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Ø Volando a México ha construido un puente intercultural entre pequeños de México y Estados Unidos, gracias al National Dance Institute y ConArte.
En el último día de función del espectáculo Volando a México, los niños y niñas de las escuelas públicas de Nueva York se arremolinan para entrar al Concert Hall de La Guardia High School. Todos son espectadores de calidad porque cada uno de ellos bailó durante todo el año. Son niños y niñas que descubrieron los secretos de la cultura mexicana en sus clases de artes, pero también en sus estudios sobre historia, literatura y geografía.
Antes de la función, Arthur, un maestro del National Dance Institute, comandado por Jacques D’Amboise, establece un diálogo con los miles de niños ya instalados en el teatro. ¿Qué aprendieron de México? Muchas manos se levantan. Los más ansiosos responden gritando.
Unos dicen que aprendieron sobre la historia del águila y la serpiente donde se fundó Mexico Tenochtitlan, palabra casi impronunciable para ellos, también que hubo una guerra de independencia contra los españoles y que Zapata defendió a los campesinos en la Revolución. Otros gritan que México inventó el chocolate. Otros más dicen que el día de muertos. Atrás, en el escenario, un gran calendario azteca atestigua el masivo diálogo en torno al México de ayer y hoy. El maestro continúa: ¿quién estudió sobre los zapotecos? ¿Sobre los mixtecos?¿Cuál fue la civilización más antigua de México? Unos hablan de los Olmecas, otros de los Mayas.
Poco a poco, han entrado todos. Volando a México está a punto de empezar en éste su último día de funciones. El ambiente del teatro no puede ser mejor, niños y niñas bailando para niñas y niños que también bailan. El programa de mano establece el diálogo bicultural. Son lienzos pintados por niños y niñas en El Centro Escolar Revolución de la ciudad de México, en un taller coordinado por Helen Stambler Neuberger del NDI y Marisa Lara y Arturo Guerrero del consejo consultivo de ConArte, los cuales se exhiben en el loby del teatro, junto con los que hicieron los niños de Nueva York.
El eje de la historia es la migración. Nahui, la madre de Megan y Luis los despide en el aeropuerto. Ellos van por primera vez a la ciudad de México a encontrarse con sus antepasados y con su origen. Las mariposas monarcas son los personajes que guían a los niños México-Americanos en esa travesía.
Las mariposas son los niños y niñas mexicanas que han viajado con apoyo de la Secretaría de Educación Pública a propuesta de ConArte, para participar en este espectáculo y en la experiencia escolar. Ellos estudian en cuatro diferentes escuelas primarias y secundarias del Centro Histórico de la ciudad de México. Su entrada al escenario marca el tono. Sus movimientos flexibles y en diferentes niveles e intenciones, hacen ver a unas inquietas mariposas que revolotean una tras otra en busca de su destino.
A ellos les sigue un solo de Alex, un niño oriental que bien puede llegar a ser un bailarín profesional. Su ejecución es impecable. El Gavilancillo es Oscar, quien introduce el primer elemento de la danza tradicional. La primera migración es la coreografía de Jenny Seham, también coordinadora general de Volando a México en Nueva York. El arreglo musical es de Fakir Ben-Hur uno de los maestros que viajó a México para los cursos de formación de maestros de ConArte.
En el lenguaje de la danza contemporánea está el México mítico, la tierra que da el maíz y el maíz que hace a los hombres y mujeres de este país. Jacques D’amboise y Jenny Seham se envolvieron en las hojas de maíz en el viaje previo a Oaxaca, que Lucina Jiménez, directora general de ConArte, les preparó y al cual les acompañó, a fin de que visitaran el Jardín Etnobotánico, donde Alejandro de Avila, su director, les mostró la relación entre el maíz criollo y la cultura milenaria de México. Esa idea fue retomada en las aulas neoyorkinas. Las coreografías son de Bianca Jonson y Arthur Fredric, con música de Tim Ribner, David Marck y Neal Kirkwood, músicos del NDI quienes visitaron la escuela de la música popular en la ciudad de México.
El ritual Maya está presente también interpretado por alumnos y alumnas del Celebration y Swat team, quienes reciben becas para estudiar danza, música y teatro en el National Dance Institute, fuera de sus horarios de clase y los fines de semana durante todo el año. Jenny Seham fue introducida por ConArte al día de muertos de manera vivencial en la ciudad de México, compró flores, puso altar, comió el pan. Ahora esta coreografía, puesta por Emily Meisner, pone en movimiento los huesos de varios bailarines calavera.
El espectáculo se ha creado durante un año escolar. La magia del teatro está presente. De un baúl saltan los revolucionarios que canana al pecho y rifle en mano, salen a representar el movimiento armado, en una coreografía de Mary Kennedy. El testigo es Emiliano Zapata quien permanece en silencio, mirando otro movimiento, en este caso el de la danza.
Sugeridas por ConArte, las piezas de Lila Downs, la Cumbia del Mole, Pachuco de La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, y parte del movimiento NorTec de Tijuana, son coreografías muy fuertes. La primera, diseñada por Mary Kennedy concita al baile a los niños y niñas quienes llevan el ritmo.
En la última de las funciones, la cumbia no deja en paz ni a los grandes empresarios, miembros del consejo del NDI, quienes mueven los pies, los dedos o los hombros en su asiento. Poco falta para que se pongan a bailar.
La coreograífa de Pachuco, de Ellen Weinstein, Directora Artística del National Dance Institute, enciende todavía más el entusiasmo del público. Los bailarines con niños y niñas de 4º grado, apenas entrando al programa, pero que bailan con una energía que contagia. Es la música, dice Ellen, desde el principio se conectaron con ella.
El Nortec integra a los niños de Conarte con los de Swat de NY. El ensamble se hizo en NY, pero la preparación de los niños y niñas se hizo en cada ciudad. Ahora bailan juntos como si siempre lo hubieran hecho. Cada grupo tienen una parte central, celebran la danza callejera, el ritmo urbano, la fusión de estilos, desde el tap, hasta pasos de la danza de la pluma y hip hop. Esta coreografía fue elaborada también en México y en Nueva York, intervinieron Jenny Seham y dos maestros de ConArte: Luis Villanueva y José Becerril. Los niños y niñas mexicanos la practicaron bailando en el Central Park, un sitio que fue su salón de ensayos durante este viaje y también su cancha de fútbol.
Los niños y niñas mexicanas han trabajado muy fuerte. La admiración por su coraje y su valor es comentario en todos los pasillos. La calidez de su trato ha conquistado la Gran Manzana. Ahora tienen amigos, compañeros de baile, cómplices. Técnicos, vestuaristas, padres de familia, coreógrafos y público que les aplaude con gran emoción. Hay llanto en los camerinos, largas filas de abrazos, promesas y sueños de regresar, compromisos de viajar a la ciudad de México. No se quieren despedir. Mejor se van juntos al cine, mexicanos y neoyorkinos. Un puente cultural y afectivo muy firme se ha construido.
En esta última función, nuestros niños y niñas dejaron el corazón en el escenario y en las almas de cientos de niños y niñas que ahora los miran diferente: los mexicanos son hombres y mujeres de maíz, han luchado por la tierra y para ser libres, tienen muchas lenguas y muchas comidas, nos han regalado el chocolate. La ciudad de Nueva York dormirá tranquila esta noche.
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27/6/08
Niños mexicanos conquistan con danza a la “Gran Manzana”
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