Por Héctor Medina Varalta
Todos los profesionistas, independientemente de que labor o actividad desempeñen, tienen el deber y obligación de actualizarse, so pena de ser un profesionista mediocre. Los que más deben de actualizarse son los médicos, pues depende de ellos el bienestar y en muchos casos la vida misma de sus pacientes. Sin embargo, esto no siempre ocurre así.
Salvador Borrego, autor del libro YATROGENIA (Daño causado por el médico), comenta que los casos de negligencia médica son más frecuentes de lo que creíamos (no sólo en México sino en todo el mundo). Borrego escribe: “En vista de la importancia de la farmacología en la práctica de la medicina y la preocupación actual por las reacciones adversas, ¿por qué se dedica tan poco tiempo a su estudio en el tiempo del médico?”. Esta es una interrogante muy interesante, pues en la actualidad, la mayoría de los médicos se basan en lo que les dicen los visitadores médicos de tal o cual producto. Por ejemplo, en “Barcelona, España-cita Borrego- se hizo una encuesta entre 262 médicos que recetaban con frecuencia los diez productos farmacéuticos de mayor venta en ese país, y el 70 % de los encuestados no conocía la composición de tales medicamentos; sólo el nombre comercial del producto y sus presuntas virtudes curativas”.
El médico debe estar informado en farmacología
El médico debe enterar a sus pacientes de los efectos secundarios que puede acarrearle el consumo de algunos medicamentos. Por ejemplo, en el caso de una depresión, el psiquiatra le receta un antidepresivo a su paciente. Pero no le explica primero de los efectos secundarios que a la larga puede padecer: se le quita la depresión , pero no le explica que su apetito sexual disminuirá. Además, si la depresión es crónica, debido al largo tiempo de la ingesta de este medicamento, el paciente puede volverse impotente. Este es un factor muy importante que el paciente debe saber. En el libro Medicina Interna, de Willis Hurst, se lee: “Se deberá hacer comprender a todos los pacientes (sobre) los posibles efectos colaterales de los medicamentos prescritos. También se les debe indicar que informen al médico cuando aparezcan síntomas que podrían atribuirse al régimen terapéutico”. Sin embargo, la mayoría de los médicos no practican este sabio consejo. Pues consideran que por el lenguaje científico, el paciente no lo entendería. No obstante, aunque así fuera, el médico tiene el deber y obligación de decírselo.
Un caso de la vida real
Borrego comenta el caso de un paciente de dos años de edad que mostró una leve irritación en las corvas (eritema) con moderada comezón (prurito). El médico que lo atendió comentó a los alarmados padres que las molestias tardarían en quitarse. Recetó al bebé una pomada amarilla y un polvo de habas (esto sucedió en 1943). Sin embargo, las molestias crecieron al igual que el niño. En pocas palabras, desfilaron toda una variedad de “especialistas médicos” en busca de una solución para su mal. Uno de ellos le recetó una pomada llamada Hipoglo’s con vitaminas A-D y lanolina. No sin antes sugerir a los padres que el niño no usase ropa de lana. Lo paradójico de esto es que la pomada que le prescribió es extraída de la lana y ésta contiene lanolina. Tal sustancia aumenta la comezón.
La causa
Aquella familia tenía un gato (anteriormente se creía que únicamente los pelos y escamas de los felinos eran dañinos). Ahora se sabe que la saliva del gato es muy dañina, pues contiene proteínas microscópicas que se esparcen en el aire y el niño las respira. Salvador Borrego explica que “al penetrar en su organismo esas microscópicas partículas son enérgicamente rechazadas por nuestro especial Sistema Inmunológico. Se entabla una lucha en la cual se genera “histamina”, que causa comezón. Naturalmente, el niño se rasca y el daño aumenta”. En un comentario que hace Borrego del libro Las Alergias de los profesores Michel y Bousquet (Editorial Salvat 1986), se aprecia: “Evitar el gato es la única solución. Sus alergenos son tan persistentes que siguen actuando de uno a tres meses después de que el gato se ha marchado”.
Más medicamentos
Aquel niño recibió medicamentos muy agresivos, pues fue tratado con corticosterides. No obstante, el médico además de ser un profesional de la salud, debe ser, ante casos semejantes, un investigador: “¿Hay mucho polvo en el lugar que viven?, ¿Cuándo salen de viaje, el niño se agrava o se recupera? ¿Tienen gatos en casa?” Es lo que hubiese preguntado.
