Los Mormones, Capítulo 1

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Por: Héctor Medina Varalta

De acuerdo al testimonio del “profeta”-así lo llaman sus seguidores-, Joseph Smith la noche del 21 de septiembre de 1823 suplicaba al Señor en ferviente oración, habiendo previamente recibido una manifestación divina trascendental, mientras oraba levantó la cabeza y vio al ángel Moroni al pie de la cama. Moroni le entregó la ubicación de un juego de grabados de oro- un libro que contenía “La copia del eterno Evangelio”, tal y como fue entregado por el Salvador a los antiguos pobladores de América. El acontecimiento previo de José Smith, es que cuando tenía 14 años de edad, una mañana se adentró al bosque. Su “intención” era entrar en oración para saber cual era la religión verdadera. Mientras se encontraba en oración vio en el aire a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: “Este es mi Hijo amado, escúchalo”. Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. De este modo, Smith se dio a la tarea de organizar la “única” religión verdadera. El apóstol y dirigente de la secta, David O. Mckay comenta: “La aparición del Padre y del Hijo a José Smith es el fundamento de esta iglesia”.

Vidente invidente
Sin embargo, un minucioso estudio realizado por César Vidal Manzanares, en Cómo presentar el Evangelio a los Mormones, da por conclusión que “los propios testimonios mormones sobre la visión no han coincidido siempre. Así el 29 de mayo de 1852 el periódico Desert News publicaba unas declaraciones del profeta Smith en las que afirmaba que la primera visión la había tenido a los 14 años y que los que se le habían aparecido eran ángeles (ver Doc. 4del libro referido). Lo mismo afirmó Brigham Young, el profeta sucesor de Smith en el Journal of Discurses, vol. 2, página 171, Young señala que ‘el Señor no vino a Smith’ sino que en su lugar “envío a su ángel” (Doc. 5).

“Crisis de conciencia” de Smith
Por otra parte, tal vez para tener una aureola de beatitud, en La Perla de Gran Precio, Smith escribió detalles de su vida: Durante el segundo año de nuestra residencia en Manchester, surgió en la región donde vivíamos una agitación extraordinaria referente a la religión. Empezó entre los metodistas pero pronto se generalizó en todas las sectas de la comarca. En verdad, parecía afectar todo el territorio y grandes multitudes se unían a los diferentes partidos religiosos, lo cual ocasionaba no poca agitación y división entre la gente; pues unos gritaban: ‘¡He aquí!,’, y otros ‘¡He allí!’, unos contendían a favor de la fe metodista, otros a favor de la presbiteriana y otros a favor de la bautista. (...) Durante estos días de tanta agitación, mi mente se vio sujeta a seria reflexión y mucha inquietud (...). Con el transcurso del tiempo llegué a favorecer algo a la secta metodista, y sentí cierto deseo de unirme a ella, pero era tanta la confusión y contención entre las diferentes denominaciones que era imposible que una persona tan joven y falta de experiencia en cuanto a los hombres y a las varias cosas, como lo era yo, llegar a cierta determinación acerca de quién tendría la razón y quién no.

La traducción de las planchas
El 22 de septiembre de 1827 le fue permitido llevarse las planchas para su traducción-se encontraban en el Cerro de Cumora cerca de Manchester- y consiguiente publicación, con serias advertencias sobre su extravío, descuido, negligencia y uso distinto del señalado. También le fue indicado que no se las enseñara a nadie, y que cuando hubiera terminado la traducción, vendría de nuevo el ángel Moroni para llevárselas.
En junio de 1829 se terminó la traducción, publicándose el libro en 1830. La traducción española data de 1886, y es la misma que, revisada con ligeras correcciones, circula en la actualidad en la edición de 1952, publicada por Salt Lake City.

Los testigos abandonan la iglesia
En el Libro de Mormón se encuentra el testimonio de los tres testigos de la “revelación divina”: Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris, y también el testimonio de otros ocho testigos: Cristian Whitmer, Jacob Whitmer, Pedro Whitmer, hijo, Juan Whitmer, Hiram Page, José Smith, padre, HyrujmSmith y Samuel Smith. Sin embargo, todos los testigos (excepto los familiares del “profeta”), abandonaron más tarde el mormonismo, porque no creían que ésa fuera la iglesia verdadera.

