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Por: Héctor Medina Varalta
El viernes 29 de enero, se presentó en El Museo de Las Artes de la Universidad de Guadalajara la exposición de Rosalba Espinoza: “Pérdida de la luz”. La artista conmovió al público con sus obras. Dolores Garnica, una de las ponentes expuso que: Pintura no es pintura. Pintura es arte y el arte es una idea. Un asunto mental. Resulta cuando se contempla, cuando se vibra se entiende y se pregunta. Rosalba espinosa es una artista visual contemporánea. Su pintura es una reflexión surgida de un impulso imparable que resulta impulso imparable en quien observa su obra, allí reside su esplendor. Conmueve, consuela alivia, zarandea, destruye y construye algo en quienes la miran porque su obra es ella. Rosalba es el lienzo, la pintura, el pincel, la espátula y la artista que no se cansa y que pinta y pinta y pinta sin parar porque ese es el lenguaje que la describe. Rosalba Espinosa es pintura que descubre el asombro de la mirada de un niño, su tristeza arrolladora, su destrucción e incluso su renacer como una mujer nueva. Regresa a la inocencia a quienes la perdieron desde su trazo y en quienes observamos su obra. Su pintura no es sólo una imagen, también es una letra, una cifra, un periódico, desnuda a la pintura incluso de sus materiales más clásicos. Se rebela.
El peor de los crímenes: la indiferencia ante la pedofilia
Las palabras de Garnica fueron verdaderamente crudas, pues no sólo señalo a las autoridades y la Iglesia, sino a la misma sociedad.
Rosalba es la artista que nos enfrenta a la maldad extraordinaria de una mirada de status religioso, quien da la cara y nos vulnera frente a una serie de curas culpables de tan iconográficos. Funda una situación personalísima de un algo que nos parecía ajeno: la pedofilia es un tema que duele más frente a lo creado y que resulta conmovedor: ante el arte no hay nada que hacer. Rosalba Espinoza nos cuenta miles de historias en pintura, instalación y video para que contemos nosotros nuestra propia historia: es un lazo que nos unirá a ella desde lo más profundo. En ella nos reconoceremos. Y es que frente al espejo no hay otra opción. La pintora crea el reflejo donde para verse requiere algo de esa fuerza interna resistente a la llegada o huída de uno mismo. Esta obra visual es también de un espejo donde se comparte el hallazgo: somos niños violados pero también violadores. Lo somos porque todo lo que compone nuestra identidad es también historia de los otros. Por el día que no hablamos cuando vimos, el instante en que no nos importó, incluso en la que pasamos las páginas del periódico para no enterarnos de las malas noticias, cuando dijimos “Hay menores deseándolo, incluso si te descuidas te provocan”, cuando nos dejamos vencer; cada palabra lastimosa que permitimos nos une. Somos niños violados y violadores aunque duela.
Despierta, ¡oh!, sociedad.
Y como si los niños y niñas que son abusados sexualmente hubieran hablado por boca de Garnica, ésta expuso: Así este espejo donde hay que contemplarse cerrando los puños. Cada día uno de nosotros desaparece en Jalisco. Cada día uno de nosotros sufrimos maltrato. Cada día lloramos sin cesar abrazados a un juguete. Cada día algo nos sangra. Cada día nos rompen el alma. Rosalba Espinosa une nuestra esencia en el otro. Ella interviene sus lienzos para encontrar esas venas, esas grietas que resultan de nuestro lamento y de nuestro grito para después consolarnos en cada trazo, en cada idea, en cada color y en cada pincelada. En blanco, azul y amarillo en fondo oscuro. Este alivio para el cuerpo desgastado de tan pequeño, para la inmensidad de la fractura en el espíritu de cualquiera a quien le han robado la inocencia. Cuadro a cuadro y hora tras hora Rosalba resulta bálsamo para ese vacío que se expande con los años, esa ansiedad que carcome y destruye cualquier indicio de humanidad. Ese crimen que se esconde en una caricia. Ese golpe fatídico tan suave como doloroso, lastimero y violento. La pintura de Rosalba es desahogo duro, pesado, solidario y exquisito. Es un golpe y un abrazo. Es verse en el otro.
