Paul Bowles. El Cielo
Protector
Sobre CIELOS.
4ta parte de la Teatralogía LA
SANGRE DE LAS PROMESAS
Para llegar a arrancarse los ojos hay
que haber vivido previamente en una ceguera. Si bien yo estaba consciente de
que Cielos era la última parte de un cuarteto iniciado con Litoral, Incendios y Bosques,
no podía imaginarme que su conclusión iba a ser no una palabra, sino un grito.
En efecto, es un llanto desarticulado lo que se deja escuchar en los últimos
instantes de Cielos. Ese alarido cierra la puerta de la Sangre
de las promesas.
Cuando durante los últimos días de
ensayos pusimos en escena ese grito, no me daba cuenta que ésta era la frase
que faltaba y que yo estaba intentando encontrar en los meandros de las
palabras y de la belleza. Fue en el preciso instante en que John Arnold, el
actor que interpretaba a Charlie Eliot Johns en mi puesta en escena, lo vociferó
por primera vez, con el dolor y la potencia insensata de la cual él es capaz,
que me di monstruosamente cuenta de hasta qué punto ese grito, desde hace mucho
tiempo callado en mí, pena tras pena, se había sedimentado bajo la capa opaca
de las razones y de las aceptaciones, en la resignación de las tristezas, que
quita todas las esperanzas en el mañana.
La hipotenusa es esa diagonal
fabulosa que une en su punto más lejano dos segmentos que están ligados en su
base por un ángulo recto. Dos seres a quienes todo los separa sólo pueden ser
unidos por un gesto diagonal que es el gesto hipotenusa. En ese sentido, el
grito de Charlie Eliot Johns es un grito hipotenusa, puesto que une Cielos a Litoral, Incendios y Bosques.
Contrariamente a las otras tres, Cielos no
sustenta ninguna referencia al pasado, ni a la infancia, ni a los orígenes de
los protagonistas. Cielos no es un grupo de actores
interpretando cada uno varios personajes,Cielos no hace convivir ni
dialogar a los vivos con los muertos, Cielos no fue pensada en
una relación frontal, sino en un contexto escenográfico que integra a los
espectadores en el cuerpo mismo de la representación.Cielos no se
preocupa por las historias secretas de las familias, Cielos finalmente
no pone en el centro de su relato a un personaje salido de la adolescencia.
Incluso, son precisamente los argumentos “salvadores y consoladores” que se
encuentran en Litoral, Incendios y Bosques los
que serán los causantes del dolor de Charlie Eliot Johns. De tal manera que
todo separa a Cielos de las otras tres primeras obras, y
puesto que todo o casi todo las separa, el grito surge en su instante, en su
diagonal, para crear el vínculo y dar nacimiento a ese cuarteto al que he
querido titular La sangre de las promesas.
A todos aquellos que participaron en
este viaje que ha sido la escritura y puesta en escena de esta teatralogía,
desde la creación de Litoral hasta la creación de Cielos,
quiero desearles un buen camino. Estas obras darán testimonio de lo que
habremos vivido juntos.
WAJDI MOUAWAD
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