- Envejecimiento natural y algunas enfermedades como artrosis y diabetes
son las principales causas de los trastornos de la marcha.
Identificar a tiempo trastornos de la marcha en los adultos mayores y
darles un tratamiento específico es muy importante para prevenir las caídas y
sus consecuencias, explicó Grisel Lupercio Morales, especialista en medicina de
rehabilitación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Las caídas son un síndrome geriátrico por trastornos de la marcha que pueden
provocar lesiones, algunas de ellas mortales como fracturas de columna, cadera
y golpes en la cabeza, señaló la especialista de la Unidad de Medicina Física y
Rehabilitación Siglo XXI.
Estos desórdenes afectan en promedio al 15 por ciento en la población de
60 años; se incrementa a 35 por ciento a los 70 y a 50 después de los 80, por
ello advirtió que si no son detectados y tratados a tiempo, provocan que quienes
los padecen sean cada día más dependientes y pierdan funcionalidad en sus
actividades cotidianas.
Indicó que en la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación Siglo XXI,
localizada en la zona de Coapa en la Ciudad de México, se brindan tratamientos
específicos, después de una valoración clínica minuciosa, lo que permite
identificar las causas que contribuyen a la alteración de la marcha, que pueda
ser parte del envejecimiento o por alguna patología.
El beneficio de la rehabilitación, dijo, es la independencia funcional
del adulto mayor, lo que repercute en su calidad de vida.
Lupercio Morales explicó que una marcha se considera normal cuando es
independiente (no se necesitan auxiliares para caminar) y hay factores que
permiten completar su ciclo, como el no claudicar (cojear), alternar de manera
rítmica piernas y brazos, mantener erecto el tronco y la cabeza muy al centro,
tener movilidad de cadera y rodillas.
Los adultos mayores, por el proceso natural de envejecimiento, presentan
deterioro en el sistema músculo esquelético y neurológico, lo que provoca que
las articulaciones sean más rígidas, los músculos se tiendan a encoger o a
acortarse con consecuentes contracturas y alteraciones de la sensibilidad, detalló.
También en este periodo se tiende a la inactividad, por lo que los
músculos se atrofian y van perdiendo equilibrio y coordinación, lo que provoca
alteraciones de la marcha. Al no caminar, pasan más tiempo sentados, requieren más
ayuda o dejan de hacer actividades como desplazarse dentro de su casa, explicó.
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