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Por José Martínez *
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Por José Martínez *
México, D. F., a 31 de enero de 2012.- Hay ocasiones en las que el silencio se transforma en un estruendo y adquiere un mayor significado que las palabras cuando éstas buscan describir las atrocidades en contra de la libertad de expresión. Así ocurrió mientras hablaba a nombre de la Fundalex en el salón del hotel donde sesionaban los miembros del PEN Internacional encabezados por su presidente John Ralston Saul. Tenía el privilegio de representar a la Fundación para la Libertad de Expresión, de la que soy consejero y miembro de su comité directivo.
Escuchaban atentos los representantes de los siete centros del PEN de Estados Unidos y los presidentes de Japón e Inglaterra de esta organización fundada en 1921, considerada como la agrupación defensora de los derechos humanos más antigua del mundo y con 145 centros de representación en más de un centenar de países.
Se trataba de una reunión histórica, pues era la primera vez que se reunían en torno a una misma causa los principales representantes del PEN Internacional que aglutina a los escritores más importantes del mundo, el motivo: encabezar un acto de protesta en apoyo a los periodistas de México y en defensa de la libertad de expresión. Al acto central de la protesta se sumarían voces como la de Elena Poniatowska, Eduardo Lizalde y Laura Esquivel, entre otro medio centenar de periodistas y escritores que recurrieron a la fuerza de las palabras en solidaridad con los periodistas asesinados, desaparecidos y asediados.
La víspera, los representantes del PEN Internacional habían convocado a una reunión a la que invitaron a los directivos de la Fundalex, allí acudí para ofrecer una relatoría del asedio y la violencia de la que han sido víctima más de un centenar de periodistas en México.
Hablé desde el asesinato de Manuel Buendía y los atentados en contra de mis compañeros del semanario Zeta de Tijuana hasta el asedio de los que han sido víctimas los editores de la revista Luces del Siglo, de Quintana Roo, Norma Madero Jiménez y Agustín Ambriz.
En este punto describí con detalles cómo el gobernador Roberto Borge Angulo se ha convertido en uno de los principales enemigos de la libertad de expresión. Detallé cómo ha incurrido en corromper y manipular a la prensa de Quintana Roo que se ha mostrado servil y cómplice del gobernador Borge Angulo. Expliqué las diversas formas de actuar de sus sicarios “periodistas”, las campañas de calumnias y toda la suciedad en la que incurren para tratar de desprestigiar a los periodistas que se atreven a criticar y denunciar las corruptelas del gobierno.
Expuse que el gobierno de Quintana Roo y otros grupos ligados al crimen organizado actúan como la estructura de un verdadero cártel. Subrayé que Quintana Roo ha dejado de convertirse en un problema local, que se trata de un verdadero asunto de seguridad nacional que involucra: narcotráfico, tráfico de inmigrantes, trata de blancas, pederastia, lavado de dinero, robo de autos, asesinatos, corrupción en todos los niveles de gobierno, nepotismo y un largo etcétera de delitos.
La consigna del gobernador Roberto Borge, alegué, consiste en evitar a toda costa que los medios de comunicación en Quintana Roo cumplan con el elemental derecho de servir a la sociedad, de ejercer el derecho a saber. A quien incumpla las consignas del gobernador, se hará acreedor de una insidiosa campaña de desprestigio, como ha ocurrido con los periodistas de la revista Luces del Siglo.
Como no ha ocurrido en ninguna otra parte del país, los editores de Luces del Siglo han sido vilipendiados y agraviados por verdaderos sicarios de una prensa corrupta que denigra al gremio periodístico.
Los representantes del PEN Internacional no salían de su estupor cuando les describí como algunos medios impresos de Quintana Roo se ensañaban y refocilaban con las agresiones a los editores de Luces del Siglo, a lo que agregué que el propio gobernador había ordenado la intervención telefónica de los directivos y los principales colaboradores de la revista, así como los mensajes amenazantes para intentar silenciarlos.
Por casos como el de Luces del Siglo, o la vida de un periodista de Ciudad Juárez, por la expresión libre de un blogero, la libre expresión de un Premio Nobel y ante los abusos del poder y las acciones en contra de los periodistas por parte del crimen organizado (67 muertos y 10 desaparecidos), el PEN Internacional decidió solidarizarse con los periodistas mexicanos y actuar bajo protesta para exigir justicia.
John Ralston Saul, presidente del PEN Internacional fue puntual en su exigencia al gobierno: “Nuestro mensaje es sencillo. La violencia se tiene que terminar. Los cambios legales se tienen que llevar a cabo. La corrupción que liga el crimen con la vida pública tiene que ser atacada… No es difícil lograr una sociedad normal y estable, con las leyes correctas y el compromiso correcto de aquellos que tienen el poder de actuar”.
En medio de su estupor y de un malestar inocultable tomaban apuntes de las denuncias de Fundalex el grupo de notables encabezados por John Ralston Saul, entre ellos Adrienne Clarkson, representante del PEN Canadá y ex gobernadora general de Canadá; Hori Takeaki, secretario internacional; Emile Martel, presidente del PEN Quebec; Gillian Slovo, presidente del PEN Inglaterra; Marion Botsford Fraser, presidenta del Comité de Escritores en Prisión; Rusell Banks, representante del PEN América; Larry Siems, director del programa “Libertad para Escribir”; Adam Somers, director ejecutivo del PEN Estados Unidos Oeste; Renu Mandhane, directora del programa internacional de derechos humanos de la Facultad de Leyes de la Universidad de Toronto.
*José Martínez M., es periodista y escritor. Es Consejero de la Fundación para la Libertad de Expresión (Fundalex). Es autor del libro Carlos Slim, Los secretos del hombre más rico del mundo, y otros títulos, como Las enseñanzas del profesor. Indagación de Carlos Hank González. Lecciones de Poder, impunidad y Corrupción yLa Maestra, vida y hechos del Elba Esther Gordillo.