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Corrupción y poder, la genética del Niño Verde; elementos que han rodeado la vida de los González Torres. Ecologistas light, involucrados en escándalos nacionales, son de los clanes mafiosos que gozan de impunidad al amparo de un partido político.
Por José Martínez M.
México, D. F., a 15 de noviembre de 2011
No hace mucho me buscó Jesús Sesma, vocero del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), como reacción a un artículo que escribí sobre el Niño Verde. Estaba intrigado sobre la información que yo poseía sobre la familia González Torres. Nada del otro mundo, muchos saben que se trata de uno de los clanes mafiosos en el país que gozan de impunidad.
El punto era que trataban de localizar a otro periodista al que pretendían demandar por presuntas “difamaciones” sobre el Niño Verde. Nos reunimos en un restaurante en el sur de la Ciudad de México donde charlamos largamente. Jesús Sesma es el yerno de la flamante doña Paulina Castañón, ex esposa de Raúl Salinas de Gortari. Lo escuché con atención; los argumentos en contra de mi colega estaban sustentados. Cuando leí la nota de marras me percaté que estaba escrita sin ningún argumento, sólo diatribas, pero en esencia el desprestigio del Niño Verde era irrefutable e indefendible.
Es simplemente un pusilánime y un corrupto. Siempre ha estado rodeado de escándalos. Su mala fama se la ha ganado a pulso, no tiene principios ni moral y su padre, Jorge González Torres, el fundador del Partido Verde lo ha sobreprotegido, pues de tal palo tal astilla.
Fue a principios de 1978 que conocí al papá del Niño Verde. Entonces yo me desempeñaba como reportero del desaparecido periódico Unomásuno, que dirigía Manuel Becerra Acosta. Jorge González Torres, padre del Niño Verde, por esos años ocupaba un cargo de quinto nivel en la Secretaría de la Reforma Agraria, fungía como jefe de un departamento de Tierras Comunales. Su familia era dueña de la cadena de farmacias El Fénix y el pequeño Jorge Emilio tenía apenas seis años de edad.
Los hermanos de Jorge González Torres, Víctor y Javier, estaban enrolados en los negocios de los laboratorios farmacéuticos. El sacerdote de la familia, Enrique, el mayor de ellos era el flamante rector de la Ibero como se le conocía a la Universidad Iberoamericana.
Por aquellos años, Jorge González Torres se ufanaba de ser la “oveja negra” de la familia. Un asistente siempre cargaba una maleta repleta de dinero para gastarlos en los burdeles de moda: El Cadillac, La Posta, El Señorial, etcétera, donde las vedetes lucían sus pieles de zorra y chinchilla. Jorge González Torres se hacía acompañar por un grupo de periodistas ante quienes fanfarroneaba. Su objetivo era llegar a presidir el PRI en el Distrito Federal. Nunca lo logró y renunció al partido tricolor. Su sueño era ser legislador.
Siempre lucía chamarras de piel de distintas especies animales, por eso a quienes lo conocíamos nos sorprendió que un buen día se presentara como un “ecologista”. Cierta ocasión me llamó la atención que Jorge González Torres se apersonara en una plaza de San Ángel encabezando una marcha de juniors, todos vestidos de blanco impecable, de huaraches y con un paliacate. Un movimiento de ecologistas light que no sabían siquiera qué era hacer una composta y que, como el Niño Verde, confundían Fenicia con Atenas, pues estaban convencidos de que Alaska estaba poblada por pingüinos.
Los ecologistas de marras han sido unos impostores. Las triquiñuelas del Niño Verde, han sido documentadas. Ha pasado su vida de escándalo en escándalo, ahora está a partir un piñón con el gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, otro Niñote. Por eso hay quienes piensan que el Niño Verde va a salir muy bien librado del escándalo de la joven búlgara que presuntamente se suicidó saltando de la terraza de una de sus propiedades.
