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27/1/10

Los Testigos de Jehová, Capítulo II

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Por: Héctor Medina Varalta

El martes 29 de octubre de 1929, la Depresión Económica afecto a Estados Unidos. Pero, no sólo afectó a ese año, sino también a la década de los años treinta. Sin embargo, Rutherford vivía a cuerpo de rey: además de habitar un lujoso departamento, poseía dos lujosos Cadillacs y se daba el lujo de pasearse en Europa. Los que lo conocían sabían que detrás de esa máscara de puritanismo, se encontraba la de un hombre aficionado a las bebidas alcohólicas y a utilizar palabras soeces. Durante la ley seca, Rutherford y W. F. Salter, director de la sucursal de Canadá, fueron acusados de practicar contrabando de bebidas alcohólicas. También, un miembro de la secta acusó al “juez” de haberlo visto entra a un tugurio donde bailaban mujeres desnudas.

Vendedores de libros sin sueldo
William J. Schnell, autor del libro “Esclavo por treinta años en la torre del vigía”, escribe: Millones habían muerto en los campos de batalla y en los hospitales. El mundo sufría por la escasez y la peste. Y el título de ese libro no podía menos que atraer la atención de millones. Todo se reducía a dejar el llamado “cristianismo” y abrazar la organización de la Torre del Vigía. Cristo dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá; y el que vive y cree en mí, no morirá jamás”. Los Testigos han cambiado esto y dicen: “el que vive, y cree en la organización de los Testigos de Jehová, y la acepta como organización, y vende sus libros, y da reportes de su tiempo y va solamente a sus reuniones, no morirá jamás”. Ahora son ellos los que ofrecen su organización como medio de salvación.

El Beth Sarim
El “juez” Rutherford tuvo la desfachatez de “profetizar” en mayo de 1920, que los patriarcas del Antiguo Testamento iban a resucitar en 1925. En ese año se acabaría el mundo y como los dirigentes de esa secta se irían derechito al cielo, y las personas que tendrían el gran honor de quedarse serían gobernados por los Príncipes (un total de 70). Para esto, mandó construir una mansión a la que llamó Beth Sarim (en hebreo:Palacio de los Príncipes). En la revista The Golden Age del 19 de marzo de 1930, se aprecia: Cualquiera que se presente para tomar posesión de dichos lugares deberá ante todo demostrar su identidad personal al funcionario designado para tal propósito por la Sociedad, como una de las personas que describe Hebreos en el capítulo 11 y esta acta. Raymond Franz, ex miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, comenta que todo el mundo tiene el derecho de expresar opiniones. Pero hombres que alegan ser voceros de Dios en la Tierra ciertamente no tienen el derecho de expresar meras opiniones al mismo tiempo que alegan que lo que dicen está respaldado por la Palabra de Dios y debe ser aceptado como tal.

Fanatismo extremo
Hemos visto que ya que en el folleto Millones que ahora viven no morirán jamás, el mismo Rutherford había dicho que “podemos confiadamente esperar que en 1925 marcará el regreso de Abrahán, Isaac, Jacob y los fieles profetas de antaño. En la Watchtower se había declarado que “No puede haber más duda en cuanto al 1925 que hubo en cuanto al 1914.”

Más pruebas
Frederik Franz quien llegó a ser presidente de la Watchtower, en las páginas 106 y 107, afirma: Ahora el Señor Jesús ha venido al templo para juicio, y el resto de los miembros de “su cuerpo” que aún se encuentra en la Tierra ha sido juntado a la condición del templo que es una de perfecta unidad con él (Malaquías 3: 1-3), y por esta razón es de esperarse que estos fieles hombres de la antigüedad vengan de la tumba de un momento a otro. Las Escrituras dan fundada razón para creer que esto ocurrirá poco antes de que comience el Armagedón. En espera de este acontecimiento, en San Diego, California, se constryó una casa en 1930, y se le dio el nombre de “Beth-Sarim”, que significa “Casa de los Principes”. Los enemigos religiosos han dado mucha publicidad maliciosa a este hecho. Actualmente, el título de propiedad de esta casa está en fideicomiso para que la ocupen los príncipes cuando regresen. Esta es una de las pruebas que los Testigos de Jehová quisieran desaparecer de la faz de la Tierra.