Aunque mucha gente ame a los felinos, no hay que olvidar que primero está la salud de los niños que tener un gato en casa. El investigador científico Wolfromm, descubrió: “Mientras la alergia al perro es debida al contacto con el animal, la alergia al gato puede ser provocada por el simple paso del animal por una habitación”.
La cortisona
De acuerdo a reciertes investigaciones realizadas por el prestigiado alergólogo Sulzberger, de New York, es una falsedad que la cortisona cure cualquier tipo de alergia o dermatitis. Lo que realmente hace es mejorar la condición física del enfermo, pero al poco tiempo la enfermedad regresa con mayor fuerza,
Este paciente creció rodeado de “eminencias científicas” que le recetaron infinidad de medicamentos que lejos de curarlo empeoraron su padecimiento: antihistamínicos, inyecciones intravenosas de Dextramínofiloson, Antistason, Rinofren, Bonare, Vlium, Wintodon y plegicil (fenotiacínico). Este último es un producto que calma las comezones. Sin embargo, son drogas despersonalizantes que afectan la conducta y que pueden producir los siguientes trastornos secundarios: apatía, ansiedad, depresión, alteraciones del Sistema Nervioso Central, letargo, sensación de confusión y tendencias suicidas.
Negligencia médica e ignorancia = muerte
La falta de información a los padres de este paciente, aunada a la YATROGENIA (daño causado por el médico) mantuvieron a este paciente, en su niñez, adolescencia y edad adulta en una muy critica situación. Borrego cita las palabras del profesor Sorín: “El daño iatrogénico no sólo consiste en causar trastornos distintos a los que padecía el enfermo, sino en acentuarle los que ya están en curso, y erróneamente él cree que se trata de la misma enfermedad inicial”.
Desgraciadamente, el protagonista de este testimonio falleció a la edad de 34 años. En su diario escribió: “Adquiero una profunda serenidad, imperturbablemente alegre a pesar de todo, pues me es imprescindible. Actuaré con valor a pesar de todo, convirtiendo mi miedo en valor, y mi nerviosismo en mi seguridad; todo ello fluyendo de mis profundidades que ya no son mías. Dios omnipresente, con su armonía infinita me sostiene para soltar la actitud de pánico, autocondena, berrinche y depresión, y poder estar hoy armónico y estable”.
Usted tiene derecho a ser informado de su enfermedad
Cualquier médico que lo asista a usted o a cualquier miembro de su familia tiene el deber de mantenerlo informado acerca de su enfermedad: IMSS, ISSSTE, Hospital Militar o cualquier otra institución tiene la obligación de responder a sus preguntas. Por ejemplo, acerca de los medicamentos que le recetaron, cuáles son los efectos secundarios, si sólo es un paliativo o se va a curar de verdad. Estamos en el siglo XXI y la ciencia cada día da pasos gigantescos al descubrir nuevos medicamentos. Los médicos que no actualizan sus conocimientos y sólo abren el Vadamecum (recetario), jamás pasarán de ser boticarios, pero lo más grave es que pueden causar YATROGENIA (daño causado por el médico) a sus pacientes.
Comillas
“Detrás de la crisis de la medicina hay una crisis de valores humanos. El médico moderno se inclina a llenar formularios, no a interiorizarse del problema del paciente” Dr. Pablo Latapí.
Recuadro
El acto más inocentes el que ocurre cuando la Ciencia ignora que algo puede ser dañino. Por ejemplo, hubo una época en que se creyó que durante la fiebre tifoidea debería ponerse al paciente bajo una dieta sumamente estricta, que en vez de ayudarlo lo perjudicaba. Poco después, cuando la Ciencia descubrió su error, los médicos que no estaban”actualizados” sí incurrían en un acto iatrogénico culposo (por negligencia) si prescribían el tratamiento equivocado. En consecuencia, “no estar al día” es uno de los factores más frecuentes de YATROGENIA. Otras muchas causas han sido mencionadas en diversos congresos:
· Negligencia al formular un diagnóstico.
· Incapacidad para interrogar al paciente o menospreciar la información que pueda dar.
· Recetar calmantes para salir rápidamente del caso, sin investigar los orígenes del mal.
· Recetar muchos medicamentos (polifarmacia o escopetazo) a ver si alguno da en el blanco.
· Insuficientes conocimientos de Farmacología, y por lo tanto pasar por alto los efectos secundarios de los medicamentos recetados.
· No prevenir al paciente si alguno de esos efectos indeseables se presenta. Optar por la conspiración del silencio.
0 comentarios:
Publicar un comentario