Las hemorroides son condiciones naturales y comunes del ser humano, pues son hallazgos anatómicos normales que están presentes desde el desarrollo embrionario del ser humano; sin embargo, su presencia se ha convertido en una amenaza mortal por la similitud de sus síntomas con el cáncer colorrectal, que en los últimos 10 años ha incrementado su incidencia sobre todo en personas menores de 40 años de edad.
El doctor Billy Jiménez Bobadilla, especialista en cáncer colorrectal del Hospital Angeles Lomas, señala que lamentablemente cuando un paciente presenta sangrado en sus evacuaciones, inmediatamente lo relaciona con enfermedad hemorroidal e incluso hay médicos que les dan tratamiento para este tipo de afecciones, sin imaginar que también se puede tratar del desarrollo de un cáncer de colon o recto.
“Desgraciadamente son los mismos síntomas y eso llega a confundir el diagnóstico”.
Existen dos tipo de hemorroides, las internas y las externas. Las primeras son cojines vasculares localizados en el canal anal, que se agrupan en tres masas submucosas dentro de la circunferencia anal y se cree que contribuyen a la continencia anal.
Las hemorroides externas, por su parte, se localizan un poco por fuera del orificio anal y están recubiertas de piel, no de mucosa, y su presencia no implica una enfermedad mientras no se presenten síntomas significativos, como sangrado, prolapso, dolor o ardor.
Durante el embarazo existe un aumento de la vascularidad y relajación de los tejidos de la pelvis y cierto grado de obstrucción venosa (por el aumento del tamaño del útero), los cuales hacen muy frecuente la presencia de la enfermedad hemorroidal, sobre todo durante los estadios tardíos de la gestación.
“Las hemorroides pueden presentar sangrados eventuales, pero ante el crecimiento de cáncer de colon y recto que se ha registrado en los últimos años en México, es muy importante hacer estudios pertinentes para descartar esta posibilidad.
“El más certero de estos estudios es la colonoscopía, que nos indica cuando hay presencia de pólipos que pueden desarrollar un cáncer”, comentó Jiménez Bobadilla.
La situación, dice, se complica en las mujeres embarazadas, pues el tratamiento de las hemorroides internas problemáticas durante el embarazo depende del grado de la enfermedad y los síntomas asociados, pero siempre será necesario efectuar un examen proctológico completo para establecer el grado de desarrollo de las hemorroides y descartar otra patología anorrectal.
“No existe contraindicación para efectuar una anoscopía, una sigmoidoscopía rígida o flexible o, en los casos necesarios, una colonoscopía durante el embarazo, siempre será preferible para descartar un posible cáncer colorrectal, que puede ser curable si se detecta a tiempo”, señala el especialista.
Asimismo, advierte que todas las hemorroides no complicadas, no importa su grado de expansión, se pueden tratar con una dieta alta en fibras, que a su vez ayuda a prevenir el cáncer de colon, además de ablandadores del bolo fecal (psillium o metilcelulosa), baños de asiento y cremas tópicas.
En el caso de las hemorroides post parto, que suelen ser las más distendidas y dolorosas, el reposo en cama, analgésicos-antiespasmódicos y el uso de psillium suele ser suficiente para resolver el problema.
“Lo importante es no autodiagnosticarse y acudir al médico para comprobar si la presencia de sangrado en las evacuaciones es realmente consecuencia de las hemorroides o sugieren el desarrollo de un cáncer colorrectal”.
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