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Ambos estilos traen consecuencias
negativas para los hijos.
Existen dos estilos de paternidad que
parecieran estar en polos opuestos de un espectro. Por un lado el permisivo,
quien se conecta emocionalmente con sus hijos (muy positivo), pero deja de
marcar límites y establecer reglas y expectativas claras. Por otro lado el
autoritario, para quien lo más importante es el deber, el seguir las reglas y la obediencia. Este tipo
de padre marca límites claramente (muy bueno), pero tiende a olvidar la
importancia de reconocer las necesidades emocionales del niño.
Ambos son formas de educación extremistas, que pueden tener consecuencias negativas en el desarrollo de los niños. Aquí te explicamos por qué.
En el caso de los padres permitivos, de
acuerdo con los especialistas éstos tienen un alto grado de respuesta emocional
y una baja demanda con sus hijos. Tienden a ser poco tradicionales, blandos, a
no requerir un comportamiento maduro (de acuerdo a la edad), a permitir la
auto-regulación y a evitar la confrontación.
Algunas características de este tipo de padres son: Tienen pocas reglas o
estándares de comportamiento. Cuando hay reglas, generalmente son
inconsistentes. Generalmente son muy amorosos hacia sus hijos. Con frecuencia
parecen más amigos que padres de sus hijos. Llegan a usar el soborno para
influenciar el comportamiento (“si comes te doy un dulce”, “si pasas de año te
compro un celular”).
Sin embargo, los hijos
criados con este estilo parental carecen de auto disciplina, en ocasiones les
cuesta trabajo socializar, son demandantes (yo primero, yo después, y yo al
final) y pueden sentirse inseguros, como consecuencia de la falta de guía y
límites.
Aunque no todo es negativo en este estilo de educación, pues los padres permisivos tienden a formar vínculos emocionales fuertes y positivos con sus hijos, el problema está en la falta de límites claros, consistencia en las reglas y la falta de estructura en general.
Por su parte, los padres autoritarios tienen un alto grado de demanda hacia sus hijos, acoplada con una baja respuesta emocional. Esta conexión, que es tan importante para un desarrollo sano, sólo llega a estar presente una vez que el niño cumple su deber con obediencia total. En otras palabras, es una respuesta emocional condicionada.
Las principales
características de los padres autoritarios son: Tienen reglas estrictas y
expectativas altas, con frecuencia inadecuadas para la edad (exigen antes de
tiempo). Son muy demandantes. Expresan
poca calidez emocional, tienden a ignorar y/o no respetar los sentimientos del
niño. Utilizan castigos con muy poca o ninguna explicación. No dan opciones a
los niños, les restan autoridad y espacio para participar.
Las consecuencias
negativas de este tipo de educación son que los niños tienden a asociar la
obediencia con amor y éxito; es decir, “para ser amado y ser alguien en la
vida, tengo que obedecer/trabajar duro/ser el mejor”. Algunos niños muestran
comportamiento agresivo fuera de casa. Otros pueden actuar temerosos o muy
tímidos. También pueden presentar ciertas dificultades en situaciones sociales.
Frecuentemente tienen una autoestima baja (aunque a veces pareciera lo
contrario). Son muy buenos siguiendo las reglas. Un buen número de ellos se
adaptan positivamente al sistema escolar, sobre todo durante la primaria.
Debido a que los
padres autoritarios esperan una obediencia absoluta, los niños tienden a saber
seguir las reglas, pero no saben cómo explorar y actuar independientemente.
Como las reglas son impuestas desde afuera, muchos tienen poca autodisciplina y
se les dificulta asumir sus propios límites y estándares personales.
Las reglas y los
límites son muy importantes en la crianza, y ciertamente están presentes en los
hogares que se manejan con este estilo parental. Sin embargo, tiende a ser un
ambiente excesivamente punitivo, en el cual falta la calidez del amor
incondicional que también necesitan los niños para un desarrollo pleno y
óptimo.
¿Y tú, qué tipo de
padre eres?
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para padres que desean saber cómo acompañar, guiar y educar hijos libres,
sabios y realmente felices.
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