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18/9/08

Está por venir la verdadera historia de las letras mexicanas

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México, D. F., a 17 de septiembre de 2008.- "La verdadera historia de las letras mexicanas está por venir, nada se gana exaltando hasta el tedio a unas pocas figuras (algunas que nunca han escrito un párrafo de creación literaria), dejando de lado a otras que tendrían que ser leídas con mayor atención", aseguró el escritor y periodista René Avilés Fabila durante su conferencia magistral dictada esta mañana en el marco de la Semana Cultural de México en Finlandia, justo en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Helsinki.

Bajo el título de "La literatura mexicana del siglo XX a la luz de la Revolución" Avilés Fabila realizó un recorrido por los principales representantes de las letras mexicanas y sus fuentes de inspiración. Remontó a los antecedentes cuando "la literatura mexicana del siglo XX comienza con la Revolución de 1910; cuando al fin concluye el XIX, tan cargado de dificultades políticas y económicas para el país, invasiones norteamericanas y francesas, luchas intestinas".

El recorrido temático inició en plena lucha por la Independencia de España cuando, José Joaquín Fernández de Lizardi escribió El Periquillo Sarniento, la que muchos clasifican como la primera novela mexicana. Más se detiene a principios del siglo pasado cuando nacen escritores fundamentales formadores de la generación de El Ateneo de la Juventud, como José Vasconcelos, Julio Torri, Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, Enrique González Martínez y Mariano Azuela.

Este último, dijo Avilés Fabila, será quien formalmente inaugure lo que conocemos como Novela de la Revolución. "Vale la pena señalar que la literatura de la Revolución Mexicana no fue ciertamente una literatura revolucionaria, un movimiento estético de gran envergadura, pero a nivel mexicano consiguió grandes cambios artísticos", precisó. "Su temática fue nacional. Como en el caso de la pintura y la música, los creadores volvieron los ojos hacia lo propio y apareció una enorme preocupación por la forma y los temas mexicanos".

Avisés Fabila estableció claramente tres tapas de la novela de la Revolución Mexicana y propuso seguir de cerca la división realizada por Antonio Caso donde ubica en principio a aquellos testigos directos, quienes como Azuela, médico de las tropas villistas y Martín Luis Guzmán cercano a Villa, toman las escenas y los personajes de primera mano. Enseguida vienen aquellos que nacieron durante los años revolucionarios, los que plasmaron sus recuerdos infantiles o cuentan historias que escucharon durante sus años iníciales o de formación.

"Y cuando los críticos suponían agotado el tema de la Revolución, Carlos Fuentes escribe dos obras fundamentales: La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz, en ambos casos presenciamos la muerte simbólica de la Revolución, su caída con seres corruptos que se beneficiaron con los logros de aquellos que quedaron en los campos de batalla. Ello significa que podríamos hablar de una tercera etapa de la literatura de la Revolución".

Para la mitad de la década de 1950, aparecieron dos autores espectaculares: Juan Rulfo y Juan José Arreola, el primero en temas rurales que coronó con obras irrepetibles: El llano en llamas y Pedro Páramo. Arreola, por su parte, se asumió uego de Julio Torri como el gran escritor de literatura fantástica, orientada por la obra de Jorge Luis Borges y su admiración por Kafka y Schwob.

Las escritoras, dijo, no parecen pertenecer con precisión a una generación determinada; aparecen con fuerte independencia de los grupos. Los mejores ejemplos son Sor Juana Inés de la Cruz y Elena Garro. Si a Rosario Castellanos, Inés Arredondo, María Luisa Mendoza, Guadalupe Dueñas, Ángeles Mastretta, se les puede incluir en grupos generacionales, no a Sor Juana y a Garro.

El escritor mexicano subrayó "la tendencia natural a agruparse en generaciones, crear revistas o conformar grupos por razones de identidad, simpatías o convergencias".

Dijo que "el individualismo es algo normal dentro del arte. Un poeta puede sumarse a una tendencia ideológica o artística, como lo hizo Mayakovski, pero el llamado de su propia personalidad terminará por regresarlo a la singularidad. Por ello en México la lista de escritores poco fáciles de clasificar en grupo, es notable" como "Ricardo Garibay, tan ligado a poetas del nivel de Rubén Bonifaz Nuño; Josefina Vicens, atrapada en su propia obra, El libro vacío; en Sergio Fernández, casado con la academia; pienso en Vilma Fuentes quien ha seleccionado el exilio en París".

Y entonces se da el "distanciamiento con la Revolución" con la generación que se hizo llamar Estridentista. Luego de Arreola y Rulfo vienen otros narradores y poetas. Una generación que se agrupa por afinidades más cercanas a las de Villaurrutia y Novo, bajo la influencia de autores europeos, como Juan García Ponce y Juan Vicente Melo. La siguiente, los nacidos alrededor de 1940, clava su atención en los autores norteamericanos: de Hemingway, McCullers, Faulkner, Nabokov, Capote, Salinger y Mailer, por ejemplo. Pareciera extinguirse la literatura de la Revolución en medio de nuevos mitos, temas y tratamientos, expresó en la Universidad finlandesa.

Un día antes, el 16 de septiembre, el escritor y periodista René Avilés Fabila presentó la Revista Cultural El Búho, de la que es director, junto al profesor Timo Riiho. Mañana ofrecerá otra plática sobre la Literatura Mexicana Contemporánea en el Centro Iberoamericano de la propia Universidad de Helsinki.

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