Durante la infancia del Niño Verde, su abuelo Emilio Martínez Manautou llegó a ser un hombre muy poderoso. Era uno de los principales latifundistas de Tamaulipas que se enriqueció de una manera desmedida al amparo del poder. Ocupó importantes cargos en el gobierno gracias a su amistad con los presidentes Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo.
Su padre Jorge González Torres que se casó con Leticia Martínez, hija de Martínez Manautou, pero llegó tarde a la política. Su suegro perdió todo su poder y ya no pudo impulsarlo. Martínez Manautou cayó en desgracia política pero con una inmensa fortuna. Sacó millones de dólares del país, que depositó en bancos de Suiza y en paraísos fiscales del Caribe. A principios de los ochenta se armó un escándalo político cuando se hizo pública una carta donde daba instrucciones a sus asesores para el manejo de su inconmensurable fortuna y el manejo de su herencia al momento de su muerte.
Lingotes de oro, dólares, joyas, innumerables propiedades y obras de arte fueron el legado para su familia. Todo lo que amasó desde el poder. Fue diputado, senador, secretario de la Presidencia de la República (1964-70); secretario de Salubridad y Asistencia (1976-1980) y gobernador de Tamaulipas (1981-1987). Finalmente Martínez Manautou terminó sus últimos días en su rancho “El Mezquite”, localizado en las inmediaciones de San Fernando y Matamoros, sumido en la soledad, con la compañía de un empleado domestico y rodeado de cientos de gatos finos. Murió prácticamente abandonado por su familia, así como de cientos de políticos que bajo su amparo amasaron fortunas y usufructuaron poder. Nadie derramó una lágrima por el viejo político que estuvo a punto de ser candidato a la Presidencia de la República, pero en cuyo camino se atravesó Luis Echeverría Álvarez.
Ésa es la estirpe genética del Niño Verde quien heredó – además de la fortuna de su abuelo – de su padre la propiedad del Partido Verde desde el cual sin hacer campaña ha recorrido toda la trama política: asambleísta, diputado federal y senador. Fue representante en la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal de 1994 a 1997, diputado federal en la LVII Legislatura de 1997 a 2000 y de 2000 a 2006 senador de la República, diputado federal plurinominal en la LX Legislatura de 2006 a 2009. Todos estos cargos han sido por la vía plurinominal, es decir, por representación proporcional.
Dinero, poder y corrupción han rodeado la vida del Niño Verde
En febrero de 2004 se dio a conocer un video en el cual se mostraba el ofrecimiento de un soborno por 2 millones de dólares a Jorge Emilio González Martínez, a fin de que ayudara en la liberación de terrenos protegidos cerca de la zona de Cancún para la construcción de una zona hotelera, que se había demostrado, afectaba gravemente la flora y fauna del lugar al destruir los manglares de la zona. Todo esto se lograría porque en ese momento el PVEM gobernaba el municipio de Benito Juárez, que es donde se encuentra la zona turística de Cancún.
Eso es sólo una muestra de la podredumbre que ronda en torno al Partido Verde, que se maneja como una monarquía hereditaria, como lo han denunciado numerosas organizaciones ambientalistas.
El presidente fundador del partido, Jorge González Torres, duró en el poder 10 años, abdicando a favor de su hijo en el año 2001. La elección “nacional” del Niño Verde como nuevo presidente del PVEM la hicieron sólo 39 delegados que tuvieron que depositar su voto en una urna transparente que observaban fijamente hijo y padre en el momento de la elección, para asegurarse del resultado del proceso. “Casi, casi tenían que enseñarle el voto para que viera que habían votado por su hijo”, dice un testigo de aquel evento. A lo que habría que agregar que sus diputados y senadores no son cuadros procedentes del movimiento ecologista, político ni social mexicano, sino amigos personales y empleados del presidente del partido.
