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20/5/08

La diabetes, reflejo y consecuencia del desorden….

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Por: José Pedro Santiesteban Oliva

La vida en aglomerados urbanos como la zona metropolitana de la ciudad de México, impone circunstancias particulares debido a las dimensiones del espacio habitado. Por ello, día con día los grupos socioeconómicos que trabajan en plantas ubicadas en el extremo opuesto de donde se encuentra su dormitorio, se ven en la necesidad de someter a su organismo a exigencias que socavan su salud. Hasta ahora, existe una gran alarma por las consecuencias de la diabetes, que parece ser el caso más dramático por el grado de deterioro que le ocasiona al ser humano, a saber: pérdida de la vista, afecciones renales, mutilación de miembros, lo que disminuye de manera notoria la calidad de vida del paciente y que en la actualidad son los que se mencionan, aunque no debería de descartarse las repercusiones en otros órganos vitales, que son irrigados por una sangre con elementos tan dañinos como la glucosa en concentraciones elevadas. Pues la glucosa en si es necesaria.

Las causas que llevan al ser humano a tales extremos los podemos describir con el siguiente ejemplo, en donde se trata de reproducir un día típico de un trabajador de salario mínimo que vive en el extremo oriente de la ciudad y trabaja en el extremo nor – poniente, que es donde se encuentra la mayoría de la industria y que puede ser extrapolado a otras circunstancias, incluso hasta del ámbito rural en donde los desequilibrios y el desorden no son ajenos.

Traslados prolongados y costosos aunque se diga lo contrario, son tan solo el punto de partida de una jornada de los trabajadores con bajos ingresos quienes por la hora de entrada y la inseguridad, tienen que resignarse a iniciar el viaje sin haber tomado alimento ni agua, por la inapetencia por un lado y como previsión a que si tienen necesidad de micción en el trayecto, implicaría primero perder el sitio en el transporte público que con tanto esfuerzo consigue, después tener que esperar un transporte incierto e ineficiente como el que se tiene en el país. Además, será necesario que pague por el servicio de sanitario público, si lo hay o que se exponga a aliviar la necesidad en la vía pública, en donde además de generar contaminación y focos de infección, puede ser eventual víctima de la autoridad poco competente, abusiva, arbitraria y peor capacitada que lo extorsiona con el argumento de que atender una necesidad fisiológica es un atentado al pudor y una falta a la moral, ésta última más acorde con el comportamiento de los oficiales y sus jefes. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, el tiempo que le toma efectuar todas estas acciones y reincorporarse al transporte puede convertirse en la ocasión de ser sancionado y castigado en el sitio de trabajo por llegar tarde.

Una vez que llega al trabajo, a lo largo de la jornada tiene que administrar la ingesta de líquidos ya por el precio y la calidad, que es muy superior la del agua a la de una gaseosa que además le proporciona energía para su labor, y opta por ésta última sin advertir del grave daño que en el tiempo le podrá generar; horas antes del término de su jornada deberá de suspender los líquidos como preparativo para emprender el regreso al hogar con el desembolso mínimo. Así podemos observar a detalle como algunas personas se ven en la necesidad de someter a su cuerpo a realizar todas las funciones orgánicas en condiciones extremas, con un elevado contenido de nutrientes pobres y mal balanceados, en donde predominan los azúcares, harinas, lípidos y sales que solo con la ayuda de las propiedades del agua reaccionan primero para ser administrados a todos los órganos en las concentraciones adecuadas y que a través de los sistemas de filtración y expulsión, eventualmente podría desechar los excedentes nocivos y tóxicos por medio de las diferentes vías que la naturaleza le proveyó, para mantener el equilibrio o lo más parecido a ello, en esa maravilla que es el organismo humano y que pareciera nos empeñamos en destruir con todas las acciones que emprendemos, para intentar vivir “mejor”.

La llegada al hogar, podría convertirse en la ocasión de reponer en el organismo los nutrientes y líquidos para soportar el trágico destino. Sin embargo, el presupuesto disponible aunado al cansancio acumulado, falta de tiempo y un largo catálogo de circunstancias les impide emprender las acciones adecuadas para paliar con todas estas anomalías, al tiempo que se intenta satisfacer las necesidades de la familia. No menos crítico es el hecho de que por la ubicación del hogar, o no cuenta con agua potable, o la que se le ofrece como tal es de dudosa calidad, maloliente y colorida; lo que lo inclina a rechazarla y recurrir una vez más a las gaseosas que contienen químicos, azúcares y sustancias que pueden tener efectos nocivos primero y consecuencias debido a que no se le proporciona al organismo el líquido vital y depurador que es el agua. A todo lo anterior, se le añade la agravante de que en breve y sin que el proceso metabólico haya concluido, se acuesta a dormir, lo que no ayuda a dotar a todo el cuerpo del movimiento y ejercicio que le puede auxiliar en las tareas de cada órgano y del sistema digestivo y circulatorio, por lo que permanecen altas concentraciones de sustancias nocivas, con lo que puede dar ocasión para la acción destructiva del organismo.

