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México, D.F., marzo 23, 2011.- A 30 años de la aparición del SIDA, hoy se puede decir con seguridad que al igual que la diabetes o la hipertensión arterial, es una enfermedad crónica y que gracias a los tratamientos actuales el paciente viviendo con VIH puede llevar una vida normal como la de cualquier otra persona.
Sin embargo, como en todo, hay una parte delicada y muy importante en el tratamiento del VIH que es el apego a la terapia. La adherencia es un factor clave en el manejo exitoso de esta enfermedad, pues un inadecuado apego al tratamiento puede llevar a la aparición de resistencias y a la progresión de la infección por VIH a SIDA con mayor rapidez.
Como se sabe, cuando inició esta enfermedad los pacientes requerían tomar varias cápsulas al día, incluso más de 30, lo que esclavizaba al paciente, con serias repercusiones negativas en la Calidad de Vida, ya que requerían estar atentos prácticamente las 24 horas del día a la siguiente toma de medicamentos, además con ciertas restricciones alimentarias, como tomar en ayuno, con comidas copiosas o tomar mas de 2 lt por día, entre otros.
El parteaguas en el tratamiento de la infección por VIH fue el surgimiento de los inhibidores de proteasa, ya que cambió de ser una enfermedad mortal a una enfermedad crónica que se controla con medicamentos (los inhibidores de proteasa + los inhibidores de la transcriptasa), que no solo prolongan la sobrevida de los pacientes, sino que también lo hacen con una buena Calidad de Vida.
Los pacientes gravemente enfermos con SIDA, infecciones oportunistas y cánceres mejoraban después de iniciado el tratamiento antirretroviral altamente activo; los síntomas frecuentes como fiebre, diarrea, ronchas, hongos en la boca, desaparecían y cada vez menos frecuente se hablaba de muerte, dando paso a una esperanza de vida que proporcionaba un futuro posible donde los pacientes buscaban reintegrarse a su vida laboral, familiar y social.
Se había logrado incrementar la sobrevida y mejorar el tratamiento, pero aún seguían siendo varias pastillas y dosis al día, y se aunaba a esto los efectos adversos a largo plazo que se empezaron a observar, que incluso eran tan devastadores que podían incapacitar nuevamente a algunos de estos pacientes.
Por fortuna la ciencia no se rindió. Con pasos muy seguros se han desarrollado nuevas generaciones de fármacos (principalmente inhibidores de transcriptasa) que disminuyen la toxicidad y simplifican la terapia con menos pastillas y menos tomas al día.
La gran noticia será cuando surja una vacuna o un medicamento que prevenga el contagio por el VIH o que lo cure por completo. Este camino es largo aún pero en su paso hay muy buenas noticias, como lo es ahora el primer Régimen Integral en una Sola Tableta al día. Es decir, se han unido tres fármacos, que son el tratamiento antirretroviral completo, en una sola tableta, lo que ayudará al paciente a tener un mejor apego al tratamiento, que redundará en un mayor control de la infección. Ya que cada vez que el paciente no se tomaba una dosis o no respetaba los tiempos, el virus del VIH aprovechaba esa oportunidad para replicarse rápidamente, incrementando las posibilidades de mutación y de resistencia al tratamiento.
Con el nuevo esquema, el paciente obtiene los mismos beneficios que tomando los tres medicamentos por separado, pero con la comodidad de que es en una sola toma al día; con los beneficios en sobrevida con calidad de vida.
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