Título:'El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos' ('The battle of five armies')
País: Estados Unidos
Género: Fantasía, aventuras.
Director: Peter Jackson
Reparto: Martin Freeman, Richard Armitage, Ian McKellen, Luke Evans, Evangeline Lilly, Orlando Bloom, Cate Blanchet, Hugo Weaving, Christopher Lee.
Y llegó el fin de otra larga travesía. Han pasado tres años y ya podemos hacer un balance de lo que ha supuesto este nuevo recorrido por la tierra media. Un tríptico que puede enlazarse sin demasiada dificultad a la primera trilogía estrenada una década atrás y que tanto nos marcó a cinéfilos aficionados a la fantasía medieval y la literatura de Tolkien.
Como ya predijimos en nuestra primera opinión, este formato para adaptar ‘El Hobbit’ no ha sido del todo satisfactorio: tres filmes con prácticamente 9 horas de duración en total para adaptar en pantalla grande un libro de apenas 330 páginas. A pesar de comprender la decisión empresarial y comercial de este sistema de exhibición, ya pudimos comprobar en los últimos compases de ‘La desolación de Smaug’ y en gran parte de metraje de ‘La batalla de los cinco ejércitos’ como ese “relleno” introducido a pesar de intentar ser coherente no acaba de estar al nivel de la prosa originaldel autor Sudafricano.
Un inicio tan fulgurante como desconcertante
Y es que el arranque de este tercer filme es completamente épico, con la llegada y el ataque de Smaug a Esgaroth (Ciudad del Lago) y su inevitable enfrentamiento con Bardo. Una secuencia excelente pero que nos hubiera encajado mucho mejor en el segundo episodio si se hubiera prescindido de alguna escena sonrojante (como la de la forja del gran enano de oro), sin embargo situada en este inicio nos deja una sensación extraña y hasta cierto punto (aunque parezca contradictorio con un dragón de por medio) un tanto fría.
Peter Jackson ha sido plenamente consciente que a falta de un argumento sólido (poco más podía adaptar) tenía que dotar a este episodio de épica y ofrecer un espectáculo a gran escala. En ese sentido no hay demasiada queja, ya que la película da lo que promete y entretiene en todo momento, además tiene una duración de lo más acertada (130 minutos). Sin embargo y tras un segundo capítulo algo decepcionante, la expectativa ya no era tan elevada, ni de lejos.
‘La batalla de los cinco ejércitos’ es una historia sobre el camino a la madurez, la importancia de ciertos principios como el valor de la amistad y los peligros que pueden suponer el poder y la ambición mal enfocados. También es un filme de grandes momentos (el desenlace con Smaug, el rescate de Gandalf, el enfrentamiento final al pie de la montaña solitaria) pero está repleto de altibajos.
Bilbo y Thorin se llevan los laureles
En lo positivo se puede mencionar que la tierra media está recreada tan bien como siempre, la inmersión en los mundos de fantasía de Tolkien es total y Jackson no abandona su libro de estilo que tan fiel ha seguido desde la ‘Comunidad del anillo’.También brilla con luz propia la dirección de actores, que están más implicados que nunca: Martin Freeman es definitivamente el mejor mediano del mundillo cinematográfico, la evolución del personaje de Bilbo es evidente, así como la gran importancia que tendrán sus decisiones durante los diferentes conflictos, demostrando una vez más que los hobbits son fundamentales en la tierra media.
Impresiona una vez más el trabajo de Richard Armitage en la piel del enano Thorin II, una vez coronado el rey bajo la montaña y cómo sucumbe ante la sombra de la codicia y el poder, para finalmente redimirse y volver a convertirse en ese líder al que seguir hasta la última de las batallas. El peso dramático del filme, situado entre actos, está bien sostenido por dos actores a tener cuenta para el futuro.
Luke Evans también suma a favor una vez asentado en el papel de Bardo, un personaje que adquiere un protagonismo importante en esta entrega. Por desgracia Ian Mckellen no tiene demasiado metraje para que disfrutemos de su Gandalf. Un tiempo que tiene sobradamente Orlando Bloom con Légolas o Evangeline Lilly con Tauriel, simplementepara justificar un inverosímil triángulo amoroso (con el enano Kili) que ni encaja, ni era necesario y no funciona como elemento de comprensión en la tensa relación entre enanos y elfos.
Efectos digitales hasta niveles de empacho
En lo negativo, además de su ya comentado dilatado montaje, podemos incluir la banda sonora que no llega a emocionar como en su día las partituras de ‘ESDLA’, a pesar estar bajo la batuta del mismo hombre: el canadiense Howard Shore. En las sombras también se puede incluir el uso abusivo del CGI de algunas escenas, que pretenden impresionar pero que en acumulación, agotan. En ese sentido el realizador de ‘Criaturas Celestiales’ ha abandonado su yo más artesanal, cuando en realidad en cuestión de efectos digitales en muchos casos, menos es más.
Este hecho se hace muy visible en la encarnizada batalla final, que ocupa más de un tercio de relato y que pretende ser todo lo épica posible, y aunque el espectáculo es gigantesco, ni nos llega, ni nos emociona. Entre otras cosas porque la película se convierte en un videojuego de estrategia militar de última generación, donde somos testigos indirectos de unos duelos definitivos y previsibles entre los personajes principales y sus antítesis (presentados con más o menos acierto en anteriores entregas) como Azog o Bolgo. Afortunadamente el clímax llega pronto y el momento de las despedidas (en forma de epílogo) es bastante acertado, además funciona perfectamente como nexo de unión con el arranque de ‘El señor de los anillos’.
Muchas dudas para un triste final
¿Qué hubiera hecho Guillermo del Toro con ‘El Hobbit’?. Soy consciente de que es una pregunta sin respuesta y fruto de la desazón y la tristeza que me produce esta nueva despedida a la tierra media. Pero sería injusto dejar de agradecer a Peter Jackson el esfuerzo de volvernos a llevar a los mundos creados porTolkien y que hemos disfrutado pero que por momentos también se nos han atragantado. El tiempo dirá si fue una oportunidad perdida...
Y es que las comparaciones no se resisten, no sólo con la obra original, sino con la suya propia. Puede que el realizador de ‘King Kong’, haya sido víctima del poder de los estudios (como Bilbo o Thorin con la influencia del anillo y la piedra del arca) y en su afán por equipararse a J.R.R. Tolkien, ha creado una obra menos trascendente, ambiciosa y profunda que la saga que le precedió y con el tiempo reconocida como una obra maestra del cine fantástico. Algo sin duda similar a lo que significa ese cuento infantil llamado ‘El Hobbit’ respecto a la magnitud como obra literaria de ‘El Señor de los A
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