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La expectativa de vida ha aumentado en la última década, pero también los problemas de salud que se han vuelto propios de la edad adulta, como la Enfermedad de Alzheimer. Este mal suele confundirse con demencia senil, y por lo mismo no se le da la atención necesaria, de tal forma que si usted convive con una persona adulta que presente frecuentes olvidos, no lo deje al azar, los olvidos no son “normales”, puede haber una causa seria. Lo mejor es acudir con el médico especialista para que a través de estudios se determine si existe alguna demencia tipo alzheimer.
Cuando se presenta esta enfermedad, sufre no sólo el paciente, también los familiares, quienes en muchos casos se olvidan de el y lo dejan en el mejor de los casos, en manos de cuidadores especializados, mientras que en otros los abandonan a su suerte en su casa. Es un padecimiento desgarrador, pues además de llevar al afectado a un mundo particular, lo aleja de su familia y a ésta la desgasta por los cuidados a los que hay que someter al enfermo.
Este mal requiere de manejo integral, en el cual los seres queridos juegan un papel decisivo. Aceptar una demencia senil no es sencillo, por lo general suelen ser los familiares quienes refieren al enfermo con el especialista. Si usted conoce personas cercanas mayores de 60 años, observe si su comportamiento cambia, si recuerda las cosas, las palabras, si está deprimido o con cambios de humor. Por más doloroso que sea, es importante reconocer cualquier síntoma extraño a su comportamiento habitual.
El Alzheimer es una enfermedad que puede afectar a cualquiera. Se presenta de manera inicial en el uno por ciento de quienes han llegado a la sexta década de la vida; en un cinco por ciento de personas mayores de 65 años, elevándose a un 30 por ciento en mayores de 85 años y afectando a un 40 por ciento de quienes tienen más de 90.
Es un proceso que aproximadamente en un lapso de nueve años, altera de manera paulatina las funciones superiores del individuo. De ahí que se establezcan varias etapas:
Primera etapa:
La depresión profunda o crónica puede ser uno de los primeros indicios. La lentitud de reacciones es marcada; como lo es también, su falta de iniciativa e inhabilidad de aprender cosas nuevas. Los olvidos y la memoria de corto plazo se vuelven frecuentes.
Segunda etapa:
Comienzan las afectaciones en el lenguaje y la desorientación: el habla se vuelve más lenta; lo que escucha, lo interpreta de otra manera.
Tercera etapa:
Comienza la inhabilidad para reconocer personas –incluso las más cercanas- o recordar acontecimientos y se manifiesta una pérdida de orientación espacio-tiempo, lo que causa en el paciente profunda confusión y afectaciones en su personalidad.
Cuarta etapa:
Se vuelve apático e incapaz de encontrar el camino a casa. Olvida el manejo de objetos comunes, los cuales ha dejado de reconocer. Aparece la incontinencia y con ella, el declive en su autoestima.
Sin embargo, no todo está perdido. En cualquier enfermedad el diagnóstico oportuno es lo que permite ofrecer el mejor control al paciente, ya que los tratamientos pueden tener un mayor rango de eficacia que en un padecimiento en su etapa avanzada. Además, hoy día existen terapias que controlan a la perfección el Alzheimer. Recuerde que este mal no tiene cura, por ello las nuevas terapias como es el caso de memantina de Merz, están encaminadas a inhibir el deterioro cognitivo, es decir, a detener el avance de la enfermedad y con ello, la disminución de las facultades mentales y psicomotrices que se ven afectadas por este mal. Su usted o algún conocido o familiar tiene más de 60 años, acuda con el especialista para realizarse un diagnóstico temprano, esto le permitirá iniciar medidas terapéuticas que facilitarán una mejor calidad de vida para usted, el paciente y sus seres queridos.
Cuestionario:
Deberá responder si o no. Cuando haya una mayoría de respuestas afirmativas, es importante acudir con el especialista, quien determinará o desechará el diagnóstico de Alzheimer.[1]
1.- Olvida con frecuencia algunas palabras durante la conversación.
2.- Malinterpreta con frecuencia lo que se le dice.
3.- Con frecuencia se le dificulta llevar el hilo de la conversación.
4.- Con frecuencia confunde una oración.
5.- Se le dificulta llevar a cabo operaciones sencillas, como seguir el saldo de su chequera.
6.- Ha cambiado de conducta en su trato social.
7.- Se ha vuelto hosco o retraído.
8.- Se irrita frecuentemente.
9.- Insiste en que se le contradice.
10.- Ha cambiado de conducta en el aseo o en el vestir.
11.- Se niega a asearse.
12.- Se le dificulta abrocharse botones o agujetas.
13.- Tiene cambios en su sentido de la orientación o tiene confusión de tiempo y espacio.
14.- No relaciona rostros con nombres.
15.- No ubica lugares comunes en casa, como baño, cocina, habitación, etc.
[1] Merz Pharma
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17/5/08
¿Qué debo saber sobre el Alzheimer?
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