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22/7/09

El complejo de Edipo

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Por Héctor Medina Varalta

Los mamitómanos son incapaces de decir no. Ofrecen y prometen, pero tienen un elevadísimo índice de fallas. Dr. Eloy Pérez Benítez

“Y en medio de nosotros, mi madre como un dios”, escribió Manuel Acuña en el poema Nocturno a Rosario. Algunos profesionales de la salud mental al estudiar el poema y vida de Acuña advierten en esas líneas que padecía el complejo de Edipo. Está bien amar a la madre pero no en un grado tan extremo como ponerla en un pedestal. El doctor y psicoterapeuta Eloy Pérez Benítez responde a algunas interrogantes sobre este escabroso tema.


La mamitis
El psicoanalista comenta que la madre debe favorecer la separación de su hijo, pues en algún momento de la vida va a tener que aprender a volar; y así, cómo las águilas empujan al polluelo para que vuele, así debe de hacerlo la madre. Pero, algunas veces ella no entiende o no quiere entender que es la ley de la vida. Piensan que sus hijos son de su propiedad. Una de las manifestaciones maternas hacia el niño que puede conducirlo a la mamitis en la edad adulta, es el exceso de mimos: si el niño tropieza y cae, de inmediato lo levanta. Posteriormente, este tipo de madre le resuelve las tareas del kinder, las labores manuales de la primaria y todo tipo de problemas. Con este tipo de actitudes, el niño llega a creer que sólo le basta llorar para que su madre aparezca como ángel para resolverle los problemas.

Madres sustitutas
La situación se agrava cuando el muchacho encuentra pareja, pues la madre sigue como grapa, pegada atrás del muchacho y no lo deja ejercer su libertad, ni que aprenda a volar con sus propias alas. Este tipo de individuos si llegan a casarse, fracasan pues sus esposas se niegan a ser madres sustitutas. Ellos suelen comentar a sus parejas: “no guisas como mi mamá”, no me atiendes como ella”, no planchas mis camisas como mi mami”, etc, etc.

Complejo de Edipo
Pérez Benítez explica que el complejo de Edipo de algunas personas se resuelve en una determinada etapa de la infancia, después de los cinco años. Pero, en este tipo de casos, quienes padecen “mamitis” tienen un complejo de Edipo no complejo: siguen “amando” a sus madres y no se han separado de ellas. Estos individuos son proclives a padecer todo tipo de adicciones como el alcohol o la cocaína. Quienes tienden a evadirse, de esta manera, simbólicamente regresan al lecho de la madre para recibir protección y calor, como lo da el alcohol y otras drogas.

Perfil psicológico
Son personas muy religiosas, pero conciben a Dios como alguien que les va a resolver sus problemas. También son muy “leales” con quienes les hacen un favor, sienten el deseo o la obligación de corresponder, pero no con gratitud sino con la finalidad de seguir recibiendo favores de esas personas. Además, tienen actitudes infantiloides. También son pesimistas, muy sensibles, llorones y aduladores. Otra actitud que los caracteriza es que les agrada oler su propio sudor y el de sus desechos orgánicos. Por desgracia, son tipos con una influencia maternizante muy aguda. No pueden mover un dedo sin que su madre les aconseje u oriente. Piensan que la madre de ellos es la más maravillosa del mundo. Por lo regular, quienes adolecen de esta enfermedad mental son propensos a la homosexualidad, sobre todo, a las adicciones. Por otra parte, son excelentes lectores y muy buenos escuchas porque esto representa recibir todo lo que sea sin aportar nada.

Una solución: la aceptación
El psicoanalista comenta que el primer paso para curar un trastorno de índole neurótico es que el individuo acepte su problema. “Estuve-señala-tratando a una persona gravemente enferma por la mamitis, inclusive muy insegura para hablar, de más de 40 años, viviendo con su mamá y deseando casarse. Su madre le solía decir que él y ella desde antes del nacimiento habían tenido una unión muy profunda, porque cuando estuvo embarazada de él y la mamá cargaba en los brazos a otro niño, el nonato, desde el vientre le empezaba a tirar patadas al niño que ella cargaba. Tan grave era el grado de patología que tenía la madre, pues el bebé dentro del vientre no está socializado”.

Incapacidad de amar
Las personas con complejo de Edipo sienten que la fuente de todo bien se halla en el exterior y cree que la única manera de lograr lo que desea, ya sea amor, afecto, conocimiento o placer es recibiéndolo de esa fuente externa. El problema consiste en querer ser amado y no en amar. Tales individuos tienden a no discriminar a quien le brinda su amor, pues debido a que ser amado por cualquiera es una experiencia tan sobrecogedora para ellos, que se prendan obsesivamente de quienes les ofrece amor o afecto. También son extremadamente sensibles a todo rechazo o desaire de parte de la persona amada. Si se ven abandonados, se sienten paralizados. Es característico de estas personas que su primer pensamiento es encontrar a alguien que pueda proporcionarle la información necesaria antes de hacer el menor esfuerzo por sí mismo.

Tipo receptivo
De acuerdo a la opinión de Sigmund Freud y que el Dr. Pérez Benítez concuerda, “quien padece mamitis es el tipo receptivo que se caracteriza por su gran afición a la comida y a la bebida para compensar su ansiedad y depresión. La boca de estas personas, constituye un rasgo de prominencia singular y es con frecuencia muy expresivo. Los labios tienden a permanecer abiertos como en un estado de espera constante de alimentos. En sus sueños se ve ingiriendo alimentos, símbolo frecuente de ser amado; padecer hambre-mientras sueña-representa frustración o desengaño. En general, los individuos que corresponden a esta orientación receptiva son optimistas y cordiales; tienen cierta confianza en la vida y sus bondades, pero se tornan ansiosos y atolondrados cuando ven amenazadas su fuente de abastecimientos”.

Madres castrantes
En caso de ser religioso, el mamitómano tiene un concepto de Dios de acuerdo a su comodidad: espera todo de Él sin que el individuo haga nada de su parte. Si no son religiosos, su vínculo de relación para con otra personas es prácticamente del mismo tipo: están siempre en busca de un “auxiliar mágico” . muestran una clase particular de lealtad, en cuya base se encuentra la gratitud por la mano que le brinda ayuda, y otra por el temor de llegar a perderla. Como necesitan de muchas manos para sentirse seguros deben ser leales a numerosas personas. Les resula difícil decir que no y se ven fácilmente enredados en medio de lealtades y promesas conflictivas. Puesto que les resulta imposible decir no, les place decir sí a todo mundo. No dependen únicamente de autoridades para la obtención de conocimientos o ayuda, sino de toda la gente en general. Idolatran a la madre de una forma rara y extraña. Es a tal grado la influencia materna respecto a las parejas de sus hijos que se inmiscuyen en la relación: critican a la novia, pues le ven defectos en todos los aspectos. A estas madres les preocupa que sus hijos adquieran libertad pues ya no van a tener influencia sobre él. Sin embargo, una muchacha a la que su novio tiene una madre posesiva quien con sus intrigas está impidiendo una sana relación, ella (la novia) al darse cuenta rompe la relación.


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