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28/9/14

El tiempo es una flecha y la flecha inventa su blanco a medida que se acerca a él. Wajdi Mouawad


Sedientos es una historia de pasión y sueños que alienta a buscar con rabia, rebeldía y amor nuestro lugar en el mundo.

 

A Boon, un antropólogo forense, se le pide investigar los restos de un joven que murió hace 22 años, abrazado a una chica, ambos de identidad desconocida y encontrados al fondo de un río congelado. Durante la investigación Boon se encontrará no sólo con la identidad de estos jóvenes, Murdoch y Noruega, sino también con sus propios recuerdos y sueños de juventud, que hacía ya muchos años creía muertos y enterrados.

 

¿Para qué levantarse por la mañana, bañarse, desayunar y salir de casa? Para qué si al día siguiente habrá que hacer exactamente lo mismo, y al siguiente y al siguiente y al siguiente y al siguiente y al siguiente y al siguiente y así por muchos años hasta que algo detenga la carrera de nuestra vida y seamos sepultados al lado de todos los sueños no cumplidos.

A veces el sentido de la vida está en una pregunta, una sola que nos haga decidir a tiempo lo que queremos hacer con el resto de nuestros días para ser felices: ¿Qué es aquello a lo que realmente deseo dedicar mi vida entera?

En esta obra, Wajdi Mouawad lanza de frente esta pregunta a partir de las historias de Boon, Murdoch y Noruega. Tres historias que confluyen en una, en un solo deseo: No renunciar jamás a tus sueños.

Además esta obra plantea una pregunta fundamental en medio de una vida avasallada por la cotidianeidad y la urgencia: ¿Cómo sería un mundo sin belleza? ¿Qué es la belleza y qué sentido tiene en nuestras vidas? ¿Cómo vivir plenamente si le damos la espalda a la belleza? Tal vez la vida, ese breve instante que apenas alcanzamos a comprender, sea la oportunidad para experimentar el misterio de la belleza.

 

“Hay que hacerse de una piel, tejerse la piel, un traje que como pergamino se extienda sobre nosotros mismo y sobre nuestros sueños. Un pergamino que más tarde sea descubierto en medio de las aguas congeladas del ártico, en uno de los glaciares más recónditos del mundo, develándole a otros –en otro tiempo- el misterio de su existencia.

Me gusta pensar que las historias que nos impactan, aquellas que guardamos en nuestros bolsillos durante el resto del camino, son historias que nos buscan y nos encuentran. No creo que aparezcan frente a nosotros de manera fortuita, creo que nos rastrean durante años para atraparnos de pronto en medio de la maleza de la vida cotidiana, para devorarnos y lanzarnos de nueva cuenta a la vida, con el beneficio de la esperanza, la fortaleza y la felicidad. Las historias llegan a nosotros, como aquellos sucesos que nos cambian para siempre la vida.

 

Ahí donde ningún hombre ha tocado tierra, ahí donde ningún hombre ha lanzado un grito, donde nadie ha llegado jamás, esta historia –SEDIENTOS- fue encontrada por ti. Y te dice frente a frente, que no debes abandonarte jamás, jamás abandonar tus sueños, tu pasión, tu voz. Te dice al oído que confíes en eso que habita en ti, esa parte tan secreta, tan pequeña y misteriosa que te hace avanzar aún, ese rescoldo de confianza y fuerza, esa flama suave y frágil que ilumina tus noches; esa es la llama que te abre los ojos por la mañana, que te llena de palabras la boca, que te recorre caliente por las venas. Esa parte es tuya, de nadie más. Y es lo único que quedará de ti hasta el final. Esa parte es la que realmente existe, esa parte es con la que otros contarán tu historia, su historia, y este breve instante de la humanidad que fue tu vida. “

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