Smith, mentiroso
El falso profeta escribió en el libro La perla de Gran Precio (edición 1982): “...Comencé copiando (el Libro de Mormón) los caracteres de las planchas, hasta un número considerable, y por medio del Urim y Tumin traduje algunos de ellos... el señor Martín Harris vino a nuestra casa, tomó los caracteres que yo había dibujado fijándome en las planchas, y partió con ellos a New York. Cuando Harris llegó, dijo: “Fui a ver al profesor Charles Anthon, de la Universidad de Columbia y le presenté los caracteres con su traducción. El caballero Charles Anthon es muy conocido por sus logros literarios. El profesor afirmó que la traducción era correcta, más que ninguna que él hubiera visto del egipcio. Entonces le mostré aquellos que todavía no estaban traducidos, y el dijo que eran letras egipcias, caldeas, asirias y árabes.

Refutación
Después de conocer las afirmaciones de Smith referentes al profesor Anthon, el señor Howe (quien realizó uno de los trabajos de investigación más complejos sobre el profeta mormón y los orígenes del mormonismo existente. Howe jamás ha sido refutado, y por esa causa es temido y odiado por los historiadores de la secta y por no pocos mormones contemporáneos), escribió al profesor Anthon a Columbia, y la carta que recibió en respuesta, y que está sacada de la propia colección de Howe, es una clara evidencia que a los mormones les gustaría que se olvidase. La carta empieza así:

La carta comprometedora
New York, 17 de febrero de 1834
Sr. E.D. Howe
Painseville

Estimado caballero:
Esta mañana recibí su carta del 9 del presente a la que contesto sin pérdida de tiempo. Toda esa historia de que yo haya afirmado que la inscripción mormona son “jeroglíficos en egipcio reformado” es totalmente falsa. Hace algunos años, un sencillo y aparentemente ingenuo campesino recurrió a mí con una nota del ahora difunto Dr. Mitchell de nuestra ciudad, pidiéndome que descifrara, a ser posible, un papel que me entregaría el granjero, y que el Dr. Mitchell confesaba haber sido incapaz de comprender. Tras examinar dicho papel, pronto llegué a la conclusión de que todo era una travesura, o quizá una broma. (...) Ese papel era una singular mezcla de garabatos, y contenía todo tipo de caracteres torcidos dispuestos en columnas. Había sido preparado evidentemente por alguien que tenía ante sí un libro con diversos alfabetos. En él podían verse letras griegas y hebreas, cruces y adornos, caracteres romanos invertidos o puestos de costado, colocados en columnas perpendiculares, y todo ello acabado en el tosco bosquejo de un círculo, el cual estaba dividido en varios compartimientos adornados de diversas marcas extrañas, y evidentemente copiado del calendario mexicano dado por Humboldt, aunque de tal manera que no delatara su fuente de procedencia (...). Acabo de darle a usted una declaración completa de cuanto sé acerca del origen del mormonismo, y quisiera rogarle, como un favor personal que publique esta carta inmediatamente en caso de ver mi nombre mencionado otra vez por esos pobres fanáticos.

Atentamente
Charles Anthon, Doctor en Derecho
Universidad de Columbia

Plagios Bíblicos
Cristo en Galilea escogió a los doce apóstoles como continuadores de su obra. A ellos les confía la gran misión según el texto evangélico: “Id y enseñad a todas las naciones ..., enseñándoles a guardar todo cuanto yo os he mandado, y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 19-20). Sin embargo, los mormones aseguran que Cristo vino a América y escogió a otros doce apóstoles entre los nefitas e instituye de nuevo la Eucaristía.
El baile de Salomé que pide la cabeza de Juan el Bautista, está reproducido por el baile de la hija de Jared (Eter 8,9-17). “Y la hija de Jared bailó delante de él y le agrado de tal modo que la deseó por esposa. Y aconteció que dijo a Jared: ‘Dámela por esposa’. Y Jared le dijo: “Te la daré, si me traes la cabeza de mi padre, el rey”.