Credenciales
Sin embargo, el escritor italiano Sergio Pollina hace un comentario muy interesante: “En palabras más sencillas, David o Salomón tendrían que, luego de llamar a la puerta, exhibir sus credenciales al funcionario 2designado para tal propósito”. ¿Cuáles fueron esas credenciales?, no lo sabemos, pero ya que parece seguro que mil o 2 mil años antes de Cristo no se usaban documentos de identidad, aquel empleado habría tenido que valerse de un detallado interrogatorio como éste: Cómo se llamaba su mujer número 450?, a Salomón o, a quemarropa, a David: ¿De que color era el cabello de su hijo Absalón. Consta que ninguno, excepto, parece, un burlón disfrazado de patriarca se presentó a reclamar la justa ocupación de la principesca (en todos los sentidos) mansión; de forma que, en tal caso, quien fijó su residencia allí, fue el mismo presidente Rutherford.

Fallecimiento de Rutherford
Dice la Palabra de Dios que, “El que a hierro mata a hierro muere”. Y eso le sucedió a Rutherford: en 1942 falleció de “muerte natural”. Sin embargo, existen dos versiones: la primera, que se suicidó; la otra, que murió por estrangulamiento. Citando una vez más a Ruiter: A Rutherford se le encontró estrangulado (...). El cuerpo de Rutherford, fue enterrado clandestinamente en el terreno del Palacio de Beth-Sarim contra las órdenes del Ayuntamiento de San Diego. De acuerdo a quienes lo conocieron íntimamente, Rutherford tenía varias amantes. Pero no les dedicaba el tiempo suficiente a su hijo y a su esposa María quienes vivían en California. Sus amantes favoritas eran Bonnie Boyd (quien firmó el certificado del fallecimiento) y Vera Peal quien lo acompañaba a sus continuos viajes a Europa.

Natan H. Knorr
A la muerte de Rutherford, le sucedió Nathan Homer Knorr. Este hombre impulsó mucho a la secta jehovista: revolucionó la técnica de propaganda y fundó la escuela Gaalad para la instrucción de los misioneros, que posteriormente se envían a todo el mundo. Además, escribió varios libros y fue pionero en organizar las asambleas y su fórmula de captar adeptos fue menos agresiva que la de su antecesor. De este modo, aparentemente, van de casa por casa “predicando la palabra de Dios” cuando en realidad son lobos disfrazados con piel de ovejas. Knorr nació el 23 de abril de 1905, en Pensilvania, sus padres eran calvinistas, quienes se unieron a la secta de Jehová en 1922. Este falso profeta, auguró que en 1975 vendría el fin. También, durante su presidencia publicaron su “biblia”, a la que llamaron “Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras”. Knorr falleció el 8 de junio de 1977.

Frederick W. Franz
Esta vez, el nuevo presidente fue Frederick W. Franz, ayudado por un cuerpo Gobernante formado por 18 miembros. Franz nació el 21 de diciembre de 1893 en Kentucky, sus padres eran luteranos. Franz fue longevo, pues murió el 22 de diciembre de 1992. El Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová lo consideraban un erudito, pues fue el único presidente que curso estudios universitarios. A su muerte, le sucedió en la presidencia, Milton G. Henschel. Las oficinas centrales de esta secta se encuentran en Brooklin, New York.

Algunas de sus enseñanzas erróneas
Los Testigos de Jehová son los sectarios más temerosos, pues se están cuidando de ellos mismos. Además, tienen una infinidad de prohibiciones que rayan en lo absurdo: Los siervos no deben usar bigote ni barba, Los varones no deben usar el pelo largo, No deben casarse con alguien que no sea testigo, No debe celebrarse la Navidad, No se debe dar limosna a los mendigos, No se puede celebrar los cumpleaños, No se debe saludar a la bandera ni escuchar de pie el Himno Nacional, No se permite las transfusiones de sangre, No acudir a hospitales religiosos para curarse, No hacer amistades íntimas pues se corre el riesgo de caer en algún tipo de sectarismo, No se puede romper un compromiso de boda, No se puede leer libros a menos que éstos sean publicados por la Sociedad, No se debe escuchar la radio ni ver la televisión, No se debe cumplir con el servicio militar, No cantar a nadie más que a Jehová, No se debe practicar ningún deporte, No puede visitar ningún templo, aún cuando el testigo esté en plan de turista, No se debe tener una relación sentimental con alguien que no sea Testigo de Jehová, No hablar con un miembro que ha sido expulsado de la congregación, No acudir a los sepelios de otra religión (aunque el padre, la madre o algún otro ser querido haya fallecido.

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