte en otro parteaguas en la pintura, que culminará en Guernica. -Curiosamente son dos artistas españoles-. Es el equivalente expresivo plástico de lo que sería la barbarie moderna en Guernica que, si se analiza, tiene mucha relación y sería la continuación de Goya.
Ahora bien, las artes canónicas ya no son las únicas, hoy tenemos los artes alternativos que, a partir del dadaísmo y del constructivismo, abren una serie de opciones del arte que son las que definen ese mundo: el performance, el happening, la instalación, el videoarte, el cine, la fotografía, el arte del cuerpo, los rituales, el arte en la tierra, etcétera. Existe un abanico de manifestaciones artísticas plural que coexiste. En ese sentido, los parámetros comprensivos de la pintura no sirven para comprender las artes alternativas emergentes por lo que se necesita crear un nuevo pensamiento para el nuevo arte. Ahí, Goya queda expectante. Es un artista que se sitúa en la historia de la pintura, netamente.
La palabra alternativo es de uso delicado porque se quieren integrar a ella manifestaciones que rompen con la regla, aún cuando a fin de cuentas eso hizo Goya, pero él poseía un bagaje suficiente para hacerlo, a diferencia de muchos. Bajo el resguardo de lo alternativo, ¿se ven atrocidades?
JJ. Sí. Creo que hay mucho facilismo y una especie de todo vale que está haciendo mucho daño. Hay que tener una posición abierta en arte, es decir, hay que acercarse al mundo de las artes sin prejuicios, con ojos abiertos y tratando de comprender. Pero no le puedes decir que todo vale. Sigue habiendo criterios y es necesario que existan. Criterios que tenemos que formar, nuevos criterios para entender ese arte, que pueden, dentro de las artes alternativas, distinguir lo que es una tomadura de pelo y gato por liebre, de lo que es realmente una proposición. Renunciar a ese tipo de analítica es una pereza mental, es de perezosos mentales, de snobs y de curadores de vida fácil...
Ignorancia…
JJ. También.
¿Goya llegó a ser quien fue? Me llamó la atención la discusión filosófica que menciona en su libro a partir de “Se quien eres”.
JJ. Sí, hasta donde le alcanzaron las fuerzas vitales. Fue un hombre que luchó siempre por no dormirse en sus laureles; mientras había aliento vital siempre estuvo tratando de mantener la llama de la creación… hasta el final de su vida.
No es alguien que dijera: he terminado, voy a vivir de mis rentas, ya con lo que hice es suficiente.
Creo que Goya, si ves su última obra, ya en el exilio en Burdeos, sus grabados y sus cosas, ves cómo aprende nuevas técnicas como la litografía. Quiere decir que está vivo y está tratando de ser quien se es, sin saber nunca quién se es, nadie nunca podremos saber quiénes somos, nos estamos descubriendo conforme nos hacemos y moriremos en una incógnita existencial, pero por lo menos intentamos... conforme nos vamos haciendo vamos descubriendo más posibilidades de las que creíamos albergar, siempre y cuando nos arriesguemos a existir.
¿Parte de la vigencia se debe a que nunca se sustrajo de la sociedad? Paradójicamente, sin tener que responder a los intereses políticos ni verse como retratista de problemas, plasma la violencia desde su muy particular perspectiva.
JJ. Una condición es el compromiso vital, es decir, Goya es un hombre comprometido vitalmente con su tiempo, vital, artística y políticamente. No es una persona que se encierre en la torre de marfil y diga de aquí para acá es mi vida, me encierro en esto y me creo una especie de paraíso y el mundo que se pudra. Creo que cuando hay que apasionarse, Goya se apasiona; cuando hay que amar, ama. Es un hombre lleno de éxito y decepciones, su vida no es fácil, no es una persona que transite en calzadas reales; acaba roto y fracturado por ese compromiso vital en todos los aspectos que tiene con la vida. Es el inicio de los artistas fracturados, de lo que Artaud llamaba “los suicidados de la sociedad”.
