Por: Héctor Medina Varalta
Segunda parte
Antes de convertirse en Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, responsable directo de dar solución a las denuncias de pederastia en contra de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, en vez de investigar las acusaciones, le envió a una carta en la que le agradece las diversas ayudas recibidas de la congregación, en la actualidad, despreciada por muchos. La misiva fue revelada el domingo pasado en la presentación del libro Marcial Maciel, Historia de un Criminal, (completado con fotografías de Kirén Miret) de la periodista Carmen Aristegui en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. El antiguo miembro de los Legionarios de Cristo y fuente de información para la periodista, José de Jesús Barba, fue uno de los encargados de presentar la investigación y, en su discurso, dio a conocer la carta, fechada el 19 de febrero de 2000. La fecha es especialmente significativa, pues fue remitida 16 meses después de que Barba, junto a otros mexicanos que sufrieron abusos sexuales por el fallecido pederasta, presentaran denuncias en Roma. Además, 18 meses antes de que la carta fuese enviada la carta, Ratzinger había avalado modificaciones al Derecho Canónigo que hubiesen librado a Marcial Maciel de un eventual encuentro con la justicia: "Le estoy sinceramente agradecido. También quisiera darle las gracias por las diversas ayudas que yo mismo he experimentado en estos últimos años".
El dúo papal protector
Aristegui, en su ponencia dijo que en mayo de 2010, el Vaticano tocaba el asunto central de las complicidades y ahora abandona, sólo meses después, las responsabilidades de quienes participaron en ese contexto permisivo, negligente, cómplice y, ciertamente, criminal, que hizo que Maciel y sus conductas deleznables fueran posibles. Benedicto XVI terminó por caer en cuenta que una investigación seria sobre encubrimiento o complicidad lo haría topar con su propia figura y la de su antecesor, Juan Pablo II, quien resultó ser el más grande protector de Marcial Maciel.
La talentosa escritora también documentó que The New York Times ha documentado que Ratzinger, cuando era obispo de Munich, encabezó una reunión en enero de 1980, en la que se autorizó que un sacerdote pederasta, el padre Hullermann, fuera trasladado a la congregación de Essen en Alemania, en donde vuelve a tener contacto con otros niños. Pocos años después Hullermann es encontrado culpable de abusar sexualmente de menores en una parroquia de Bavaria. ¿Cómo responde hoy el pontífice de su propia conducta en aquellos años, eludiendo la justicia y la acción penal en contra del sacerdote?
Benedicto XVI, un Papa incompetente
El mismo New York Times documentó que Joseph Ratzinger-encargado de la Congregación de la Doctrina de la Fe de 1981 a 2005-, teniendo conocimiento de los hechos y con un cargo de responsabilidad en el Vaticano, tampoco hizo nada frente a las atroces conductas del reverendo norteamericano Lawrence Murphy, acusado de abusar a cerca de 200 niños sordos en un caso que se remonta al periodo de 1950 a 1974. Ratzinger recibió al menos dos misivas sobre el escandaloso asunto y, según informado por el diario, ni siquiera respondió al arzobispo de Milwaukee, quien lo alertaba de la situación. En materia de justicia, Joseph Ratzinger es un hombre de claroscuros. Tiene acciones que lo reivindican, pero en cuanto empieza a avanzar algunos pasos se topa con su propia figura. Benedicto XVI vive una crisis de confianza y liderazgo sin precedentes, no sólo por los recientes escándalos de pederastia dentro de la Iglesia católica, sino por el fracaso para enfrentar los retos que el presente le impone a la humanidad y a la propia Iglesia.
Bernard Law, otro de sus protegidos
El caso Maciel es uno de los más escandalosos que se han conocido, pero no es el único que ha contado con la complacencia del Vaticano y una pronunciada ausencia e inacción de autoridades civiles y judiciales. Inaceptable resulta, por ejemplo, que el cardenal Bernard Law, señalado en 2002 por ser el principal encubridor de casi un millar de sacerdotes que abusaron de menores en el llamado escándalo de Boston, no haya podido ser interrogado por ninguna autoridad civil judicial en Estados Unidos. Cuando en diciembre de ese año se presentó una orden judicial para rendir testimonio en el Gran Jurado, ya había salido de Boston para trasladarse a Roma. Nada sucedió con él. Votó incluso en la elección de Benedicto XVI. Hoy, tranquilamente, preside la Iglesia de Santa María Maggiore.
Maciel, su protegido favorito
Las reacciones del mundo eclesiástico frente a las dificultades por las que atraviesa son diversas. Algunos obispos se han pronunciado colegiadamente, como los de España. Otros como los de México, han preferido el silencio en su mayoría, como si nada pasara, como si el tema de una crisis profunda no pasara cerca de ellos. Pocos, como Juan Sandoval Iñiguez, han optado por la descalificación a toro pasado. El obispo de Guadalajara dijo que Maciel era un psicópata.
En 1998 llegaron al conocimiento de Benedicto XVI, como prefecto de la Doctrina de la Fe, acusaciones contra Marcial Maciel que no fueron procesadas. Es en 2005 cuando, inminente la sucesión papal, decide reactivar el caso y envía a México y a New York al promotor de Justicia, el obispo maltés Charles Scicluna. Casi un año después, siendo ya papa, y prefecto de la Doctrina de la Fe el cardenal William Joseph Levada, decide no procesar por vía del derecho canónico a Marcial Maciel, a pesar de la confirmación acusatoria que le llevó Scicluna de sus entrevistas notariadas. Se apeló a la avanzada edad y a la precaria salud de Maciel. En cambio, se le invitó a una vida reservada de oración y a no ejercer su ministerio de manera pública.
¿Organización religiosa o negocio empresarial?
Según el semanario L’Espresso, se estima que los haberes de la Legión ascienden a 25000 millones de euros. En The Wall Street Journal se publicó que los Legionarios de Cristo manejan un presupuesto de 650 millones de dólares. Cantidades suficientes para que el Vaticano se vaya con tiento. Nadie quiere matar a la gallina de los huevos de oro, pero tampoco puede prevalecer, sin más, el diseño perverso de Marcial Maciel. Roberto Blancarte, uno de los brillantes especialistas que participan en este libro, dejó caer en su análisis que la situación puede comparase con el momento en el que murió Adolfo Hitler pero quedó ahí, viviendo, el partido nazi.
Aristegui, al cierre de la presentación, citó al teórico alemán Hans Kung, que ha acusado a Benedicto XVI de cerrarse a la renovación de los esfuerzos del catolicismo y de no responder a la peor crisis de la Iglesia desde la reforma protestante.
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