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Edwige escribe: Cuando un niño pinta en mi consultorio, o en el de algún colega, envía siempre mensajes codificados. Cuando los adultos hablan, los pequeños oídos captan las emociones. El niño responde mediante trazos y nos entrega-si estamos atentos y no somos arrogantes-su mundo íntimo de impulsos, arrebatos y deseos. Ésta es la razón de que se diga coloquialmente que los dibujos son el teatro interior del niño, pues ilustran su pensamiento en un verdadero soñar despierto. El dibujo de un niño, ya sea occidental, africano o asiático, sigue la misma evolución… es universal. Es un lenguaje común, un reflejo de emociones arcaicas que comienzan en lo más profundo del vientre materno. Después, en función de juegos y dramas vividos con sus padres o con sus amigos, en su vida escolar, las emocio0nes experimentadas se vuelven específicas en cada caso.
El dibujo es el lenguaje del niño, no solamente porque no tiene las palabras para expresar sus emociones, sino sobre todo porque no tiene derecho de pronunciarlas, se le niega por miedo a perturbar su entorno y a sus padres. Seguramente la violencia de ciertos dibujos puede sorprender al lector. Sin embargo, los dibujos son para el terapeuta lo que los sueños para el psicoanalista de adultos: una sutil y rica comunicación, sólo que sin palabras. Los dibujos libres han sido utilizados en la cura mediante el psicoanálisis por otros terapeutas, en particular Madeleine Rambert y Françoise Dolto. Hoy prácticamente todos los terapeutas recurren a los dibujos, y los padres a veces se asombran: “¿De qué sirve? ¡No hace otra cosa que dibujar!”
El niño también nos entrega sus emociones sin engañar. Incluso si tiene a los padres inclinados sobre su hombro, el dibujo, con su imagen de ligereza, lo protege de la gravedad del decir. Hasta que nos quedamos solos, el niño cuenta eso que sus manos trazaron acerca de sus fantasmas.
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Cuando usted le lleve al analista los dibujos de sus hijos, es conveniente que los tenga fechados y con sus comentarios inscritos en reverso, pues será útil para la interpretación y, así mismo, darán la clave de sus emociones. ¡Eso sí, jamás lo oriente en el dibujo! No le aconseje los colores, no lo incite, sobre todo, a dibujar de otro modo. Deje que los conflictos se expliquen y se liberen en el dibujo. el dibujo de un niño no se juzga. Su niño no está "bien" o está "mal" en dibujo. A Edwige le aterra ver cómo compraran producciones infantiles y hacen pedazos el dibujo de un
niño. con el pretexto del grafismo se evalúa en lo emocional a quien destaca, y es un verdadero crimen contra la imaginación. para dar rienda suelta a la creación, su fórmula mágica es: "¡Adoro los dibujos mal hechos!", y entonces, la pequeña mano se posa y se libera. cuando un niño dibuja, es siempre para dirigirse a alguien, pero no forzosamente a la persona presente. es una relación imaginaria, en la que da una parte de sí. Y cuando le trae a Edwige un dibujo o se lo deja al final de la conversación: "¡Ten es para ti"!, ¡ella conserva siempre ese infinito tesoro!"
Un bello libro lleno de colores, esencial y accesible para todos los padres que se interesan por el desarrollo de sus hijos. por otra parte, endira es un sello editorial mexicano, que satisface la demanda de libros de interés general orientados a un público lector adulto, que busca en la lectura, tanto una forma de entretenimiento como una fuente de información
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