Me gustaría retomar la cuestión del arte alternativo, tomando en cuenta la transmisión de “Territorios del arte”, en Radio Buap (programa realizado por Radio educación y el Instituto Nacional de Bellas Artes, en 2006) ¿Cómo se pueden concebir los distintos territorios del arte -en la contemporaneidad- y amalgamarse en una sola palabra que es arte, que por sí misma es vasta?
JJ. Son 50 programas y no hice más porque se acabó el sexenio y el director tenía que entregar. Los programas de contenido tenían que cerrarse para ver si el nuevo director lo seguía o no. Ahora lo pasan diario, en horario estelar, a las 10 de la mañana.
Empiezo desde el arte cristiano hasta lo que está sucediendo en el 2007.
Creo que quien sólo se interesa por la pintura o la escultura, o sólo por lo que está aconteciendo, no se interesa realmente por el arte. En primer lugar es snobismo y, en segundo, carece de formación para hacer un juicio de valor del arte, porque no lo conoce, conoce la coyuntura, lo que está sucediendo, pero no más, entonces con qué parámetros juzga.
Por eso el programa es como un diplomado: amplio, vasto, problemático, complejo, con un lenguaje que trata de llegar al radioescucha, con un nivel de comunicación y analítico en el que explico momentos históricos del arte, por qué sí y por qué no. Justamente es darle armas a la gente para que tenga posibilidades de una analítica y no esté desarmada frente a cualquier cosa que la circunstancia le muestre y le diga: esto es arte porque lo digo yo.
EL ARTE COMO MERCANCIA
¿Los artistas de ahora siguen en busca de cierta libertad o creen gozar de ella y traspasan el límite?
JJ. Deberían. Lo explico de esta forma: ha habido dos momentos en los que el arte ha estado en peligro real en la modernidad:
El primero son los sistemas totalitarios ideocráticos: socialismo, fascismo, franquismo, nacionalsocialismo y stalinismo. En ellos, sobre todo en los dos últimos, se prohibieron las vanguardias, se les excluyó, no sólo se secuestraron las obras, sino se juzgó a los artistas. Fue una época de absoluta intolerancia y de exclusión totalitaria. Y curiosamente los argumentos de éstos dos son muy parecidos en su juicio de las vanguardias, o sea de la libertad, a favor de un arte convencional, de culto al jefe, al partido, a ciertas tesis políticas. Ese es el primer momento del que la izquierda habla poco, ella habla del otro, del actual.
El segundo no es una exclusión totalitaria ideocrática, sino es la conversión del arte en mercancía, lo que llama un filósofo de la escuela de Frankfurt llamado Theodor W. Adorno: la industria de la cultura. Cuando ya el arte que había estado al margen de la mercancía y de su sistema todavía no entraba como un valor abstracto, que finalmente tenía la función de generar un capital. Esto, a partir de los sesenta, empieza a ser una realidad y hoy en día los juicios del arte, sus valoraciones, el qué es y qué no es lo dictan unos cuantos monopolios que tienen en sus manos el destino del arte: coleccionistas, galeristas, museos, curadores, bienales, ferias, ahí se dice: este año es este.
ARCO (Arte Contemporáneo), por ejemplo.
JJ. Claro, son ferias comerciales. Ahí se maneja el arte como mercancía y lo que importa es hacer negocio porque la inversión de arte es una de las más importantes que hay. En México aún no se mueven inversiones tan importantes, pero sí en Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, incluso España, China, Japón… es impresionante la cuantía, millones y millones que genera el arte, una de las inversiones más productivas, si sabe invertir.
Al margen de la definición estricta de cada concepto, ¿cómo diferenciar difusión de comercialización, sin que uno invada el otro?
