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Por Charly de Balzac.
En desastrosa inauguración, se convirtió la inauguración del ciclo de cine japonés, con la proyección de la cinta : El Ocaso del Samurai, ( Japón 202) primera parte del realizador Yoji Yamada , la cual, por cierto, incluye un total de 13 filmes distintos de diversas épocas de la industria fílmica del lejano país del Oriente, la víspera.
Todo comenzó, con la consabida desorganización que impera ya en la Cineteca Nacional, que encabeza Paula Astorga, que para variar, no se hizo presente y en su representación, el Director de Programación Nelson Carro tomo su lugar, para dirigir las palabras de bienvenida a los asistentes. Por lo cual, fue instalado un pedestal con micrófono en el lobby cercano a la nevería del conocido lugar. Sin embargo, y pese al protocolo de puntualidad que ha distinguido por siglos a la tradición milenaria del Japón, esta fue traicionada por la pareja de importados japoneses, que echaron abajo la propuesta de Carro, de iniciar primero el acto inaugural. Pues, al parecer, los importados también tuvieron sed y según dijeron, de acuerdo a sus propias tradiciones y hospitalidad japonesa, primero, se da de comer al sediento y luego se pasa a la exhibición de la cinta. Lo que no saben el par de orientales, es que en México sucede todo al contrario, pues dicha situación que se dio, al igual, que en la pasada inauguración del ciclo de cine Coreano en la Cineteca Nacional, primero, se paso al degustación de aguas frescas y conapés de comida rápida importada y luego a la exhibición del filme, lo que aprovecharon muy bien algunos “ colados “ o “seudo-periodistas “ o “ agregados culturales “ que se inmediato se arrojaron sobre la mesa del convite y se dieron a la tarea de devorar todo de inmediato. A la par, el desaguisado cultural, se agrando, con el “ buen servicio de los meseros en turno “ que casi a gritos, exigieron los boletos de los asistentes, en su mayoría jóvenes, pero algunos adultos mayores, fueron casi amonestados, por no exhibir los papelitos de entrada, como si fuera un antro privado. De todos es sabido, que los meseritos, no satisfechos con sus salarios de hambre, esconden las botellas os productos en la mayoría “ patrocinios “ de alguna empresa, para revenderlos con sus amigos o sus mismos afines. Lo peor, es que algunas personas se quejaron, que solicitaron simplemente un vaso de agua para tomar una pastilla para su presión alta, lo que les valió “gorro” a los meseros. Esto no tendría porque ser comentado, sino dar origen a la “crónica de un desaguisado con sabor a susi “, sin embargo, es menester, enunciar, que no es la primera vez que ocurre un desaguisado en la Cineteca Nacional modernizada en sus instalaciones, pero caduca en sus funciones. Pues resulta, que en otra inauguración de un ciclo de cine, dirigido a la población LGTB un espectador se puso en “ trance “ y nadie supo si fue catatónico o epiléptico, lo que si pudimos, observar que pese a las altas medidas de seguridad en el lugar, el servicio medico brillo por su ausencia, pues fue hasta una hora después que se atendió la emergencia con un simple botiquín de primeros auxilios, que puso en riego al presunto enfermo, pues antes solo los uniformados recabaron información. Por lo que la proyección de la cinta en turno, tuvo que ser suspendida con el clásico usted disculpe. Lo mismo paso, con los importados japoneses, pues mientras ellos también se dieron al convite, los informadores hacían fila para entrar a la sala 2 de la Cineteca Nacional, en donde, se retardo la exhibición hasta una hora después, y con su ojos de raya, solo atinaron a pronunciar ustedes disculpen. A una sala a la cuarta parte de su cupo, pues docenas, después del convite se marcharon, pues la cinta no les intereso en la absoluto. Por ultimo, vale citar, que la gestión de la directora al frente de la Cineteca Nacional Paula Astorga una vez mas se puso a prueba. Mejor vean cine nacional en casa.
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