** Activa promotora del deporte ciencia y de
iniciativas educativas que lo incluyen en la enseñanza, actualmente se
encuentra en el número 45 del ranking mundial
En esta entrevista, la mujer que derrotó a Kasparov,
habla de la comida mexicana y de sus padres; del conformismo humano y de la
batalla de las mujeres, que deben ganarla primero ante ellas mismas.
Fotos de Graciela Manteiga, cortesía de
Chessbase.com
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-Eres muy buena en el ajedrez ¿En qué no eres buena?
Judit Polgar (Budapest,
Hungría, 1976) considerada la mejor jugadora de ajedrez todos los tiempos, se
queda pensando, se rasca la cabeza, juega con su pelirrojo cabello, mira hacia
varios puntos y después de un largo silencio responde sin titubear: “En nada”.
Como si cada respuesta fuera un
movimiento de una partida cuidadosamente estudiada, Polgar medita siempre sus
comentarios. Pareciera que nunca se siente en jaque. No se permite salirse de
guión, busca el equilibrio, pero disfruta de la ironía.
“Estoy muy acostumbrada a la
fama. No sé si podría vivir sin ella. Quizá lo único bueno de no ser famosa es
que no sufriría dando entrevistas”, dice la Gran Maestra quien la noche anterior
fue perseguida en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario
(CCU) por decenas de fans que hacían todo por obtener una fotografía, un
autógrafo o aunque fuera una sonrisa de esta celebridad que se encuentra en
México invitada a la Segunda Gran Fiesta Internacional de Ajedrez UNAM 2012.
Aunque preferiría estar
recorriendo alguna calle histórica de la Ciudad de México, la jugadora se
encuentra en el lobby del hotel en el que se hospeda al sur de la Ciudad,
platicando pacientemente con periodistas de diversos medios de comunicación.
Sabe que es parte del “show” y lo asume con paciencia.
Le gusta mantener informados a
sus seguidores y para ello también utiliza su cuenta de twitter @gmjuditpolgar:
“La comida mexicana es deliciosa! Sólo tengo una pregunta. ¿Se supone que esto
es el desayuno, la comida o la cena?” y “Mmmmm. Magnus se ve emocionado”,
escribió este jueves, tras su encuentro con su colega Carlsen, quien también
participa de esta celebración ajedrecística.
Que sus padres pensaban que los
“genios no nacen, se hacen” y que para comprobarlo educaron a sus tres hijas en
casa, desarrollando su inteligencia a lo máximo; que nunca quiso auto limitarse
jugando competencias exclusivas para mujeres; que a los 15 años obtuvo el
Campeonato de Hungría y se convirtió en la ajedrecista más joven en conseguir
el título Gran Maestro; que llegó a ser la octava en el top ten del ranking de
la FIDE; que se casó con un veterinario; que cambió los torneos por la
maternidad de dos hijos; que escribe una trilogía para amateurs sobre cómo
jugar ajedrez y que gran parte de su vida la invierte en la promoción de
programas de enseñanza de esta disciplina son algunos de los aspectos que
repite puntual en sus charlas.
Aunque naturalmente la mayor
parte de sus actividades giran alrededor del ajedrez, desde que dejó de ser
profesional destina pocas horas al juego. Está más ocupada colaborando en la
realización de documentales sobre su familia, en la promoción de este deporte y
en la puesta en marcha de iniciativas educativas. Sólo dedica unas cuatro horas
cuando va a tener un torneo. La atleta se encuentra hoy en el número 45 del
ranking mundial.
“Cuando has estado tanto tiempo
en el top ten, quieres hacer otras cosas, no puedes quedarte ahí todo el
tiempo. Así que decidí tener una familia, me gusta cocinar, disfrutar de la
vida cotidiana y he cambiado mucho mi estilo de vida. Sinceramente siempre,
desde chica, había querido tener hijos”, dice.
Esta mujer de manicure
impecable y perfecta combinación roji-negro, piensa que no es una cuestión de
instituciones que en pleno siglo 21 la Federación Internacional de Ajedrez no
considere aún como cotidiana la competencia entre jugadores de ambos sexos.
Para ella el origen de la desigualdad está en las mujeres.
“Son las mujeres las que
tendrían que cambiar porque no quieren enfrentarse a los hombres. Les da miedo
y están mucho más cómodas sin hacerlo porque de todos modos pueden ganar dinero
compitiendo entre ellas aunque el nivel sea muy bajo y básico.