JJ. Son dos cosas: hablando de libertad, el problema del artista es justamente resistirse a esa subordinación del arte en mercancía, esa resistencia del artista a alguien que trabaja para el mercado y que por tanto trabaja para el gusto del mercado y deja de cumplir con sus prerrogativas creativas. Creo que muchos, por el canto de las sirenas del éxito de avientan a esa entrega: al mercado.
Ahora bien, la única posibilidad de defenderse frente a esta vorágine y a la situación de vender el arte como cualquier producto y al artista como un genio cuando no vale ni un cacahuate, es un profundo conocimiento de arte, que permita dilucidar lo que es arte de lo que es liebre, que permita decir “no estoy de acuerdo” y decir por qué.
La gente está desarmada y esa es la única posibilidad porque los medios son muy poderosos.
FETICHIZACIÓN RIVERA-KAHLO
Quisiera hablar específicamente de México. El ex director del festival de la ciudad de México, José Areán, dijo en una entrevista hace unas cuantas semanas que, en el área de artes plásticas, el número fuerte era “por compromiso”: Diego Rivera y Frida Kahlo. Parece que México son sólo Rivera y Kahlo, ¿qué pasa con los artistas contemporáneos mexicanos que también han hecho historia, pero que quedan al margen?
JJ. Me parece terrible esa fetichización de Diego Rivera y Frida Kahlo, que se han convertido en iconos del estado y de la institución. Rivera siempre lo fue, tengo un texto llamado “Diego Rivera pintor de templos del estado”, él hizo en imágenes la ideología del PRI y nos dio una versión de la historia de México que era una historia oficial, que empezaba desde el mundo prehispánico, pero siempre desembocaba curiosamente en los líderes del PRI. Era la historia donde el partido se presentaba como aquel que resumía y encarnaba en la actualidad esa historia nacional. Por eso pinta los murales de Palacio.
Es un pintor que ilustra los libros de texto, que da una visión de falsa del país porque es una visión de colores, eufemística, donde no se ve un México real, el único mal que aparece en toda su obra es Hernán Cortés y luego algunos curas y capitalistas, a diferencia de Orozco, que es un hombre duro, con una visión apocalíptica y fuerte que no es utilizable desde el punto de vista de la ideología y política de las instituciones. Orozco es el castigado.
Y luego entró Frida Kahlo, convertida en un fetiche que tiene que ver con la conversión del arte en mercancía. A partir de que Madonna y algunas personas de esas empezaron a comprar Frida Kahlo se incrementó su popularidad. Estaba abandonada, nadie le hacía caso, podías haber comprado un Frida Kahlo hace 30 años por cuatro pesos. No existía, era la esposa de Diego Rivera, hoy es a la inversa.
Se ha hecho un fetiche internacional y esos dos fetiches se juntan ahora y con eso cubren… parece que México es un país que se detuvo en un momento de la historia en los años cincuenta, y no pasó nada. Esa es la imagen que se da al estar impulsando a gente que ya no es lo que está marcando la actualidad del arte contemporáneo.
Está ahora Gabriel Orozco, que se ha colado por ahí y que es el artista joven que representa una posición del artista mexicano en esto que llamamos artes alternativas.
Estoy en desacuerdo. Se usa esto de que son los cincuenta años de Diego Rivera. Tienes razón, en realidad se ha borrado a toda la gente, aquí no se impulsa a la gente joven ni a los artistas, aquí sólo se impulsa a los fetiches.
Y mitos. El próximo año serán los cincuenta y un años de Rivera y también tendrán que conmemorar…
JJ. Son mitos, Tamayo ahora anda a la baja, pero de repente lo revivirán, Cuevas está intentando revivir, pero no lo logra, Toledo se ha hecho un mito del artista indígena que permanece en su tierra y que es fiel a la idiosincrasia, a las raíces, a la esencia… un mito. Es un pintor estancado, hace 20 años que hace lo mismo, no se ha renovado, no hay ninguna inquietud, sus animalitos nos aburren a todos. Todo mundo dice: el genio Toledo, el pintor indígena. Es un pintor multimillonario que vende a precios escandalosamente altos, pero va descalzo y vestido de indígena. Eso da muchos réditos. Me parece un pintor que tuvo mucho talento natural y excepcional, pero creo que sólo los coleccionistas hablan de Toledo, no a la gente que está en el medio artístico.
