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- Jorge González Ancira, María Helena Manjares
- Editorial PAX
El alcoholismo es una terrible enfermedad que no sólo hace estragos en la persona alcohólica sino en su familia y en su entorno social. El alcohólico deja una estela de destrucción y desolación a su paso. Sin embargo, la última persona en reconocer su padecimiento es el alcohólico. Uno de los mitos más comunes que se escucha es el de creer erróneamente que la persona alcohólica es aquella que se queda tirada en la calle, sin dinero, sucio y desamparado. “Quienes ven a una persona-escriben los autores-en estas condiciones olvidan que antes de llegar a ese estado fueron ‘bebedores sociales’ que se enfermaron paulatinamente, enfermando al mismo tiempo a quienes le rodeaban”.
Por ejemplo, si un individuo al beber, aunque sea una vez al año, causa problemas, como choques o pleitos, se puede decir que es alcohólico. Por lo general, en estos casos la familia no se da cuenta de que su pariente está enfermo, ya que la mayoría del tiempo se comporta correctamente. Por otra parte, se suele olvidar el problema y pasado el tiempo, ya nadie se acuerda de lo ocurrido. En muchos casos se vuelve a invitar al afectado, con la esperanza de que quizás ahora ya habrá aprendido con la experiencia pasada. Esto trágica y desgraciadamente, es falso.
Negación de la enfermedad
La persona alcohólica tiene a sus familiares y allegados en constante zozobra y frustración, ya que ignoran a qué hora y en qué condiciones va a llegar a casa o cualquier otro lugar donde hayan acordado reunirse. Viven con el continuo temor de que algo trágico suceda. El bebedor les hace promesas, pero cuando las rompe los sume en la desesperación. Desbarata todos los planes sociales o recreativos que se hagan y, lo que es peor, generalmente lo hace a última hora. Esta conducta impredecible hace que se aíslen cada día más de su círculo social. La economía familiar se viene a pique, incluso en el caso de que el bebedor conserve el empleo, ya que derrocha sus ingresos en forma exagerada. A pesar de esto niega que sea alcohólico, y, cuanto más se agrava, con más violencia lo niega. Asume actitudes de abyecta dependencia y agresiva independencia. Exige la atención total de todos y rechaza cualquier mención de los problemas que provoca con su actitud.
El alcoholismo no respeta edades
El Dr. Jorge Llanes, prologuista de este libro, escribe: “El alcoholismo es motivo de preocupación no sólo para aquellos involucrados profesionalmente con la salud pública, sino para la comunidad en su totalidad, pues ha tomado en la actualidad proporciones realmente alarmantes. Desde épocas inmemoriales ha existido una gran variedad de costumbres de hábitos de ingestión del alcohol en la historia de la humanidad. Algunos relacionados con prácticas religiosas, otros como creencia de capacidades medicinales; en ocasiones la ingestión del alcohol es requisito de acontecimientos sociales importantes y otros. Cualesquiera que fuesen las motivaciones del consumo del alcohol, nos hacen pensar en él como de una fármaco-dependencia que causa conflictos individuales, familiares, sociales y económicos en nuestras sociedades, cuyo incremento ha sido en los últimos años importante, alcanzando no solamente a la población adulta, sino inclusive a la población juvenil”.
En este texto, el lector encontrará una guía para saber qué es el alcohol, cómo actúa en el cuerpo y la trayectoria del alcohólico desde que empieza a beber hasta que alcanza la fase crónica de su enfermedad, que puede acabar en la muerte. Algunos capítulos: Conocimientos básicos sobre el alcoholismo; Qué es el alcohol; Efectos del alcohol en el cuerpo; Efectos psicológicos del alcohol; ¿Quién es un alcohólico?; Comportamientos típicos del alcohólico; La familia del alcohólico; Mitos; Evolución y recuperación de la familia; ¿Qué hacer?, entre otros.
19/8/10
Soluciones para convivir con un alcohólico
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