El arte pone luz en la oscuridad
La pederastia y abuso a la niñez son lacras sociales que ninguna sociedad puede ni debe dejar de condenar, pues sus efectos además de un abuso imponderable y brutal en la vida de personas concretas, lastiman e invaden infectando el tejido social. El cuidado y protección a las y los menores es uno de los derechos humanos elementales, requisito indispensable para la salud de las comunidades. Pero, ¿qué debemos hacer ante la existencia de un fenómeno de tal nivel de barbaridad? ¿Cómo debemos combatirlo? ¿Cuáles medidas serán necesario tomar para erradicarlo y a quiénes debemos de acudir para garantizar ni que quede impune ni se siga repitiendo?
La cultura, la educación y el respeto a la integridad y el florecimiento de la vida de quienes somos semejantes y de nuestro entorno, son tareas que nos corresponden por igual, tanto en el plano individual, íntimo y personal, como en el ambiente de la familia inmediata y extendida, pero también más allá, en el horizonte mismo de los grupos sociales: a los que pertenecemos y los que nos son extraños, pues nadie es, ni puede ser ajeno a la vida en sociedad y las acciones de uno siempre encuentran una forma de incidir y afectar al resto, tanto para bien como para lo contrario.
Lucha contra la pederastia
Y es aquí en donde el papel del Estado es fundamental, porque una de sus funciones superiores consiste precisamente en fungir como garante del pacto social y ser un punto inamovible de referencia, estabilidad y confianza. El Estado es, desde tal perspectiva, la valla de seguridad que impide el desborde—aun sea ocasional—de las mareas cuando los otros mecanismos fallan en impedir que algunas personas, familias o instituciones pierdan el balance y vayan más allá de los límites de la sanidad y de la cordura.
La lucha contra la pederastia nos involucra a todas y todos, sí, pero el Estado y sus instituciones llevan el estandarte y dirigen las acciones concertadas para mantenernos alertas, impedir daños y proteger a quienes más lo necesitan. Las niñas y los niños nacieron para ser felices, y nuestro deber—ciudadanía y gobierno—es lograr que así suceda. ¿Podrá haber una tarea más elevada? Para el Gobierno del Distrito Federal, sin duda, es la fundamental, la que da sentido y razón de ser a todas sus acciones.
Por último, Garnica concluyó: reconocemos el valor civil y artístico de la pintora jalisciense por expresar con su arte, sin panfletos, ni estridencia, un tema tan doloroso como repudiable, por conseguir expresar en la mirada de quienes son abusados (sexualmente), la tristeza y el sufrimiento que no debemos ignorar. Y porque al final el arte también es una forma subversiva de luchar.
Combatiendo la pederastia
Por su parte, otra de las ponentes, Angélica de la Peña Gómez expuso que el victimador o agresor tiene que estar permanentemente en tratamiento psiquiátrico, aún cuando salga de cumplir una condena; esto es necesario. Así mismo, se están diseñando distintos sistemas de control, que evidentemente pasan por la voluntad estricta e indispensable del agresor para que permita efectivamente y se proceda en este control, tanto en medicamentos psiquiátricos que bajan la libido hasta otros tipos de situaciones mucho más drásticas. Pero siempre, donde se está implementando este tipo de controles médicos más allá de la psiquiatría pasan por la voluntad de la persona para proceder de esa forma. Entonces, estamos frente un asunto muy grave. Cuando hablamos de que la persona agresora tiene que estar permanentemente en tratamiento psiquiátrico es una cuestión grave, las autoridades tienen que establecer todos estos mecanismos para que estás personas sigan en tratamiento. Otro problema grave que enfrenta la sociedad, es que cuando estamos frente a una Comisión de Delito, si la ley no está claramente definida puede haber una gran injusticia. Por eso es muy importante definir cada uno de los pasos, y distinguir que no es lo mismo en cada proceso, por ejemplo, en el caso de la pornografía infantil, quien engancha a una criatura y tiene relaciones sexuales con esa niña, niño o adolescente, no es lo mismo el que está filmando como el que vende ese producto. Es decir, tenemos que hacer una definición de tipos de delitos, cuántos son graves, en qué contexto, cuáles no son graves y cómo hay esta interrelación o definir con toda puntualidad los agravantes cuando la persona es cercana a la víctima, sea niña, niño o adolescente y en esa cercanía de confianza pueden entrar desde familiares, vecinos, maestros, guías de BoyS Scouts, maestros de natación, ministros de culto, etc., etc. Desafortunadamente quienes padecen este tipo de parafilia buscan o están trabajando cerca de niñas y niños. Por esta razón debe de haber una gran vigilancia, una enorme normatividad para impedir que las niñas y los niños estén solos con estas personas.
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