Sergio Hernández… la escuela de Oaxaca es otro mito: “en cada oaxaqueño un artista te dio” son mitos. La pintura oaxaqueña es muy mala, quitas a Tamayo y a Toledo, y un poco a Sergio Hernández y es muy mala; es una pintura para turistas, que ahora con lo que está pasando, cuando se destapa la cloaca que hay en Oaxaca se ve que esa pintura es mentira. Es una pintura que maquilla una realidad terrible y siniestra política y social, que no aparece en la obra de los oaxaqueños, sólo aparecen colorines y una fiesta para los ojos que oculta una realidad que nosotros estamos viendo, que es de las más lacerantes del país.
Con esto se cayó el arte oaxaqueño, ¿a dónde están los artistas oaxaqueños que registran esta realidad? Siguen haciendo pajaritos y florecitas.
Sin embargo, pienso que el arte mexicano es vital, hay que hacer un gran trabajo, que las instituciones no van a hacer. Ese es el gran trabajo, es difícil.
Creo que este sexenio será otro perdido, en mi opinión, absolutamente perdido. No me parece que la gente que está en Conaculta sea la adecuada.
CONACULTA SIRVE PARA DAR BECAS
¿Aunque se digan expertos en ciertas áreas, por ejemplo (Sergio) Vela en música?
JJ. En música sí, Vela es un experto, pero por qué no sólo dirige música. En la historia de México sólo ha habido dos proyectos, el de (José) Vasconcelos y el de (Jaime) Torres Bodet. El de este último de finales de los sesenta, hace más de 40 años que existe ese proyecto. Luego vino Conaculta, que no es un proyecto cultural, sino la creación de (Carlos) Salinas para dar becas.
Se cuenta entonces: Vasconcelos, Torres Bodet y Conaculta, que ni siquiera tiene figura jurídica, eso se hizo para comprar conciencias y dar becas, no significó una transfiguración real en las artes en general en México. De ahí, pura rutina, seis años perdidos. Tovar y Teresa algo hizo; el INAH funcionó con Sergio Raúl Arroyo que hizo algunas cosas de arte prehispánico, pero terminó peleándose con (Sari) Bermúdez. El INBA no hizo nada, menos ahora con Teresa Franco a la cabeza, que no reúne el perfil.
¿De ahí la importancia de tratar el arte desde el arte?
JJ. Esa es mi posición: el arte se entiende desde el arte. Hablar del arte desde fuera de él no se puede, tienes que meterte inmanentemente.
Mi planteamiento es: hay que hablar del arte desde el arte y pensar desde él.
El libro “Hölderlin y la sabiduría poética” (Itaca, 2003) es la muestra de lo que significa pensar desde el arte. Ese es un resumen de lo que significa el pensamiento poético, pensante y artístico, que sostiene mi obra posterior, desde el punto de vista teórico.
Entonces ¿dónde queda la crítica, si cualquier intelectualoide se atreve a hablar del arte?
JJ. Hay muchas posiciones de la crítica. Es ahora que estoy sacando aquello que fui cultivando, cuando tengo todo a mi disposición.
Me interesa mucho el arte actual por la ignorancia, entrar al debate del arte. En “Territorios del arte” planteo justamente nuevos argumentos y criterios para analizar. Hay un esfuerzo.
Dada la magnitud de los territorios del arte, Jorge Juanes trabaja en la edición de cuatro libros más, sea en Editorial Itaca, o en otra.
Por: Rosana Ricárdez
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