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«Es necesario leer muchas veces la biografía de Yasushi Inoue, el autor de Fūrinkazan, y comprobar una y otra vez que efectivamente se trata de un autor del siglo XX para aceptar que esta magnífica obra es en realidad contemporánea y no está escrita en el siglo XVI, en el que está ambientada. Porque es una obra que tiene ese poso de los clásicos, ese sabor de estar asistiendo a algo grande, intemporal, de estar tomando posesión de una herencia del pasado, de entrar en contacto con la tradición». Libros y Literatura, Andres Barrero |
«Una autobiografía construida con instantáneas y retazos de la memoria en un libre fluir de ideas, emociones e imágenes es lo que Margo Glantz regala a los lectores en Yo también me acuerdo. A la manera de Georges Perec, quien escribió Je me souviens (Me acuerdo), al igual que otros artistas como Pier Paolo Passolini o Zeina Abirached, la autora evoca su vida en un collage de hondos paisajes y triviales acontecimientos. Viajera, grafómana y lectora voraz, comparte una mirada a la punta del iceberg de su memoria». La Jornada |
«Abres el libro y en algún lugar ignoto chirría el gozne de una puerta. La tapa dura es la entrada a un castillo de los que pueblan las borrascosas cumbres de la imaginación, en el que bajo regios salones se esconde una sofisticada y perversa sala de tortura. Los diez cuentos que lo conforman son diez estancias góticas por las que deambulan personajes crueles que ya conocemos, presentados ahora a los ojos del lector adulto bajo una mirada nueva, sensual, violenta y sanguinaria. Y sí, también muy sugerente». Loreto Gutiérrez |
«Lo primero que debemos señalar es que la edición es deslumbrante. Se concede una importancia primordial a la imagen, tanta como a la palabra, por lo que estamos ante una obra fundamentalment visual. José Ángel Barrueco |
«Esta pulsión constante a lo largo del libro genera en el lector una impresión –poco habitual– de exactitud y esmero: sentimos que precisamente es ese texto el que debe seguir y no otro. Podríamos entender cada uno de los pasajes como un palimpsesto –manuscrito que conserva huellas de una escritura anterior–: algo del escrito pasado queda en su engarce. Y así, estos fragmentos –que son en la misma medida ensayos, memorias, relatos y poemas– van conformando una unidad múltiple: piezas de extensión idéntica que funcionan como ladrillos en la construcción de un hogar. Hogar de palabras». Isaac Magaña, Letras Libres |
«Sus historietas logran asombrar y conmover, ya sea por la inocencia que despliegan los personajes, porque estampan en la cara alguna verdad casi olvidada o porque logran desconcertar lo suficiente al lector para hacerlo pensar por un buen rato sobre lo que acaba de ver. Esta mezcla hace fácil que el lector se reconozca en alguno de estos seres». |
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