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8/4/08

Paranoid, retrato de marginalidad sobre ruedas

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Ø La película fue reconocida con el Premio del 60º Aniversario del Festival de Cannes en 2007.
Ø A partir del lunes 11 de abril en la Cineteca y en las principales cadenas de exhibición.

Alex, un adolescente de Portland aficionado al skateboarding, se ve involucrado en un crimen accidental. Atormentado por la culpa, buscará confesar a alguien lo sucedido. Sin embargo, el vacío existencial en que vive le impide hacerlo.

Lo anterior podría ser un intento de sinopsis convencional para una película que, desde sus primeras imágenes, anuncia su carácter experimental. Se trata de Paranoid Park, la obra más reciente del cineasta norteamericano Gus Van Sant, ganadora del Premio del 60º Aniversario del Festival de Cannes en 2007, y que será estrenada el viernes 11 de abril en la Cineteca Nacional y en las principales cadenas de exhibición.

En tan sólo tres secuencias, Van Sant, retratista de la marginalidad que enturbia el Sueño Americano y que enfrenta a sus jóvenes a la violencia y la desesperanza, pone sus cartas temáticas sobre la mesa: Alex (Gabe Nevins) está viviendo demasiado rápido, en medio de una soledad que lo lleva a hablar casi exclusivamente con él mismo. Solamente los momentos vividos en Paranoid Park, una pista de patinaje construida clandestinamente, tienen color, sentido, un significado para él.

A partir de una novela del escritor underground Blake Nelson, nativo de Portland, Van Sant consigue hacer de una historia sencilla un rompecabezas narrativo y emocional. Narrativo porque el espectador se enfrenta a rupturas temporales que lo llevan a recorrer el pasado reciente del protagonista, mientras que el paisaje emocional de Alex existe gracias a las imágenes expresionistas creadas por el cinefotógrafo Christopher Doyle, ante cuya cámara los patinadores parecen volar.

Musicalmente, Van Sant se muestra más ecléctico que nunca, propinando en la banda sonora golpes musicales a ritmo de hip hop, Beethoven, Elliott Smith, The Revolts y hasta fragmentos de las partituras escritas por Nino Rota para las fellinianas Julieta de los Espíritus y Amarcord, utilizadas a manera de contrapunto emocional.

Pintor, fotógrafo, novelista, músico, y por supuesto, director, Gus Van Sant se ha convertido en uno de los más importantes realizadores del cine independiente estadounidense gracias a filmes como Drugstore Cowboy, Mi camino de sueños, Elefante y Last Days, en los que realiza disecciones del desencanto juvenil ante un mundo carente de verdadero significado.

Paranoid Park, que cuenta con las actuaciones de muchachos reclutados por el director a través de MySpace, confirma la importancia de Gus Van Sant en el cine norteamericano del nuevo milenio, tan propenso al escapismo y la complacencia a favor de la taquilla.

“Me gusta filmar películas en las que las reglas no estorban. Muchos directores tienen su propia manera de hacerlo, pero la mía consiste en mantener un presupuesto bajo. Resulta un buen negocio darme tres millones de dólares por filme. Ellos recuperan su inversión y yo no tengo que cargar con demasiadas peticiones. Si les pidiera 30 millones, entonces tendrían muchas: necesitarían estrellas en el elenco, así como un seguro financiero para toda esa cantidad invertida. La única desventaja es que, cuando las compañías gastan poco, no les interesa gran cosa la distribución de la película, porque no hay mucho en juego. Yo no tengo ningún problema con eso, porque las cintas se defienden solas, y su verdadera promoción es de ‘boca en boca’” (Gus Van Sant).

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