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Diego Luna dirige
esta cinta basada en la vida de César Chávez, un activista de origen mexicano
que defendió los derechos de los campesinos en EU
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Esta coproducción
México-Estados Unidos se estrenará comercialmente el próximo 1 de mayo
Fueron muchas las motivaciones que
encontró Diego Luna para concentrarse durante cuatro años en la realización de
su tercer filme como director y recuperar la historia de César Chávez, un líder
de origen mexicano que luchó por los derechos de los campesinos en los Estados
Unidos.
La cinta protagonizada
por Michael Peña, América Ferrera, Rosario Dawson y John Malkovich, se
filmó durante 10 semanas en el estado de Sonora, donde se reconstruyeron los
años 60 y 70 en California, y se estrena comercialmente el jueves 1 de mayo.
Para Diego Luna, la película habla
sobre algo muy importante: la lucha pacífica que dio César Chávez en defensa de
los campesinos y surge con la idea de contar historias personales e íntimas
para enterarnos que no estamos solos. El movimiento de César Chávez salió a la
calle y conectó con el consumidor, ya que 17 millones de estadounidenses
dejaron de comprar uvas y se solidarizaron con la causa de los campesinos que
muchos habían decidido ignorar.
“Es un mensaje hermoso, si
salimos y contamos nuestra historia allá afuera hay gente que quiere
escucharla, que se conecta y se identifica, sobre todo cuando nos damos cuenta
que somos parte de algo más grande y de que tenemos un poder y una libertad
enorme”, precisa el director de las películas Abel y J.C Chávez.
Diego Luna espera que su más
reciente película “nos ayude a acercar la historia a la gente joven, sobre todo
porque es parte de nuestra historia, ya que cuando alguien cruza la frontera no
deja de ser de donde viene. Tenemos que sentirnos orgullosos de la historia de
César Chávez, porque es nuestra”.
Conseguir el financiamiento
para esta película fue gran reto de Diego Luna y su productora Canana,
gracias a muchos apoyos, entre ellos el de John Malcovich, se pudo lograr la
coproducción con los Estados Unidos.
El actor asegura que "César
Chávez nos recuerda la responsabilidad de ser ciudadanos, “creo que hicimos una
película que retrata cómo un país entero reaccionó frente un movimiento. Hoy
están pasando cosas en el mundo entero y no podemos dejar que la indiferencia
reine. Hay mucha gente que está luchando allá afuera y se trata de que no
se sientan solos y eso habla de la pertinencia de abordar este tema en el cine,
porque trata precisamente de la gente generando el cambio, la gente
involucrándose y me parecía muy emocionante registrar este proceso de
transformación”.
Esta película la hizo Diego Luna con
gran convicción, “porque para mí, la maravilla de poder dirigir tiene que ver
con quién eres, qué te preocupa, evidentemente tu discurso va cambiando
conforme vas madurando”.
En lo que si hay una constante en
relación a sus anteriores películas como director, es que “con la primera
película intenté hacer un documental sobre un boxeador y su relación con el
poder, y acabé haciendo la historia de un padre y un hijo; después vino Abel,
en el periodo que nació mi primer hijo y terminé haciendo un filme sobre la
relación de un hijo con la ausencia de su padre; y, con César Chávez también
hablo sobre un padre y su hijo".
“No sé si mi cine vaya a ser
monotemático, lo rico de las películas que estoy haciendo es que tiene que ver
con aquello que me preocupa, con temas que me interesan y hacer preguntas, el
cine de eso trata, de hacerle preguntas al público y esperar que la gente logre
encontrar las respuestas."
Cuando filmó su tercer largometraje,
Diego Luna reconoció la cantidad de prejuicios que él mismo tenía de la
comunidad México-Americana.
“Hemos dejado que la frontera nos
fracture, hoy en México nadie sabe quién es César Chávez, por eso el mayor reto
era trabajarla con la mayor veracidad”.
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