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La iglesia Católica es una institución tan poderosa como oscura. ¿Cómo ha logrado mantener ese velo de misterio en una sociedad como la actual que exige tanta información? Fernando M. González, autor de La Iglesia del silencio, de mártires y pederastas, revela en esta investigación los mecanismos con los que la Iglesia distorsiona la historia y oculta información, mediante el análisis de dos polémicos temas: la “fabricación” de guerreros mártires durante La Cristiada (1926-1929); y los casos de pederastia entre los sacerdotes. En entrevista exclusiva para Informanet, el autor comenta que en la actualidad estos temas no son tabú si le enfrenta desde el punto de vista de la exaltación de los mártires, con una falta total de espíritu autocrítico como se ha enfrentado por parte de la Iglesia Católica tanto local como nacional. En ese sentido no ha sido un tema tabú porque se dice que murieron por Cristo Rey, el pequeño problema es que nunca se dice que también ellos estuvieron dispuestos a matar o animar a otros a matar por Cristo Rey.
¿Mártires o guerrilleros?
“Lo que hago en la primera parte del libro-indica González-, es mostrar cómo hay tres memorias de los mártires de La Cristiada que se amalgaman como si fueran una sola: Miguel Agustín Pro, jesuita (el primer mártir de La Cristiada que fue beatificado en 1988) sabía que sus hermanos mandaban parque y armas para la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa (LNDLR) y él los animó moralmente. Lo que hicieron los jesuitas para poderlo beatificar fue quitarle toda esta parte de apoyo moral para que apareciera solamente dando su vida por Cristo, inerme ante las armas del Gobierno Mexicano. Pero, Miguel Agustín Pro animó a la lucha armada y animó a que otros mataran; y esta parte queda borrada. Esa es la condición para ser beatificado”.
La Iglesia miente
Por otra parte, el escritor asegura que la segunda generación de mártires que son 23, el Episcopado de Guadalajara y el Vaticano la fórmula fue para beatificarlos: “no sólo no estuvieron a favor de la lucha armada, sino que estuvieron en contra y murieron en una lucha entre hermanos, quedando ellos en medio”. Eso es la versión más oficial de la Iglesia, como si ésta no tuvo nada que ver en el asunto. La tercera generación, que es la que González trabaja en este libro es la de Anacleto González Flores, Luis Padilla, Miguel Gómez Loza, los hermanos Barba González aceptan la lucha armada, sobre todo, Anacleto González Flores y Miguel Gómez Loza. Éste último llegó a fusilar como gobernador cristero a 17 personas, sin embargo, el Vaticano volvió a utilizar la misma fórmula: “Fueron personas de paz”, “no estuvieron en la lucha armada”, “murieron entre la lucha de dos bandos pues quedaron en medio”. Esa es una de las mentiras máximas de tergiversación de la Historia.
Transfiguración de la Historia
Lo que hace González en la primera parte es ir analizando los documentos para ir probando cómo sí participaron, cómo el Episcopado aceptó la lucha armada, cómo después el Episcopado se envidió, cómo Roma dejó correr la lucha armada, y hasta 3 años después logró negociar copularmente con el Gobierno. Eso es lo que trata la primera parte de lo que el escritor llama “La Transfiguración de la Historia” de lo que sucedió para que el Episcopado de aquel tiempo quede totalmente exonerado de su responsabilidad en la lucha armada, y su participación indirecta , nunca los enconminó a tomar las armas, pero cuando el pueblo fue a consultarlo si las podían tomar, el Episcopado dijo: “Están en su derecho ustedes los católicos”. Como si ellos no fueran los obispos de los católicos. Hacen toda una operación de borramiento.
Un gobernador inepto
Emilio González Márquez anunció el 24 de marzo de 2008 en una rueda de prensa, acompañado del cardenal Sandoval Iñiguez, que donaría 90 millones de pesos del erario para la edificación del mencionado santuario, entregando un cheque con los primeros 30 millones. Intentando aparentar la perfecta división del trabajo entre los poderes civiles que y los supuestamente sólo espirituales, González Márquez justificó el donativo diciendo: “Sin desconocer que esta obra tiene objetivos espirituales de quienes lo impulsan, el gobierno del Estado ve la posibilidad de una gran derrama económica en la capital de nuestro estado. Cuando se dice que en el turismo religioso es importante en el mundo, que tiene capacidad de compra y deseos de visitar lugares nuevos, yo escucho derrama económica. Y este es el interés del gobierno del Estado en apoyar el proyecto del santuario de los mártires de forma decidida”.
