Por Renato Consuegra / *
México, D. F., a 10 de julio de 2012.-Que Soriana haya llegado a un acuerdo de
carácter comercial o no con el PRI o cualquiera otro ente para la entrega de
determinada cantidad de tarjetas tipo monedero electrónico, de ninguna manera
hace a esta empresa cómplice de un probable fraude electoral y, por lo tanto,
es peligroso el mensaje que se ofrece en contra de dicha cadena de
autoservicio.
Quienes dicen luchar por la democracia, deberían saber que en una democracia,
las empresas son libres de vender a quien les compre, dentro de los márgenes de
la ley, el contenido de su oferta.
Soriana vendió monederos electrónicos a quienes así se lo pidieron. Estos
monederos electrónicos fueron parte, muy seguramente de una transacción
comercial, de la que tanto la empresa como sus clientes deben tener registros
contables de que fue una operación legal y, por tanto, libre de cualquier
suspicacia. Cuál fue el destino que los compradores de los monederos electrónicos
le dieron, queda fuera de los alcances de la empresa.
Por tanto, los atentados, porque no son otra cosa, por parte de los seguidores
de López Obrador en contra de las tiendas Soriana —incluida la oficiosa
revisión y cierre de dos de ellas realizada por los colaboradores de Clara
Brugada en Iztapalapa—, carecen de toda razón e, incluso, fundamento jurídico
para señalar a la empresa de algo que sólo ellos miran.
Por cierto, Clara Brugada, sí, aquella que llegó a la delegación Iztapalapa
gracias al farsante personaje llamado “Juanito”, seguramente debe sentir que
pagó su deuda moral con López Obrador.
Los señores del PRD y cercanos a Andrés Manuel López Obrador sabían de la
existencia de estas tarjetas que fueron entregadas en el mes de mayo y algunas,
incluso, desde abril. Una gran mayoría de ellas fueron proporcionadas a
personas cercanas o simpatizantes del movimiento lopezobradorista. La pregunta
es: ¿Por qué no se denunció en ese momento?
Dejaron de hacerlo porque es parte del doble discurso. La gente cobró los 1,200
pesos iniciales y como asume que una vez habido un triunfador, quizá no les
entreguen el resto en agosto, octubre y diciembre, se prestaron al juego de la
denuncia.
Aquí hay varios temas qué aclarar:
I.- La empresa como parte de un sistema de mercado carece de cualquier
fundamento para exigir al cliente le indique el uso que dará al producto
comprado. Vaya, ni siquiera las empresas que venden armas lo hacen porque ya es
responsabilidad del comprador su uso.
II.- Los seguidores de López Obrador generan un grave daño a la imagen de la
empresa, a sus ventas y a su cotización en la Bolsa Mexicana de Valores. Ojo,
es una empresa mexicana.
III.- Con estas acciones, ante una masa sin control, pervive el riesgo de que
en un futuro cercano, vayan a saquearla.
IV.- ¿Por qué López Obrador firmó el pasado 28 de junio el Compromiso de
Civilidad en el que los cuatro candidatos aceptaban respetar la voluntad que
expresara el electorado en las urnas 1 de julio, cuando ya tenía agravios? Será
que creyó en realidad en sus encuestas y ganaría la elección?
V.- Esa masa que pide no entregar los bienes de México a empresas extranjeras,
la que se rasgó las vestiduras con la venta de Banamex, Bancomer y otros bancos
al capital extranjero; la que en días pasados lamentó la venta de Grupo Modelo,
esa masa acrítica con sus propias acciones, hoy por un capricho está a punto de
golpear a una empresa mexicana.
VI.- Por cierto, esa masa no levantó la mano para criticar y pedir cuentas a
Marcelo Ebrard, quien desde su llegada entregó permisos para que WalMart, a
través de los Aurrerá Express, diera el tiro de gracia a los mercados populares
que hoy ya sólo sirven para la venta de comida. ¿Será ésta, parte de una
estrategia de la “demócrata izquierda” para allanar el camino al gigante
estadounidense, del que un hermano de Ebrard es alto funcionario en México? Ya
lo sabremos pronto.
Que sus cuentos se los crean ellos.
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