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Una de las causas más frecuentes para padecer cirrosis hepática, es la hepatitis C. Alrededor del 80% de las personas que adquieren este virus no logra eliminarlo de su organismo, provocando que el hígado se inflame y que la hepatitis se convierta en crónica, la cual produce fibrosis hepática (cicatrización del hígado), que con el tiempo desencadena la cirrosis hepática.*
La cirrosis hepática es el resultado de un daño crónico acumulado en el hígado, por lo regular de varios años, y que se caracteriza por el depósito de fibrosis (tejido cicatrizal) en el hígado. Estos cambios en el tejido interfieren con su estructura y funcionamiento normal, ocasionando serias complicaciones en la circulación de la sangre y en sus funciones.
Se calcula que en México hay una prevalencia de la hepatitis C de entre el 1.2 y 1.8%, es decir aproximadamente 1, 500,000 personas están infectadas por este virus. A nivel mundial, se estima que cerca de 300 millones padecen de esta enfermedad, la cual al convertirse en una enfermedad crónica tiene un impacto socio económico muy importante.*
El virus de hepatitis C se contrae principalmente por medio del contacto con la sangre de una persona infectada, por lo que puede ser consecuencia de una transfusión de sangre contaminada, compartir agujas para inyectarse drogas o artículos personales como cepillo de dientes o rastrillos, así como por hacerse tatuajes o perforaciones con instrumentos que estén contaminados con el virus.*
En la mayoría de los casos, cuando se contrae la infección no se tiene ningún síntoma. Solamente el 25% de las personas que adquieren el virus de la hepatitis C tiene síntomas de infección aguda. Los malestares pueden ser: debilidad, falta de apetito y color amarillo de la piel.*
Por ello, es muy importante que la persona que presente alguno de estos síntomas acuda al médico especialista, que en este caso es un hepatólogo. Hay que recordar que la detección temprana es lo mejor, pues cuando se encuentra en fase avanzada es difícil administrar un tratamiento; lo único que se puede hacer en estos casos, es evitar que surjan complicaciones.
Pero si la enfermedad ya está presenta es indispensable que al paciente se le haga una biopsia hepática, para saber con mayor precisión qué daño le ha provocado. Ya que algunos de los males hepáticos se presentan por el ingreso de sustancias tóxicas al hígado, como es el caso de la encefalopatía hepática, la cual se presenta después de una hepatitis mal atendida. Estas sustancias no ingresan de un momento a otro, sino que son el resultado de una alimentación y estilo de vida inadecuado.
Por fortuna la L-ornitina y L-aspartato, es una alternativa terapéutica que ayuda a eliminar de manera significativa el amonio, también previenen el desgaste muscular y reduce la degradación proteínica en el músculo, estimulando la síntesis de proteínas en los enfermos de cirrosis.
Asimismo, L-ornitina – L-aspartato es un fármaco que permite que el paciente se integre a su vida con mayor facilidad, disminuyendo la intensidad de la enfermedad si esta ya se ha manifestado. Pero el que haya un tratamiento capaz de ayudar en el combate de la cirrosis no quiere decir que se debe dejar de lado la visita al médico, pues en la actualidad se presenta mayormente la del tipo viral, como la hepatitis C.
* Fuente: Fundación Mexicana para la Salud Hepática (Fund Hepa)
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24/9/09
La hepatitis C mal cuidada puede desarrollar cirrosis hepática
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