Un 16 de noviembre de 2001 en el hotel Chanká Ruinas de Palenque, Chiapas, el Niño Verde heredó el partido de las manos de su padre, en un evento donde no tuvo acceso la prensa. Todos los intentos por quitar de la dirigencia a los González Torres se vinieron abajo, a pesar de que en aquel entonces el diputado verde Arnold Ricalde acariciaba la posibilidad de que la diputada Josefina Guadalupe Noriega tomara el control.
Observadores comentaron a la prensa que se trató de una elección “amañada”. El hecho de que en las boletas sólo apareciera la “carita feliz” del Niño Verde y no de su contrincante, lo consideraron ventajoso. Así sin el menor rubor el Partido Verde ha capitalizado las victorias ambientalistas de las ONG’s a su favor, apareciendo como una opción verde ante la sociedad, para luego negociar sus votos en las Cámaras, únicamente a cambio de ver favorecidos los intereses personales y económicos de sus dirigentes.
El Partido Verde es la organización política que cada año es la que más recibe multas millonarias por el manejo irregular de sus recursos. Incluso se han denunciado numerosos fraudes que no han sido perseguidos por la ley, como el de 1991, cuando no repartió a los candidatos los fondos para sus campañas, o en 1997 que comprobó el 60 por ciento de su presupuesto para campañas (un millón de dólares) con 16 facturas falsas.
Han sido denunciados constantemente en los medios de comunicación gastos estratosféricos de su presidente en arreglos dentales, viajes con familiares y amigos, facturación por más de 150 mil dólares de gasolina en un año, solamente en el Distrito Federal adquirida en gasolineras de un amigo de la familia, así como la construcción de un desarrollo turístico en playas del norte de México.
Han sido públicas las negociaciones de sus diputados y senadores que “venden” sus votos a partidos interesados en detener juicios políticos contra funcionarios corruptos, obteniendo por ello diversos beneficios (por ejemplo aprobar un cambio a la Constitución para disminuir la edad para que el Niño Verde, hijo del Presidente del Partido, pudiera ser Senador a la edad de 25 años).
Por si eso no bastara, con su voto en las comisiones dictaminadoras, el Partido Verde impidió que se aclarara el mayor fraude financiero de la historia del país, que se hizo a través del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), el cual endeudó al país con el exterior con más de 100 mil millones de dólares.
Los partidos políticos saben que el Partido Verde es un negocio familiar, pero no lo denuncian pues en ocasiones lo utilizan cuando necesitan intercambiarles sus votos para aprobar iniciativas de su interés.
Sin el menor recato, el propio Niño Verde ha revelado sus tranzas políticas. Él mismo lo admitió públicamente cómo lo hizo con el Partido Acción Nacional en las elecciones del 2000: “Ellos nos buscaron para formar la Alianza, ellos, Fox, Bravo Mena, Aguilar Zinser, Diego Fernández de Cevallos. Con ellos hablamos en casa de mi abuelo Emilio Martínez Manautou. Y mandamos a hacer encuestas, el PAN y nosotros. Fox traía 34.1 por ciento, Labastida 46 y Jorge González Torres 5.6 por ciento. Con base en esa encuesta hicimos las negociaciones, nos repartimos las posiciones”.
El Niño Verde no perdió el tiempo y se subió al templete parlamentario para hacer el berrinche y romper con el presidente electo Vicente Fox por haber incumplido con su palabra. El entonces líder de la desaparecida corriente del PVEM, Carlos Alberto Macías, había calificado su participación como patética, hipócrita y cínica.
Entre los reporteros que cubren la Cámara aún se recuerda esa frase que lo hizo famoso: “Me pueden dar los periodicazos que quieran, pero mi papá me mantendrá como coordinador parlamentario en la Cámara de Diputados”.
Según ex colaboradores, el juego favorito del Niño Verde en los veranos electorales es saturar de propaganda los medios de comunicación; llevar a cabo una encuesta sobre el porcentaje de votos que podría obtener su partido; después presumía su nivel de votación y se sentaba a negociar.