“Sinceramente no creo que esto cambie porque viven en el
confort. No les interesan retos más grandes. Mi caso fue una excepción porque
mis padres me enseñaron a jugar con quien estuviera a mi nivel
independientemente de su género. Desde chica fui una gran jugadora así que para
mí es normal buscar retos más allá”.
Aunque su afirmación supondría
que todas las mujeres son conformistas, asegura que no es una cuestión de
género.
“El conformismo es un estado
del ser humano. Toda la gente es conformista porque lo que en general quiere es
estar cómoda y buscar los caminos más fáciles en la vida. Insisto, siempre hay
excepciones de personas que superan retos que el promedio no pasa.
“Aunque también disfruto la
comodidad, al final del día mi naturaleza es diferente, a veces pienso que me
gustaría quedarme quieta, pero mi cabeza necesita siempre nuevos retos”.
Su observación sobre los seres
humanos no es ajena a su profesión. Polgar asume el ajedrez como un ejercicio
psicológico puesto que su experiencia consiste en intentar ver dentro de la mente
del oponente las jugadas que puede plantear.
“Yo no veo sólo lo que pasa en
el tablero. Investigo desde antes al oponente, quién es, su historial de
estrategias y de ese modo lo reto psicológicamente.
“De hecho, cuando ganas una
primera ronda sabes que el otro se siente vulnerable y es entonces cuando
tienes una ventaja psicológica. Ahí puedes ponerte a la ofensiva y jugar más
agresivo”.
Ese mismo método es el que
aplica en la vida cotidiana, siempre busca pensar lógicamente para producir
soluciones creativas. Pero aunque el juego de esta deportista se caracteriza
por ser de ataque, en el día a día no es así.
“El impulso es una actitud poco
ajedrecística. Tengo mi temperamento como cualquier persona, pero en realidad
son normalmente calmada, si me enojo no aviento cosas, sólo me gusta decir lo
que pienso. En general soy mucho más racional que emocional”.
Incluso, cuando tiene que
lidiar con las derrota, lo hace tranquila. Si viene de alguien que no le
representa un reto, no le importa, pero si es alguien que le merece respeto,
puede sufrir.
“Pero sólo un ratito, ¿eh?”,
aclara la atleta quien se enfrenta este sábado al mexicano Manuel León Hoyos
(Mérida, 1989), en un cuadrangular, cuya final tendrá lugar este domingo a las
11:00 horas en la Sala Miguel Covarrubias del CCU.
El prodigio Magnus Carlsen (Noruega, 1990), número uno del
mundo y a punto de batir el registro de puntos Elo del mítico campeón ruso Gary
Kasparov; la húngara Judit Polgar (1976)
considerada la mejor jugadora de la historia; Lázaro Bruzón (Cuba, 1982)
calificado uno de los mejores ajedrecistas de Latinoamérica, y el Gran Maestro
Internacional mexicano Manuel León Hoyos (Mérida, 1989), harán gala de su
habilidad frente al tiempo, así como de su memoria fotográfica.
Aunque en un ejercicio lúdico
se le plantea la posibilidad de elegir caminos diferentes a los marcados por su
historia, no le interesa aceptar el reto.
-Si mañana te dijeran que no puedes jugar ajedrez ni
hacer nada relacionado con este deporte ¿Qué harias? ¿A qué te dedicarías?
Eso es algo imposible de
imaginar. No quiero pensar en ello porque es algo poco probable.
-¿Qué cambiarías del proceso o método que tus padres
siguieron contigo y tus hermanas?
No está en mi posición decirlo.
Cada quien educa a sus hijos como puede y las circunstancias de hoy son
diferentes.
Hoy ella intenta pasar “tiempo
de calidad” con sus hijos, aunque viaja demasiado. Algo que sí retoma de la
formación que sus padres le dieron, es la promoción del aprendizaje de diversos
idiomas.
“Claro que hay mitos alrededor de mi historia
y la de mi familia. Han creado una idea romántica. Pero no me importa, depende
del periodista que está escribiendo. No tiene trascendencia que no se escriban
cosas ciertas”, dice con desdén, aunque aclara que es común que lo que ella
afirma se malinterprete.
“No importa, porque en el fondo, lo que me
hace feliz es que alguien más se interese sobre mi vida, mi carrera y mi forma
de jugar”, agrega.
Fotos de fotos de Graciela Manteiga, cortesía de
Chessbase.com
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