La opinión de la Iglesia
El Padre Ernesto P. Bravo en su libro Los mormones hace un análisis demasiado interesante del Libro de Mormón: El Libro está lleno de citas y extractos del Nuevo Testamento aun en las partes que corresponden a la época anterior a Cristo. Según Smith, esto ocurrió en el año 83 antes de Cristo: ‘Si os tocase morir en este momento, ¿podrías decir dentro de vosotros, que habéis sido suficientemente humildes? ¿qué vuestros vestidos han sido lavados y blanqueados en la sangre de Cristo que vendrá para redimir a su pueblo de sus pecados? ... Os digo que no estáis preparados para comparecer ante Dios. He aquí, debéis disponeros prontamente, porque el reino de los cielos se acerca y el que no esté preparado no tendrá vida eterna. (Alma, 5:27,28) .
En seguida- agrega el sacerdote-, reconocemos expresiones típicas y exclusivas del Apocalipsis, de San Mateo y de San Juan barajadas en un texto que se supone anterior al Nuevo Testamento (...) Cristo en Galilea había escogido a los doce apóstoles como continuadores de su obra. A ellos le confía la gran misión, según el texto evangélico: ‘Id y enseñad a todas las naciones..., enseñándoles a guardar todo cuanto yo os he mandado, y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin de los siglos’ (Mateo 28, 19-20).

Ni Shakespeare se salva
En el libro (2 Nefi 1:14) se halla la frase solemne: “La fría y silenciosa tierra de donde ningún viajero puede volver” (que es un monólogo de Hamlet, acto III). Los investigadores del mormonismo, y muy en particular E. D. Howe, Pomeroy Tuker y William A. Linn coinciden en que el Libro de Mormón, es probablemente, una conexión entre dicho texto y algunos de los escritos de Salomón Spaulding, pastor retirado al que se conoce como autor de una serie de romances, con trasfondo bíblico. Otros investigadores como A. Shook que escribió El verdadero origen del Libro de Mormón, expone: “El testimonio de John Spaulding, hermano de Salomón, y Martha Spaulding, esposa de éste, quienes sostienen que la porción histórica era de su hermano y de su esposo respectivamente.

Otro engaño, el bautismo de los difuntos
La teología mormona enseña que los espíritus de la gente difunta no pueden entrar en el reino celestial hasta que un mormón es bautizado en lugar de ellos. Esta doctrina es la razón de que los adeptos busquen ansiosamente reconstruir los árboles genealógicos familiares con la esperanza de poder bautizarse por sus antepasados muertos y así abrirles la entrada al cielo. Históricamente esta práctica no se ha dado nunca en el cristianismo, aunque parece que sí se produjo entre los marcionistas, una secta en la que se mezclaban elementos del cristianismo y del ocultismo, como en el caso del mormonismo.

La “biblia” de Smith
Jay Jacobson en El mormonismo refutado, comenta que Smith rescribió toda la Biblia. En una de las páginas de esta “versión” tan singular se aprecia: Las Santas Escrituras, Traducidas y Corregidas por el Espíritu de Revelación por Joseph Smith, hijo, el Vidente. Dicha “biblia” la publica la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los últimos Días, de la ciudad Independencia del Estado de Missouri. Como es de suponer, esta “biblia” tiene alterados algunos textos. Por ejemplo, en Génesis 50, 33 dice: Y a este vidente lo bendeciré y los que procuren destruirlo serán confundidos; porque esta promesa os doy, porque os recordaré de generación en generación; y su nombre será José, y será según el nombre de su padre, y él será semejante a vosotros, porque la cosa que el Señor realizará por su mano llevará a mi pueblo a salvación.

Disparates de los mormones
Dios es un (...) “hombre santo y exaltado; un personaje resucitado con un cuerpo palpable de carne y hueso” (Bruce McConicie, Mormon Doctrine, página 250). “Si nuestro Padre Dios decidiera caminar por uno de estos pasillos (del tabernáculo de los Santos de los Últimos Días) no lo distinguiríamos de uno de la congregación. Verían a un hombre (Brigman Young, Journal of Discurses Vol. 2, Página 40).

Por Dios, cuantos dioses
Algunos han dicho que soy muy presumido al decir que el Hermano Brigman fue mi Dios y Salvador, el Hermano Joseph fue su Dios, y el que le dio a joseph las llaves del reino fue su Dios, el cual fue Pedro. Jesucristo fue su Dios y el padre de Jesucristo fue Adán (Journal Wilford Woodruff).

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