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El aumento en la esperanza de vida en nuestro país, pasó de los 74.1 años del 2000 a los 75.2 en 2004, apoyado por las campañas de salud y los avances médicos. Esto representa en un futuro muy cercano, un aumento en la incidencia de los problemas propios de la edad adulta, como son los desórdenes neurológicos, como es el caso de la Enfermedad de Alzheimer.
Como se sabe, el Alzheimer es una alteración neurológica que afecta en primera instancia la memoria, de ahí que se recomienda mantenerla activa como medida ‘preventiva’ a través del estudio constante, lectura, realización de juegos mentales etc., sin embargo, según un estudio publicado en la revista Neurology, cuantos menos años de educación posea una persona, mayor es el riesgo de padecer demencia o Alzheimer. Este estudio fue realizado por el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) y la Universidad de Kuopio (Finlandia).
El autor principal del estudio Tiia Ngandu explica, "de forma general, las personas con niveles de educación bajos parecen llevar vidas con estilos de vida menos saludables, lo que podría sugerir que ambos aspectos contribuyen a la demencia o la enfermedad de Alzheimer, pero nuestros resultados mostraron que la educación de la persona predecía la demencia como un factor independiente".
El investigador indica que cabe la posibilidad de que las personas con más educación tienen una mayor reserva cognitiva y capacidad del cerebro para mantener su funcionamiento a pesar de los daños, por lo que podría ser más fácil posponer los efectos negativos de la demencia.
Esta enfermedad, que en 2006 cumplió 100 años de haber sido descrita, se caracteriza por el déficit progresivo de la memoria. El paciente presenta problemas de percepción, de lenguaje y trastornos a nivel emocional. A nivel neuronal, se asocia con el desarrollo de placas que van apareciendo en el cerebro. En este caso, la carga emocional que arrastra puede llegar a desquilibrar la relación afectiva del paciente con sus seres queridos, ya que en estados avanzados es incapaz de reconocer a su pareja, hijos o amigos; también pueden presentar alucinaciones y conductas excéntricas. Aunque no existe todavía una curación total, se ha demostrado que la memantina de Merz es capaz de controlar la progresión acelerada de la enfermedad, ofreciendo una mejor calidad de vida para el paciente y su familia
Es una enfermedad degenerativa del cerebro, de larga evolución que suele presentar los primeros síntomas entre los 50 y 60 años de edad. El desarrollo de este padecimiento no es inmediato, ni se presenta de forma espontánea, sino que evoluciona a través del tiempo, a lo largo del cual el paciente comienza a tener olvidos, por ejemplo, nombres de personas, acciones que realizó en horas anteriores, hasta llegar a la etapa en que deja a un lado su memoria para vivir en su nuevo mundo. Cuando el paciente llega a esta etapa los riesgos aumentan, uno de ellos es que si sale de casa, puede suceder que no recuerde cómo regresar y se pierda, comenta el doctor Ignacio Orozco, Geriatra del Hospital México y expresidente de la Asociación Mexicana de Geriatría y Gerontología.
Hay otra etapa en la que el paciente no tiene control de los sentimientos, y habrá ocasiones en que sea muy agresivo, aviente objetos, esté muy irritable, diga malas palabras, e incluso tenga actitudes de violencia física. Posteriormente se presenta un grado de pasividad total, en el que empieza a ser muy lento, donde ya no se mueve, no camina, se encuentra en un letargo total, es decir, no habla, no responde a ningún estimulo y se queda totalmente quieto.
Siempre es necesario que ante cualquier cambio de ánimo en un adulto mayor se acuda con un especialista, él sabrá que tipo de estudios debe realizar y como debe ser tratado en caso de algún padecimiento.
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9/11/07
¿Saber menos ocasiona Alzheimer?
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