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19/3/10

La obra completa del cineasta alemán Alexander Kluge, por primera vez en México

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- El ciclo, integrado por 17 largometrajes, 16 cineminutos y 120 programas de televisión, es organizado por la Cineteca y el Goethe-Institut Mexiko.

- En el marco del ciclo, Rainer Stollmann, docente de la Universidad de Bremen y especialista en la obra de Kluge, impartirá una conferencia y presentará tres de los programas.


La obra completa de Alexander Kluge, uno de los pioneros del Nuevo Cine Alemán, será exhibida por primera vez en nuestro país, del 21 de marzo al 27 de abril en la Cineteca Nacional, instancia organizadora del ciclo junto al Goethe-Institut Mexiko.

Asimismo, en el marco del ciclo –integrado por 17 largometrajes, 16 cineminutos y 120 programas de televisión–, Rainer Stollmann, docente de la Universidad de Bremen y especialista en la obra de Kluge, impartirá una conferencia y presentará tres de los programas.

Alexander Kluge (Halberstadt, Alemania, 1932) inició su carrera cinematográfica como ayudante del legendario director Fritz Lang. A pesar del éxito de Una muchacha sin historia (1966), seguido de su segundo largometraje, Artistas en el circo: perplejos (1967, que al año siguiente recibió el Gran Premio en el Festival de Venecia), Kluge sufrió mucho más que otros directores ante las difíciles condiciones que implicaba la realización de cine. Su carrera parecía estar atravesando una crisis, mas no en cuanto a cuestiones artísticas. Kluge siguió en su obra una línea de bajo perfil, como si quisiera apartarse del é ;xito que lo envolvió en sus inicios.

Pronto experimentó con filmes como El gran lío (1971) y Willi Tobler y la caída de la 6ª flota (1972), que se convirtieron en obras que reemplazaban los altos capitales de producción (de los que carecían) con imaginación: pequeños destellos de ciencia ficción donde la guerra imperialista tenía como escenario al espacio; estos trabajos fueron prácticamente desconocidos, excepto para los directamente involucrados y el público de los festivales. Fue hasta 1973 cuando Kluge regresó triunfal a la cinematografía con Trabajo ocasional de una esclava.

La extraordinaria ironía ácida de Kluge, así como su habilidad para las más sorprendentes asociaciones y experimentos conceptuales lo convirtieron en uno de los pocos cineastas alemanes capaces de realizar una comedia sofisticada. De alguna forma intentó hacer esto en Ferdinand, el radical (1976), y al mismo tiempo, quería demostrar que era capaz de llegar a un público mayor con respecto a los intelectuales que lo seguían siempre. Sin embargo, el filme enfrentó problemas financieros y fracasó, debido en buena medida a todas las intenciones contradictorias que estaban involucradas en él. La cinta merecía mejor suerte, ya que en ella, Kluge narra por primera vez una historia continua, concreta y posible en todo momento.

A finales de los ochenta, sus filmes tuvieron muchos problemas de distribución en los cines alemanes debido a la presión comercial y a la preferencia del público a la estética visual perpetrada por Hollywood. Son tantos los hechos presentados en sus filmes que el espectador ya no se molesta en ordenarlos, puesto que éstos son presentados a manera de noticiario. “Ese momento significa el fin de las historias” –dice Kluge–, “puesto que el tiempo ya no permite ni el desarrollo ni la percepción de las mismas”.

El trabajo más reciente de Kluge en el cine tuvo un título ad hoc —siguiendo la línea de sus trabajos anteriores— Miscelánea de noticias (1986), una colección de filmes sólidos y autosuficientes, distintos en duración pero cuyo contenido mezcla la ficción y el documental. Miscelánea de noticias marcó la despedida de Kluge de la industria cinematográfica alemana.


Desde entonces el cineasta se ha dedicado a realizar programas sobre la historia y el presente del cine, la ópera y otras disciplinas artísticas y culturales para la televisión privada.

El propio realizador define su trabajo en este medio como televisión de autor. “La única manera de mantener vigente la calidad de los filmes antiguos (y la imaginación que originó al filme) radica en trasladarlos a las nuevas tecnologías de una forma real y tangible (…) Siempre es necesario reflejar mediante los medios los hechos importantes del mundo, sin distorsionarlos. En el caso de una emergencia, podría ser demasiado tarde. Para el cineasta no se trata de si le gusta ver televisión o le apasiona el medio, para él es suficiente con amar el arte del cine”.

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