- Aunque no tiene cura, el tratamiento logra que el niño desarrolle el lenguaje y sea capaz de autocuidarse.
- Fundamental, el apoyo de los padres para que el menor avance en el proceso de socialización.
Lograr la interacción social de los niños con autismo forma parte de los retos por los que trabajan los especialistas de Higiene Mental del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), para que los menores sean capaces de sonreír, desarrollar el lenguaje y acudir a la escuela; es decir, llevar una vida lo más cercana a la normalidad.
De acuerdo con los casos clínicos de niños con este trastorno (cuyo origen aún se desconoce) que son atendidos en el Hospital General del Centro Médico Nacional (CMN) La Raza, se ha comprobado una respuesta positiva a las terapias que reciben, pues al ser evaluados, muestran un grado menos severo de autismo.
Así lo refirió el doctor Miguel Ángel Jiménez Sanjuán, psiquiatra adscrito al servicio de Higiene Mental de dicha unidad médica, al explicar que con la atención integral que se brinda, los pequeños pueden alcanzar un desarrollo muy cercano a lo normal.
Comentó que no hay una causa especial por la que se presente el autismo; lo que se sabe es que estos niños tienen un daño a nivel micro estructural, biológico o funcional en el encéfalo, que les impide relacionarse con otras personas, tener contacto físico y manifestar sus emociones.
Dijo que con las terapias y atención especializada que se otorgan en el Seguro Social a este grupo de pacientes, se puede hablar de avances y buen nivel de éxito, en cuanto a comportamiento y autocuidado del niño, con la posibilidad de que asista a la escuela.
Los niños autistas son valorados integralmente en consulta externa de los servicios de Higiene Mental del IMSS, donde se busca conocer su capacidad de contacto con el medio, de responder a estímulos conductuales y capacidad intelectual.
El doctor Jiménez Sanjuán informó que también los papás reciben orientación y atención, pues en la mayoría de los casos tienen sentimientos de culpa.
El tratamiento inicia con citas una vez al mes, y con los primeros avances (por ejemplo, establecer contacto con otras personas) y la reeducación a la familia, se realizan valoraciones cada seis meses y posteriormente cada año para hacer una revisión general.
El autismo se detecta entre los dos y tres años de edad, aunque en algunos casos puede identificarse a los seis meses de vida, pues es característico que estos bebés no manifiesten relación con el medio: no reaccionan a estímulos visuales, no voltean a ver a las persona y no sonreír (sonrisa social).
Estos pacientes, indicó el especialista, no permiten un abrazo, una caricia, ni que se les mire fijamente; tampoco toleran el ruido alto o los movimientos bruscos, a menos que sean los propios.
Destacó que la conducta típica del niño con autismo es que puede pasar horas con movimientos estereotipados, sin sentido; o bien, aislarse en un rincón, en una silla sin hacer nada.
Reiteró que el autismo no se cura, pero con rehabilitación, los niños pueden llegar a niveles adecuados de funcionalidad y autocuidado para valerse por sí mismos; y en algún momento de la edad adulta, pueden laborar en alguna actividad que sea rutinaria o de acción repetida, que no dé margen a cambios bruscos de estilo, porque les angustia el cambio.
Finalmente, el doctor Jiménez Sanjuán recomienda a los papás no desesperarse por no ver logros inmediatos y espectaculares, porque a veces el niño habla y no tiene sentido lo que dice. Estos niños necesitan mucha calma y papás muy tolerantes, pues ellos pueden dar mucho de sí, si cuentan con padres que no se derroten; sino que trabajen y cooperen, porque el autismo no se trata únicamente con el paciente, sino con su entorno familiar y social.
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