Silvia Cázares Sánchez y su esposo Sergio Hernández, fundadores de la empresa, 100 por ciento mexicana Sheló Navel, celebraron el tercer aniversario de su empresa. El evento se llevó a cabo en uno de los salones más grandes del Hotel Riu. Silvia Cázares, además de ser una buena anfitriona es también una excelente motivadora. Ella compartió con sus compañeras y compañeros cómo nació Sheló, resulta que el nombre de esta empresa es en homenaje de una mujer trabajadora, su madre, Consuelo o doña Chelo como así la llamaban sus conocidos.Ella hacía las fórmulas, no las inventó, son fórmulas de nuestros antepasados, de nuestros aztecas, de nuestra gente, incluso de nuestros abuelos. Doña Chelo estudió cultura de belleza y le enseñaron a hacer estos champús y las cremasporque en ese momento le estaban enseñando a cortar y enchinar el cabello, no le enseñaban a poner uñas y todo lo que en la actualidad se usa. De esta manera doña chelo empezó a elaborar champús y cremas caseras, que posteriormente Silvia desde hace tres años, los etiquetó y los llamó Sheló.
Silvia quería estudiar medicina, pero su situación económica no se lo permitió, estudió para maestra en matemáticas y obtuvo una licenciatura en la misma materia, trabajó en una secundaria y en una preparatoria, fue una maestra muy exigente con sus alumnos, pero se llegaron a querer mucho, sin embargo, según sus palabras “con el puro amor, no se vive, tenemos que conectar la cabeza, el corazón y el bolsillo, hay que tener un equilibrio para poder vivir bien.” Silvia y Sergio decidieron salirse de sus profesiones porque querían ser libres, no podíamos correr a un checador para contar el dinero en una quincena, para ver cuánto se iba para, la luz, para la escuela, para el auto. En ese entonces Silvia tenía un carrito que le llamaba “el mión”, porque todo tiraba: el agua, el aceite y hasta a su familia la dejaba a medio camino. No obstante, la vida fue cambiando conforme ellos quisieron que cambiara.
El dinero, el mejor antídoto contra el estrés
“Es muy importante-complementa-que todos se visualicen libres en tiempo, en dinero y que trabajen sobre eso, y una vez que se visualicen en dónde quieren estar, hay que seguir ese camino: si yo quiero ese camino, me voy ahí, ahí, ahí, y nunca voy a permitir que cuando vaya por ese sendero, aparezca en él un espejo y me deje llevar por el brillo, y otro y otro, así no se llega nunca a una meta. Por lo tanto, tú vas a tratar de recorrer un camino, de llegar a ser grande y buscar a la gente que crea en ti y enseñarles como llegaste a obtener esas cosas. Es eso lo que queremos trasmitirles. Yo vengo de una familia muy sencilla, en nuestra casa nunca hubo un refrigerador. Recuerdo muy bien que una vez nos llevaron una estufa, teníamos una cubeta donde mi mamá le ponía leña y ahí cocinaba. El día que mi mamá llevó la estufa fue lo máximo, le hicimos fiestas. Entonces, esa sensación que sentía de niña, es lo que quiero que ustedes lleven a las familias mexicanas, que esos niños lo gocen, que tengan cosas hermosas y las disfruten. No es que seamos materialistas, pues la felicidad no está en lo material, definitivamente no, pero si estamos cómodos estamos menos estresados. El dinero no es la felicidad, pero es el mejor antídoto contra el estrés.”
Pobre pero con sueños que se convirtieron en realidad
Silvia refirió que en ese entonces tenían un cuartito con una cama, la cama no tenía colchón pero tenía algo hermoso: muchas tablas pintadas de muchos colores, pues su papá era albañil y le regalaban las sobras de las pinturas y a mi mamá se le ocurrió pintarlas, en fin, tenían una cama de muchos colores, para Silvia era la cama más hermosa. Ella recuerda que la cama estaba en un lado, la estufa estaba en otro lugar. Ella solía decir: “la recamara, la sala, el cuarto de televisión, a cochera”, en realidad no la tenían, lo que sucede es que en los pueblos son muy grandes los terrenos Silvia abrió un espacio y lo arregló, ni siquiera tenían carro.
La ejecutiva vendió libros para sostener su carrera porque estaba becada, ya que la beca era de 7 mil pesos y ella pagaba 13 mil, y además, vendía libros para completar lo que le faltaba y para la papa, sin embargo, estudiaba en la mañana y en la tarde, en la noche estudiaba la preparatoria, pero nunca decía “no tengo tiempo”
Silvia siempre fue muy feliz en su cuartito con su cama de colores, pero cuando se vino a Guadalajara, pero cuando llegó a Guadalajara siempre quiso vivir en una zona que a ella le encantaba pues tenía una gran seguridad y jardines muy bonitos. En la actualidad, ese sueño se convirtió en realidad pues viven en una de las mejores zonas de Guadalajara.
Un día antes de que falleciera doña Chelo le comentó a Silvia que se sentía muy fracasada porque toda la vida me la he partido y sigo igual de fregada que siempre, sigo contando el dinero. Esto impresionó a Silvia. En ese entonces, Silvia trabajaba en una empresa multinively cuando le dijeron que se acababa el multinivel y se queda d venta directa, ella pasaba los 40 años y entonces dijo: “Me va a pasar lo mismo que a mi mamá.
Se le había ido el tiempo, ya que recordó cuando tenía 30 años y cómo éstos se fueron como agua. Por fortuna, las cosas salieron de diferente manera, pues primero dijo que quería hacerlo, luego creerlo y, por último hacerlo.
“Cuando mi madre falleció a los 51 años, la gente seguía buscando los productos y como pasaban los años y la gente seguía buscándolos, decidieron hacer un negocio de productos que realmente se venden. Todo negocio, el mejor negocio del mundo, es aquel que tiene un producto que se vende muchísimo. En Sheló Navel tenemos productos que se venden de una forma exagerada, son estrellas como todas ustedes. Y cuando tú tienes un negocio, y tu producto que es el alma del negocio se vende muy bien, eso significa que hay capital en tu bolsillo, en tu casa y en tu familia, y si lo compartes con la gente que está a tu alrededor, lo tienes todo. Tenemos una gran luz con mi madre que nos acompaña, tenemos una gran luz con nuestros maravillosos productos que la naturaleza nos ofrece, productos que nos llenan de armonía, que tiene muy buen precio, muy buena calidad y muy buen tamaño. Los productos son tan accesibles que los puede comprar desde una ejecutiva hasta un ama de casa, y queremos llegar a esas familias, a esa gente que necesita dinero en su bolsillo y que tengan para comer. De repente olvidamos que el 80 por ciento de la población en México no tiene para comer; a veces nos va tan bien que nos olvidamos que hay familias que no tienen dinero ni para comprar un huevo. Por eso es muy importante de que estemos conscientes de la situación económica que está atravesando el país, y si nosotros podemos contribuir y podemos ayudar a estas familias mexicanas, no hay que olvidar que mientras más damos más recibimos”.
“El paso-concluyó la guapa y carismática Silvia Cázares-número uno para alcanzar el éxito es creer que podemos, el siguiente paso es enfocarnos en nuestro objetivo; cuando mi esposo y yo, que ya tenemos 23 años de casados decidimos hacer algo lo logramos. Esto es lo que queremos trasmitir a todas las familias mexicanas”
Por: Héctor Medina Varalta
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