Por si no fuera suficiente, el fin de semana y a veces antes, ingiere bebidas alcohólicas ya para convivencia social o como la única vía accesible para tratar de olvidar un destino tan cruel, con lo que le proporciona, a su ya mermado cuerpo el alcohol que procederá a deteriorar algunas partes internas que todavía pudieran estar sanas. Por usos y costumbres se acompaña la ingesta de bebidas alcóholicas con alimentos que tienen elevadas concentraciones de sustancias nocivas y los más de ellos carentes de valor nutritivo como se podría constatar en la etiqueta de cada producto de su dieta.

Lo hasta aquí descrito ofrece una visión parcial del desorden urbano, social, económico, cultural y educativo del ciudadano común y de su entorno, y sin pretender que sea una verdad absoluta, ofrece una panorámica que no debería de ser soslayada ni por el sector salud ni por los investigadores en el campo de la medicina, con objeto de buscar una solución amplia a una problemática tan compleja que tiene tantas aristas y que por las graves consecuencias que representa para el país, deberá de conjuntar la participación de todos los que dispongan de alguna sospecha respecto a los orígenes y las causas de esta epidemia mundial. Asimismo, es posible que mucho de lo aquí descrito no coincida con el pensamiento de los estudiosos, sin embargo, dada la gravedad de la pandemia, bien se haría en no soslayarlo y, con toda la metodología científica disponible proceder a validar, ampliar o desechar según sea el caso.

En mi carácter de técnico en transporte, urbanismo y planeación; además de conocimientos elementales sobre naturismo, sugiero que se pongan en práctica a reserva de mejores propuestas, las siguientes acciones:

1) Que las disposiciones respecto a los alimentos industrializados sean más enérgicas en cuanto al mensaje que se envía a la población, con las alertas respecto al daño que su consumo ocasiona y no solo sugerir que se alimenten sanamente.
2) Emprender campañas educativas orientadas a la alimentación, que tomen en cuenta las restricciones económicas y de tiempo de preparación de los alimentos por parte del usuario.
3) Mejorar las condiciones de transporte, para que sean eficientes y realmente económicos para las clases más desprotegidas.
4) Dotar a las zonas urbanas con mamparas y letrinas públicas gratuitas de fácil aseo, tal vez con las aguas tratadas y el sistema que se emplea para regar prados y jardines, sin por ello clausurar los sanitarios públicos con que en la actualidad se cuenta, sino como complemento a un servicio de primera necesidad que debe de ser accesible a todos.
5) Mejorar los sistemas de dotación de agua potable, para que todos dispongan de la calidad del líquido apto para beber y se redistribuyan las aguas tratadas para usos en donde actualmente se dilapida como lavado de autos, riego de jardines, aseo de casas y banquetas, y todavía más reeducar a la población para que entienda que estas últimas no requieren de riego; así como sobre el valor y uso del agua potable.
6) Exigir en transportes públicos masivos como el metro, el imperativo de ofrecer servicios sanitarios al interior como complemento del entorno urbano que intenta atender, para elevar la calidad de vida del ciudadano.
7) Exigir que las estaciones de servicio que expenden gasolinas, en realidad ofrezcan sin discriminación, los servicios sanitarios a todo el público tal y como se comprometieron al recibir la concesión.
8) Instalar bebederos de agua potable, si no en las aceras, al menos en todas las construcciones comerciales, como parte de las nuevas exigencias en que la salud como rectora de la actividad pública debería de constituirse, para que no se deje de lado la consideración del ser humano en todas y cada una de las acciones que se emprenden y que no es hasta que ocurren catástrofes como está, que se alarman e intentan iniciar el proceso para corregirlo, si es que lo llegan a proponer, y éste no cae en los innumerables procedimientos legales para darle validez, y que lo posterga por años.
9) Que las aguas negras sean tratadas antes de ser remitidas al cauce de los ríos, para que las hortalizas y otros vegetales se rieguen con agua libre de agentes nocivos para la salud como principio para intentar mejorar la salud de la población, a la vez que se evite que cualquier persona pueda hacer uso de un producto vital que no es satisfactorio para el consumo.

Todas estas propuestas no son el fruto de una inteligencia superior, sino la consecuencia de algunas observaciones derivadas de visitas por otros países, en donde lo aquí propuesto es simple y llanamente el mínimo que se exige a las autoridades competentes y comprometidas con la sociedad que los ha elegido, a través de los reglamentos vigentes y de acuerdo a una lógica de que todo lo que se realiza en el sector público y privado debería de estar orientado a buscar el bienestar del ser humano en primera instancia y después potencializarlo hacia los ámbitos económicos y financieros para que le den sustentabilidad en el tiempo.

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