“No obstante-subraya Fernando M. González-el gobernador de Jalisco, cuando era presidente municipal, sin pensar en las <
La famosa mentada de madre
El infatigable gobernador, no conforme con ese acto, decidió explicitar en una cena-el 23 de abril de 2008-, el denominado
“(...) Señor cardenal don Juan Sandoval, qué desmadre traemos. ¿Sí o no?, nos estamos haciendo famosos, don Juan (...) Digan lo que quieran, perdón señor cardenal, chinguen a su madre”.
El escritor de este libro comenta: Ahora bien, en su discurso, González Márquez se dirige en primer lugar a su pastor, el cardenal Sandoval, con quien juega puerilmente a pedirle disculpas por sus palabras. Quien mejor que su guía espiritual para que lo vaya purificando con absoluciones
Cómo se fabrican los mártires
La segunda parte está dedicada a otro tema muy doloroso para mucha gente, pues queda marcada para toda la vida, el escritor se refiere al tema de la pederastia, sobre cuerpos y almas violentados y luego silenciados. El libro como se ha dicho está dividido en dos partes: A, que son los mecanismos institucionales que usa la iglesia mexicana e internacional que son los mismos para tratar de ocultar las prácticas heterosexuales, homosexuales y, sobre todo, de las de la pederastia del propio clero, como las oculta y cómo hace cosas de una violencia pederasta donde se usa el sexo como poder. Además, para no tener que afrontar la sexualidad con honradez de su gente, la disemina y la manda (los pederastas) a otras parroquias sin avisarles a los siguientes. Es decir, sobre la violencia, la Iglesia Católica añade más violencia, y sobre esa violencia añade silencio. B, También habla sobre el caso Marciel Maciel, fundador de la congregación casi más poderosa que hay en México: Los Legionarios de Cristo, avalado mínimo por dos Papas, protegido a ciencia y conciencia por las cúpulas legionarias y las más altas autoridades del Vaticano. Estás son las dos partes de la segunda parte que trata sobre la pederastia. Es decir, González trata una parte nocturna de la Iglesia, cómo se fabrican los mártires, cómo se les deja la sangre y se les borra la pólvora.
El caso Marciel Maciel
“Lo que recibo-manifiesta González-es ninguneo y simplemente no te veo, no te oigo; jamás se han sentado (los altos jerarcas de la Iglesia Católica) a discutir seriamente, jamás, hasta el día de hoy. Tampoco me han amenazado, simplemente, ninguneo, esa es la estrategia”. Benedicto XVI, desde antes de ser Papa protegía bastante a Maciel, sobre todo, neutralizó el caso cuando le llegó en 1998 todo un dossier sobre el caso Marcial Maciel y lo bloqueó hasta diciembre del 2004 cuando vio que Juan Pablo estaba muy grave y que él podía ser Papable, además el caso ya se había vuelto internacional y lo tuvo que ventilar, pero lo tuvo bloqueado de diciembre de 1998 a diciembre de 2004. Cuando ya no tuvo otra Ratziger fue firmar un decreto donde Marcial Maciel se convirtió en una especie de tumor recortable para dejar libre a la legión de cualquier responsabilidad cuando ésta tenía toda la responsabilidad. Y para dejar libre a las tres instancias vaticanas, desde 1948 se fueron enterando, primero de la toxicomanía, de la manipulación del uso de la confesión y de la dirección espiritual que era Marcial Maciel con sus miembros y de la pederastia”.
Juan Pablo II cómplice de Maciel
Toda esta información está en el Archivo Secreto Vaticano; Ratzinger lo tenía a la mano, González lo tuvo a la mano. Para que no quede duda de si sabían o no (se puede corroborar en el anterior libro del mismo autor: Maciel Maciel, los Legionarios de Cristo, entrevistas y documentos inéditos).
Por su parte, Juan Pablo II fue cómplice a ciencia y conciencia de Marciel Maciel. El caso de Marcel Maciel es interesante porque podemos ver lo que es la complicidad de las autoridades eclesiásticas del más alto al más bajo nivel. A la vez, Marcial Maciel tenía tres hijos que iban al Vaticano y que Juan Pablo II les daba la comunión sabiendo que eran hijos del susodicho. Es lo último que afirmó hace tres meses el periódico ABC
Por: Héctor Medina Varalta
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20/12/09
Lo que la Iglesia oculta
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