La familia González Torres además de singular es millonaria. Víctor González Torres conocido como el Doctor Simi ha abierto y fundado las Farmacias Similares desde 1997, cadena que, solamente hasta el año de 2010, en México tiene más de 5 mil locales entre los propios y las franquicias. Su hermano Javier se ha dedicado también al negocio de los medicamentos, abriendo y fundando la cadena Dr. Ahorro. Evidentemente, las farmacias y la política son el negocio familiar, por excelencia. “Mi familia está desde 1875 en este negocio y me lo sé de memoria. Nací y jugaba en las farmacias”, dice Víctor González Torres refiriéndose a la cadena farmacéutica El Fénix.
En 1975, el señor Víctor González se integró al segmento de los genéricos con los Laboratorios Best (firma fabricante de medicamentos y propiedad de la familia). En los años ochenta los dirigió y posteriormente los adquirió. A cargo de esta empresa, se dedicó a ofrecer al sector público de salud sus fármacos y ante los insuficientes márgenes de ganancia decidió olvidarse del gobierno y venderlos directamente al menudeo. Actualmente, se calcula que la cadena del Dr. Simi, en México, controla una cuarta parte de la industria farmacéutica.
La política para los González Torres también ha sido un redituable negocio y una herramienta para cometer ilícitos. Los miembros del Partido Verde se han destacado por malversación de fondos, alteraciones de facturas, dispendio de fondos públicos para usos ilegales y particulares, violación a la Constitución del país y a las garantías individuales, entre otros. El partido político es un cacicazgo familiar contaminado por la corrupción.
A finales de 2005, se aprobó una iniciativa de ley en la Cámara de Diputados que favorece a los fabricantes de medicamentos similares, a costa de la industria farmacéutica que realiza y desarrolla medicamentos de patente. Por supuesto, un partido político pequeño no puede lograr tanto, sólo a través de maniobras políticas orquestadas deliberadamente. Es así, que el PVEM
– aprovechando no solamente sus conexiones políticas sino también la coyuntura electoral – formó una alianza política con el PRI para inyectarle fuerza a este partido decadente con su respaldo total y ofreciéndole sus votos para la contienda presidencial.
* Periodista y escritor, biógrafo del empresario Carlos Slim.
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RECUADRO
Enfrenta Niño Verde nuevo escándalo
El ex líder del Partido Verde Ecologista de México, Jorge Emilio González Martínez, rechazó estar implicado en la muerte de una mujer de origen búlgaro, quien se arrojó de la terraza del departamento 19B en el fraccionamiento de lujo Emerald Residential Tower & Spa de Cancún, durante una fiesta privada el pasado 2 de abril.
En su momento, la Policía Turística de Cancún reportó que la joven Galina Chankova, de 25 años de edad, se encontraba en estado de ebriedad y se aventó desde el piso número 16, falleciendo instantáneamente.
Ante el destape de la investigación en su contra, el Niño Verde declaró, mediante una carta, que no posee departamento en la Torre Emerald de Cancún y desconoce a los organizadores y participantes de la fiesta en la que murió la ciudadana europea.
“El departamento donde ocurrieron los sucesos que se reseñan, es propiedad de Sra. Elizabeth Díaz Ortiz como consta en la escritura pública No. 2844, Vol. 40, Tomo B, pasada ante la fe del Notario No. 20 del estado de Quintana Roo, licenciado Benjamín de la Peña Mora y asentada en el Registro Público de la Propiedad de Quintana Roo bajo el folio 39,262. Familiares míos viven en el edificio pero en otros departamentos y reitero que yo no poseo ningún departamento en el condominio”, dice el comunicado del ex dirigente del Partido Verde.
Pese a esta negación, un documento interno de la administración de condóminos acredita que González Martínez tiene cuatro departamentos en la residencial y está construyendo un Penthouse o un “roof garden” justo en el B19, lugar donde fue la fiesta en la murió la joven.
También los vecinos declaran que esta propiedad se encuentra acreditada a nombre del Niño Verde.
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